DIRECTORIO FRANCISCANOHistoria franciscana |
II. ÉPOCA MODERNA: Capítulo IV Observantes, con las reformas Nada más desconcertante que la evolución del mapa de la observancia a partir del siglo XV, verdadero arabesco de provincias que se fraccionan y entrelazan en un catálogo interminable. Semejante fenómeno halla su explicación en los hechos que hemos expuesto y nos explica al mismo tiempo la ineficacia de todos los esfuerzos realizados hasta la exclaustración por llegar a la uniformidad legislativa y por robustecer el poder central. Téngase en cuenta, sobre todo, que la creación de nuevas provincias casi siempre obedecía a iniciativas que venían de abajo y que se llevaban a término mediante el recurso a los poderes civiles o a la curia romana, sin que a los capítulos generales les quedara otro remedio que aceptar los hechos consumados. El ejemplo lo habían dado los movimientos de observancia en el siglo XV y fue imitado después por los grupos reformados. Así resultó que dos o más provincias compartían un territorio común. Además de este origen, relacionado con el derecho a la observancia fiel de la regla, existió con frecuencia otra causa menos espiritual: la discriminación nacional, regional o lingüística; no raras veces intervinieron motivos políticos impuestos por fuerza mayor. Génesis más legítima y gloriosa tuvieron las numerosas provincias que fueron surgiendo en las Indias Occidentales y Orientales a medida que avanzaba la evangelización de los territorios conquistados por España y Portugal. Las provincias de la familia cismontana (Italia, Levante y Europa oriental), que en 1517 sumaban 26, se elevaban a 36 en 1639 y a 40 en 1789. A ellas hay que añadir las provincias de los reformados, casi todas en el mismo territorio de las de los observantes, que eran 29 en 1639 y 37 en 1789. Las 26 provincias de la familia ultramontana (Europa central y occidental, América y Asia) se habían elevado a 60 en 1639, de las que una era la de Canarias, 17 en América y dos en la India. Había, además, 12 provincias de descalzos, de las cuales dos en América, una en Malaca y otra en Filipinas, y las 8 de los recoletos de Francia y Flandes. En 1789 las provincias de los observantes eran 41, las de los descalzos 20 (de ellas dos en Italia), y 21 las de los recoletos1. El desarrollo numérico tuvo un primer entorpecimiento en los países del Norte por causa de los avances del protestantismo y de las guerras de religión en el siglo XVI. Varias de las provincias alemanas desaparecieron totalmente, si bien algunas fueron restauradas en la época de la recuperación católica. Así, las dos tan florecientes de Sajonia y la de Turingia. Otras quedaron casi arruinadas, como la de Strasburgo, que, habiendo contado hasta 1.020 religiosos, se redujo a ocho conventos con poco más de un centenar de moradores. Fueron también destruidas las de Dinamarca, Inglaterra, Escocia e Irlanda. Muy mermadas las de Austria, Bohemia, Germania Inferior, las cuatro más antiguas de Francia y la nueva de Aquitania. Las provincias situadas en la Europa oriental, además de las perturbaciones ocasionadas por la expansión protestante, tuvieron que sufrir las devastaciones de los turcos. Así quedaron arruinadas las dos de Bosnia, las dos de Hungría y la de Albania. En resumen: en el espacio de cincuenta años, la orden perdió diez provincias, más de 400 conventos y 8.000 religiosos. Pero lo que se perdía por un lado se recobraba con creces por otro, y el crecimiento era tan pujante, que resultaba perjudicial. Así lo reconoció el capítulo general de 1606 al declarar: Religio nostra plane fatetur se ultra progredi non posse. Y en los mismos términos se expresaba el general Samaniego en 16812. Pero, dado el individualismo reinante, no estaba en manos de los superiores generales conjurar el mal, si es que lo fue antes del siglo XVIII. Del siglo XVI no existe ninguna estadística total del número de religiosos. Podría conjeturarse aproximativamente tomando como base el número de difuntos en cada sexenio, de capítulo a capítulo; éstos fueron unos 3.000 de 1520 a 1526, 4.987 de 1541 a 1547, 3.803 de 1559 a 1565, 7.356 de 1587 a 1593, unos 10.000 de 1625 a 1633, 10.810 de 1658 a 16643. El primer esfuerzo estadístico sobre toda la orden fue realizado por Francisco Gonzaga durante su generalato (1579-1587)4; el cuadro por él verificado, bastante completo por lo que hace a las casas, no lo es tanto en cuanto al número de religiosos. En el siglo XVII se van teniendo datos más precisos, como la estadística parcial de 16395, la de Lequile de 16646, la completísima de 1680, realizada por orden del ministro general Samaniego7 y la de 1700, dada a conocer por Pedro Antonio de Venecia8. Conocemos también la estadística bastante completa del año 1762, última antes del rápido descenso causado por las supresiones regalistas y liberales. Podemos, pues, formar el siguiente cuadro, siempre aproximativo por lo que hace al número de religiosos. En las provincias se incluyen las custodias independientes. Hacia 1585.- Observantes: familia cismontana, 32 provincias y 860 casas, mientras que en la familia ultramontana, 51 provincias y 1.120 casas. Reformados: 30 casas. Descalzos: 5 provincias y 100 casas. Recoletos: 3 casas. En total: 88 provincias, 2.113 casas y unos 35.000 religiosos. En 1680.- Observantes: familia cismontana, 35 provincias, 903 casas y 13.169 religiosos, mientras que en la familia ultramontana, 46 provincias, 1.295 casas y 22.185 religiosos. Reformados: 34 provincias, 573 casas y 10.202 religiosos. Descalzos: 16 provincias, 310 casas y 5.225 religiosos. Recoletos: 20 provincias, 396 casas y 9.259 religiosos. En total: 151 provincias, 3.477 casas y 60.040 religiosos. En 1700.- Observantes: familia cismontana, 34 provincias, 890 casas y 13.266 religiosos, mientras que en la familia ultramontana, 48 provincias, 1.390 casas y 23.097 religiosos. Reformados: 35 provincias, 720 casas y 13.902 religiosos. Descalzos: 16 provincias, 340 casas y 6.569 religiosos. Recoletos: 21 provincias, 422 casas y 9.156 religiosos. En total: 154 provincias, 3.762 casas y 65.990 religiosos. En 1762.- Observantes: familia cismontana, 38 provincias, 960 casas y 17.300 religiosos, mientras que en la familia ultramontana, 49 provincias, 1.370 casas y 22.600 religiosos. Reformados: 37 provincias, 808 casas y 18.992 religiosos. Descalzos: 20 provincias, 430 casas y 7.000 religiosos. Recoletos: 22 provincias, 490 casas y 11.000 religiosos. En total: 166 provincias, 4.058 casas y 76.892 religiosos. H. Holzapfel calcula en 77.000 el número de religiosos que reconocían la autoridad del ministro general de la observancia al celebrarse el capítulo general de Valencia en 1768, agregada la provincia de Mantua. Fue la cifra culminante alcanzada por la orden9. Queriendo hacer una distribución por áreas geográficas, tendríamos el siguiente cuadro aproximativo: España y dominios de ultramar.- Hacia 1585, 32 provincias y unos 12.800 religiosos; en 1680, 39 provincias y 18.934 religiosos; en 1762, 44 provincias y unos 23.000 religiosos. Portugal y dominios de ultramar.- Hacia 1585, 8 provincias y unos 2.700 religiosos; en 1680, 12 provincias y 3.738 religiosos; en 1762, 15 provincias y unos 4.000 religiosos. Italia e islas.- Hacia 1585, 19 provincias y unos 10.900 religiosos; en 1680, 49 provincias y 17.240 religiosos; en 1762, 47 provincias y unos 26.000 religiosos. Francia.- Hacia 1585, 10 provincias y unos 4.600 religiosos; en 1680, 18 provincias y 7.644 religiosos; en 1762, 21 provincias y unos 9.500 religiosos. Región germano-belga.- Hacia 1585, 9 provincias y unos 2.700 religiosos: en 1680, 18 provincias y 7.140 religiosos; en 1762, 19 provincias y unos 9.600 religiosos. Islas Británicas.- Hacia 1585, 2 provincias y unos 350 religiosos; en 1680, 2 provincias y 1.614 religiosos; en 1762, 2 provincias y unos 1.600 religiosos. Balcanes.- Hacia 1585, 6 provincias y unos 750 religiosos; en 1680, 7 provincias y 1.341 religiosos; en 1762, 6 provincias y unos 1.500 religiosos. Polonia.- Hacia 1585, 1 provincia y unos 260 religiosos; en 1680, 4 provincias y 1.868 religiosos; en 1762, 4 provincias y 1.317 religiosos. Rusia.- Hacia 1585, nada; en 1680, 1 provincia y 341 religiosos; en 1762, 1 provincia y 163 religiosos. Tierra Santa.- Hacia 1585, 1 provincia y 60 religiosos; en 1680, 1 provincia y 180 religiosos; en 1762, 1 provincia y unos 200 religiosos. Hasta el siglo XIX esta población monástica solía estar compuesta en un 60 por ciento de sacerdotes, de los que la mitad aproximadamente eran predicadores y la otra mitad simples sacerdotes. El resto lo componían los clérigos, hermanos legos y "terciarios comensales" u "oblatos". La estadística de 1680 se desmembraba de la siguiente manera: Sacerdotes 38.234; de ellos, lectores 3.790, y predicadores, 18.710. Clérigos 8.258 y Legos 14.86810. Pero no era idéntica en todas las familias esa proporción. Entre los descalzos, de los 6.569 religiosos que había en 1700, eran sacerdotes 4.044, o sea, el 61,5 por ciento, de los que solamente 1.280 ostentaban el título de predicador, menos de la tercera parte. Entre los reformados eran sacerdotes el 53 por ciento, y de ellos eran predicadores la mitad. Entre los recoletos los sacerdotes representaban el 58,6 por ciento, y de ellos el 60 por ciento eran predicadores. Entre los observantes de la familia cismontana los sacerdotes formaban el 60 por ciento, de ellos el 36 por ciento predicadores; en la familia ultramontana eran sacerdotes el 65 por ciento, y de éstos eran predicadores el 52 por ciento11. Conventuales El número de provincias, que en 1517 se mantuvo en las 34 tradicionales, hubo de reducirse notablemente en el curso del siglo XVI, a causa de la expansión del protestantismo, de la supresión total en la Península Ibérica y de la disminución del número de religiosos en otras naciones. Los espaciosos conventos, albergue en otro tiempo de nutridas comunidades, iban quedando casi desalquilados. El mapa de las provincias italianas permaneció casi inmutado hasta la revolución francesa; contaban el mayor número de conventos las de Las Marcas, Tierra de Labor y Sicilia. En el siglo XVI se formó la de Cerdeña y en 1726 la de Turín, con los conventos del Piamonte que habían pertenecido a las de Milán y Génova. En Francia sólo pudieron retener los conventuales en el siglo XVI las provincias meridionales de Borgoña, San Luis y Aquitania y formar en el Norte la de Lieja con los restos de la antigua provincia de Francia, incorporada a los observantes. Al restituirse a los conventuales las "provincias confederadas" en 1771, se hizo una nueva demarcación, llegando a formar nueve provincias con un total de 2.000 religiosos; desaparecerían por completo en la revolución francesa. En Irlanda los pocos conventos existentes se pasaron a los observantes en 1541. En Inglaterra y Escandinavia el protestantismo acabó con todas las casas, y en Alemania sólo pudo salvarse la provincia de Colonia; la de Strasburgo se mantuvo en Baviera y Suiza. Más prósperas siguieron las de Austria, Hungría y Polonia; en el siglo XVII se desmembró la de Stiria, en 1732 la de Moravia y en 1754 la de Silesia. La de Hungría se extinguió en el siglo XVII, pero fue restaurada en el XVIII. En cambio no volvió a renacer la de Transilvania, desaparecida en el siglo XVIII. En Polonia existían en el siglo XVII la provincia de este nombre y la de Rusia; de ésta se desmembró en 1685 la de Lituania. Como restos de las antiguas vicarías misionales se perpetuaron hasta nuestros días las provincias de Oriente y de "Romania". En el catálogo oficial siguieron figurando como provincias titulares las de Inglaterra, Irlanda, Sajonia, Dinamarca y Tierra Santa. La curva numérica siguió las vicisitudes de la decadencia o prosperidad de las provincias. Descendió notablemente en el siglo XVI, sobre todo al desaparecer la orden en el norte de Europa y en la Península Ibérica, y fue creciendo progresivamente en los dos siglos siguientes, hasta alcanzar la cifra máxima en 1773, cuando la incorporación de los observantes de Francia, hecha en 1771, dio origen a seis nuevas provincias. Pero resulta difícil presentar esa realidad en números, ya que son pocas las estadísticas detalladas. En 1585 publicó Pedro Ridolfi una reseña de las provincias, custodias y casas, pero de escaso valor estadístico12. Existe una relación muy detallada de 1654, pero sólo de las doce provincias de Italia peninsular: Conventos 526, Profesos 4.945 y Conversos 1.14113. La más completa es la de 1682, dada a conocer por Juan Franceschi14, y utilizada más tarde por Pedro Antonio de Venecia15, que da las cifras totales de religiosos en sus varias categorías. Para 1773 tenemos una estadística completa de provincias y conventos16. He aquí un cuadro general según esos datos: En 1517, 34 provincias; en 1586, 31 provincias; en 1682, 31 provincias, 952 casas y 15.190 religiosos; en 1773, 40 provincias, 1.272 casas y unos 25.000 religiosos. El total de religiosos estaba distribuido de la siguiente manera en 1682: Maestros o regentes 1.310, Predicadores 3.800, Sacerdotes 11.520, Clérigos 1.400 y Legos 2.270 Los sacerdotes representaban el 76 por ciento, el índice más elevado entre las varias familias franciscanas; de ellos, sólo la tercera parte eran predicadores. La distribución por áreas geográficas ofrece el siguiente cuadro: Italia e islas.- En 1682, 15 provincias y 700 casas; en 1773, 16 provincias y 607 casas. Francia.- En 1672, 4 provincias y 61 casas; en 1773, 9 provincias y 302 casas. Región germano-belga.- En 1682, 6 provincias y 92 casas; en 1773, 8 provincias y 144 casas. Balcanes y Oriente.- En 1682, 3 provincias y 26 casas; en 1773, 4 provincias y 47 casas. Polonia y Lituania.- En 1682, 2 provincias y 33 casas; en 1773, 2 provincias y 60 casas. Rusia.- En 1682, 1 provincia y 40 casas; en 1773, 1 provincia y 27 casas. Capuchinos Al hacerse la primera distribución en provincias en 1535, el mapa de la orden en Italia estaba formado por doce provincias: Milán, Venecia, Génova, Bolonia, Toscana, Las Marcas, Umbría, Roma, Nápoles, Apulia, Calabria y Sicilia. En 1554 se constituyó la de Foggia, en 1560 se disgregó la de Lucania, en 1573 Sicilia se dividía en tres: Palermo, Messina y Siracusa, en 1575 aparecía la de los Abruzos, en 1584 la de Calabria se desmembraba en las de Cosenza y Reggio, en 1587 se separaba de la de Milán la de Brescia, en 1590 de la de Apulia la de Lecce-Otranto, en 1599 se creaba la custodia de Piamonte, que era erigida en provincia en 1619. También las islas próximas a Italia experimentaron muy luego los efectos de este proselitismo incontenible. En 1543 se constituía la provincia de Córcega, en 1589 se establecían los capuchinos en Malta, en 1591 en Cerdeña, con tal éxito que en 1605 quedaba ya erigida en esta isla una nueva provincia. Los conventos fundados en Francia formaron en 1578 dos comisariatos, que en 1580 eran erigidos en provincias: la de París y la de Lyon; en 1588 se creaban la de san Luis en la Provenza y la de Toulouse en el Languedoc; en 1606 se erigía la de Lorena, en 1610 la de Turena y en 1618 las dos de Saboya y Borgoña. La provincia de Bélgica fue creada en 1595 y en 1616 quedó dividida en dos, correspondientes a las dos lenguas flamenca y valona: la Flandro-Bélgica y la Galo-Bélgica. De la primera provincia española de Cataluña, erigida en 1582, se disgregó la de Valencia en 1605 y la de Aragón en 1607; la de Castilla quedaba constituida en 1618. En la Europa central se fundaron por la misma época las de Suiza (1589), Tirol (1605), Austria (1618), Stiria (1619) y Colonia (1625). Al cumplir, pues, el primer siglo de su historia, la orden capuchina contaba con 23 provincias en Italia e islas adyacentes, 8 en Francia, 4 en España, 2 en Flandes y 5 en Europa central. Casi todas las desmembraciones o rectificaciones de límites de la época siguiente obedecieron a exigencias políticas o a intervenciones del poder civil. En Italia fueron muy contados los cambios hasta el siglo XIX; en el resto de Europa la división de provincias chocaba siempre con la resistencia que oponían los capítulos generales por la cuestión de la primacía en el número de votos. Las provincias formadas por exigencias de la expansión de la orden fueron: Andalucía (1637), Navarra (1679), Bretaña (1629), Normandía (1629), Guyenne (1640), Cagliari (1696), Sassari (1696), Avignon (1750), Irlanda (1733), Baviera (1669), Franconia (1711), Westfalia (1667), Bohemia (1673) y Polonia (1754). Al contrario de lo que sucede con las otras ramas, la progresión numérica de la orden capuchina se puede seguir, a través de los datos publicados, casi paso a paso desde mediados del siglo XVI. El desarrollo culminante lo hallamos en la estadística de 1761; la siguiente de 1782 acusa ya fuertemente la disminución debida a las causas que más adelante estudiaremos. Ofrecemos los números de los años más indicativos17. En 1529, 4 casas y unos 30 religiosos. En 1536, 12 provincias y unos 700 religiosos. En 1578, 21 provincias, 325 casas y 3.746 religiosos. En 1605, 34 provincias, 757 casas y 9.595 religiosos. En 1613, 39 provincias, 918 casas y 12.499 religiosos. En 1625, 42 provincias, 1.192 casas y 16.966 religiosos. En 1650, 47 provincias, 1.428 casas y 21.840 religiosos. En 1702, 57 provincias, 1.647 casas y 27.336 religiosos. En 1754, 63 provincias, 1.715 casas y 32.821 religiosos. En 1761, 64 provincias, 1.730 casas y 34.029 religiosos. En 1782, 63 provincias, 1.682 casas y 28.598 religiosos. También de la distribución proporcional de las diversas categorías de religiosos poseemos datos precisos. De los 3.746 religiosos que había en 1578, sólo 196 eran predicadores. En 1618 los sacerdotes formaban el 46 por ciento del total, y entre éstos eran predicadores el 29 por ciento. En 1702 la proporción era: sacerdotes el 60 por ciento, de ellos predicadores el 61 por ciento. En 1761: sacerdotes el 65 por ciento, de ellos predicadores el 75 por ciento. La proporción de sacerdotes con el título de predicador fue aumentando hasta superar con mucho la de las otras ramas franciscanas. La distribución por áreas geográficas era como sigue: Italia e islas.- En 1623, 23 provincias, 761 casas y 9.782 religiosos. En 1761, 28 provincias, 866 casas y 15.741 religiosos. Francia.- En 1625, 8 provincias, 236 casas y 3.894 religiosos. En 1761, 14 provincias, 390 casas y 6.051 religiosos. España.- En 1625, 4 provincias, 67 casas y 1.184 religiosos. En 1761, 6 provincias, 115 casas y 3.058 religiosos. Región germano-belga.- En 1625, 7 provincias, 121 casas y 1.952 religiosos. En 1761, 14 provincias, 328 casas y 8.058 religiosos. Polonia.- En 1625, nada. En 1761, 1 provincia, 11 casas y 305 religiosos. Irlanda.- En 1625, nada. En 1761, 1 provincia, 2 casas y 148 religiosos. * * * Finalmente, un cuadro global de toda la orden nos daría aproximadamente estas cifras: Observantes.- Hacia 1575, 83 provincias y 1.980 casas. Hacia 1700, 82 provincias, 2.280 casas y 36.363 religiosos. Hacia 1762, 87 provincias, 2.330 casas y 39.900 religiosos.- Reformados, hacia 1575, 30 casas; hacia 1700, 35 provincias, 720 casas y 13.902 religiosos; hacia 1762, 37 provincias, 808 casas y 18.992 religiosos.- Descalzos, hacia 1575, 5 provincias y 100 casas; hacia 1700, 16 provincias, 340 casas y 6.569 religiosos; hacia 1762, 20 provincias, 430 casas y 7.000 religiosos.- Recoletos, hacia 1575, 3 casas; hacia 1700, 21 provincias, 422 casas y 9.156 religiosos; hacia 1762, 22 provincias, 490 casas y 11.000 religiosos.- Totales de la observancia, hacia 1575, 88 provincias, 2.113 casas y unos 35.000 religiosos; hacia 1700, 154 provincias, 3.762 casas y 65.990 religiosos; hacia 1762, 166 provincias, 4.058 casas y 76.892 religiosos. Conventuales.- Hacia 1575, 31 provincias, unas 900 casas y unos 12.000 religiosos. Hacia 1700, 31 provincias, 952 conventos y 15.190 religiosos. Hacia 1762, 34 provincias, 972 casas y unos 21.000 religiosos. Capuchinos.- Hacia 1575, 19 provincias, 315 conventos y unos 3.600 religiosos. Hacia 1700, 57 provincias, 1.647 casas y 27.336 religiosos. Hacia 1762, 64 provincias, 1.730 casas y 34.029 religiosos. Totales de la entera primera orden.- Hacia 1575, 138 provincias, 1.328 casas y unos 50.600 religiosos. Hacia 1700, 242 provincias, 6.361 casas y 108.516 religiosos. Hacia 1762, 264 provincias, 6.760 casas y 131.951 religiosos. El siglo del máximo crecimiento fue el XVII. A la masa de más de cien mil hijos de san Francisco hemos de añadir los efectivos, también considerables, de las otras grandes órdenes religiosas. Si se tiene en cuenta que hacia la mitad del siglo la población de las naciones católicas había experimentado una fuerte flexión por varias causas, no debe extrañar que semejante explosión de vida consagrada creara motivos de preocupación, sobre todo en Italia. En 1631 Urbano VIII hubo de salir al paso a la facilidad con que eran admitidos los candidatos para llenar el vacío originado por las epidemias recientes en los conventos18; en 1643 el mismo papa, a petición del general de los conventuales, autorizó la supresión de los conventos pequeños, en que no hubiera número suficiente para llevar la observancia regular19. Pero el paso más audaz, causa de gran malestar en las órdenes religiosas, fue la serie de medidas tomadas bajo el gobierno de Inocencio X para reducir drásticamente el número de regulares en Italia e islas adyacentes. Se comenzó por la prohibición, en 1649, de recibir novicios durante diez años. Esta disposición fue aplazada al crearse, en diciembre del mismo año, una especial congregación cardenalicia, la cual realizó un inventario detallado de todos los bienes, censos, ingresos y medios de vida, así como de los religiosos que moraban en cada convento. Fruto de todo aquel estudio fue la bula de Inocencio X Instaurandae regularis disciplinae (15 octubre 1652) decretando la supresión de todos los conventos donde hubiera menos de doce religiosos, a menos que la congregación cardenalicia hiciera una excepción. Otra bula de 1654 disponía que los conventos menores así exceptuados pasaran bajo la jurisdicción de los obispos y que todos los que no contaran con seis religiosos fueran suprimidos. Se ha calculado que los conventos de Italia quedaron reducidos en un 24,2 por ciento. Los observantes y los reformados perdieron pocos, los capuchinos ninguno, ya que vivían de limosna. En el fondo, efectivamente, no se trataba de un recurso para la renovación de las órdenes religiosas, sino para la integración de las rentas monásticas en la administración beneficiaria diocesana. Por esta razón los conventuales, que tenían posesiones y rentas, perdieron 242 conventos de los 907 que poseían, y un buen número quedaron bajo la jurisdicción episcopal. Por otra parte, la mencionada congregación tasó a cada una de las provincias de Italia el número de novicios clérigos y legos que podían recibir cada año; oscilaban entre seis y diez; los novicios legos no podían pasar de dos. En 1657 fue suavizada esta medida20, para ser renovada, aunque sin efecto, en 1696 y en fechas sucesivas. A reclamación del gobierno, hubo también varias intervenciones de la santa Sede en España, como la de Alejandro VII en 1661 prohibiendo nuevas fundaciones21, la de Inocencio XIII en 1723 y la posterior de Benedicto XIII, regulando la admisión de novicios según las posibilidades de subsistencia. Los mismos superiores generales tomaban medidas en ese sentido, como lo hizo en México el capítulo de la provincia de Jalisco en 1655, prohibiendo al provincial recibir novicios22 y en Polonia los superiores de la observancia en 175523. NOTAS: 1. H. Holzapfel, Manuale, 543-359.- P. M. Sevesi, L'Ordine dei Frati Minori, II, Milano 1960, 210-252. 2. Chronol. Hist. Leg. I, 531; Bull. Discalceatorum, II, 674. 3. Glassberger, Chronica, AF II, 563, 565, 567; Chronol. Hist. Leg., 1.279, 327, 366; De Gubernatis, Orbis seraphicus, III, 298, 354; Annales Minorum, XXVIII, 1633, 47; XXXI, 1664, 168. 4. F. Gonzaga, De origine seraphicae religionis, Romae 1587.- Annales Minorum, XXII, 1587, p. 107-158. 5. Annales Minorum, XXVIII, 1639, 472-475. 6. D. de Lequile, Hierarchia Franciscana, II, Roma 1664, 519.- Annales Minorum, XXXI, 1664, 169-178. 7. Tabula geographica totius seraphici ordinis Fr. Minorum... Monachii 1680.- De Gubernatis, Orbis seraphicus, I, Romae 1682, 477-482.- Annales Minorum, XXXII, 1680, 470-608. 8. Giardino serafico istorico, I, Venezia 1710, 242. 9. H. Holzapfel, Manuale, 379s. 10. F. Hueber, Menologium, 154-187. El total da 61.380 religiosos, pero hay que tener en cuenta que el autor del Menologium repite algunas provincias. 11. Giardino serafico istorico, I, 19. 12. Historiae Seraphicae Religionis, Venetiis 1586, fol. 247-295. 13. Annales Minorum, XXX, 1654, p. 213. 14. Status Religionis franciscanae Minorum Conventualium, Romae 1682. 15. Giardino serafico istorico, I, 191s. 16. Cf. Manuale dei Minori Conventuali, Roma 1897, 189-195. 17. Cf. Melchor de Pobladura, Historia, I, 95-98; II, 62-68.- Lexicon Capuccinum, Roma 1951, 334. En cada capítulo general se hacía normalmente la estadística completa de toda la orden; cf. Collectio authentica ordinationum... en Analecta OFMCap 5 (1889) - 8 (1892). 18. Annales Minorum, XXVII, 1631, p. 313. 19. Annales Minorum, XXVIII, 1635, p. 201. 20. Annales Minorum, XXIX, 1649, p. 468-471; XXX, 1652, p. 66-76; 1654, p. 208-210; 1655, p. 273 n. 1.- J. Franchini, Status Religionis franciscanae..., 13-20.- Melchor de Pobladura, Historia, II, 100.- E. Boaga, La soppressione innocenziana dei piccoli conventi in Italia. Roma 1971. El excesivo número de regulares no sólo preocupaba en la curia romana. Provocaba también reacciones y propuestas curiosas, como la llegada de España en 1635 proponiendo alistar "30.000 frailes mozos y ociosos" para luchar contra los enemigos de la cristiandad (AIA 8 (1917) 77), o la que mereció el visto bueno, en principio, de la curia romana en 1654, que planeaba una cruzada de 2.000 franciscanos observantes contra el turco (Anuales Minorum, XXX, 1654, p. 251s). 21. Annales Minorum, XXXI, 1661, 26s. 22. Annales Minorum, XXX, 1655, p. 288. 23. H. Holzapfel, Manuale, 372. |