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OFICIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
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. | Salmo I Oh Dios, te conté mi vida, * y tú pusiste mis lágrimas en tu presencia. Todos mis enemigos tramaban males contra mí, * y juntos celebraron consejo. Y me devolvieron mal por bien, * y odio por mi amor. En lugar de amarme, me criticaban, * pero yo oraba. Padre santo mío, rey del cielo y de la tierra, no te alejes de mí, * porque la tribulación está cerca y no hay quien me ayude. Retrocedan mis enemigos * el día en que te invoque; así conoceré que tú eres mi Dios. Mis amigos y mis compañeros se acercaron y se quedaron en pie frente a mí, * y mis allegados se quedaron lejos de pie. Alejaste de mí a mis conocidos, * me consideraron como abominación para ellos, fui traicionado y no huía. Padre santo, no alejes tu auxilio de mí; * Dios mío, atiende a mi auxilio. Ven en mi ayuda, * Señor, Dios de mi salvación. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo: Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros con san Miguel arcángel y con todas las virtudes de los cielos y con todos los santos ante tu santísimo amado Hijo, Señor y maestro.- Gloria al Padre. Como era.
Oración: Bendigamos al Señor Dios vivo y verdadero: tributémosle siempre alabanza, gloria, honor, bendición y todos los bienes. Amén. Amén. Hágase. Hágase.
Salmo II Señor, Dios de mi salvación, * de día y de noche clamé ante ti. Llegue mi oración a tu presencia, * inclina tu oído a mi súplica. Atiende a mi alma y rescátala, * por causa de mis enemigos, líbrame. Porque tú eres quien me sacó del vientre materno, ' mi esperanza desde los pechos de mi madre; * desde su seno fui lanzado a ti. Desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios; * no te apartes de mí. Tú conoces mi oprobio y mi confusión * y mi vergüenza. En tu presencia están todos los que me atribulan; * improperio y miseria esperó mi corazón. Y esperé que alguien se contristara conmigo, y no lo hubo; * y que alguien me consolara, y no lo encontré. Oh Dios, los inicuos se alzaron contra mí, * y la sinagoga de los poderosos anduvo buscando mi alma; y no te pusieron a ti ante sus ojos. Fui contado con los que bajan a la fosa; * llegué a ser como un hombre sin ayuda, libre entre los muertos. Tú eres mi Padre santísimo, * Rey mío y Dios mío. Atiende a mi ayuda, * Señor, Dios de mi salvación.
Salmo III Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí, * porque mi alma confía en ti. Y esperaré a la sombra de tus alas, * hasta que pase la iniquidad. Clamaré al santísimo Padre mío altísimo, * al Señor, que ha sido mi bienhechor. Envió desde el cielo y me libró, * entregó al oprobio a los que me pisoteaban. Envió Dios su misericordia y su verdad; * libró mi alma de mis fortísimos enemigos y de aquellos que me odiaron, porque se hicieron fuertes contra mí. Prepararon un lazo para mis pies, * y doblegaron mi alma. Cavaron ante mí una fosa, * y cayeron en ella. Mi corazón está preparado, oh Dios, mi corazón está preparado; * cantaré y recitaré un salmo. Levántate, gloria mía, levántate, arpa y cítara; * me levantaré a la aurora. Te confesaré entre los pueblos, Señor, * y te recitaré un salmo entre las gentes. Porque tu misericordia se ha engrandecido hasta los cielos; * y hasta las nubes, tu verdad. Álzate sobre los cielos, oh Dios; * y sobre toda la tierra, tu gloria.
Salmo IV Ten piedad de mí, oh Dios, porque me ha pisoteado el hombre, * todo el día hostigándome me ha atribulado. Mis enemigos me han pisoteado todo el día, * porque son muchos los que guerrean contra mí. Todos mis enemigos maquinaban males contra mí, * pronunciaron una palabra inicua contra mí. Los que acechaban mi alma * celebraron consejo juntos. Salían fuera * y hablaban sobre eso mismo. Todos los que me vieron se rieron de mí, * hicieron muecas y movieron la cabeza. Y yo soy gusano y no hombre, * oprobio de los hombres y desecho del pueblo. Me he convertido en gran oprobio para mis vecinos, más que todos mis enemigos, * y en temor para mis conocidos. Padre santo, no alejes tu auxilio de mí, * mira por mi defensa. Atiende a mi ayuda, * Señor, Dios de mi salvación.
Salmo V A voz en grito clamé al Señor, * a voz en grito supliqué al Señor. En su presencia derramo mi oración, * y ante él expongo mi tribulación. Cuando me va faltando el aliento, * y tú conoces mis senderos. En este camino por donde andaba, * los soberbios me escondieron un lazo. Yo miraba a la derecha, y veía, * y no había quien me conociese. No tengo adonde huir, * y no hay quien cuide de mi alma. Porque por ti soporté el oprobio, * la confusión cubrió mi rostro. Me he convertido en extraño para mis hermanos, * y en peregrino para los hijos de mi madre. Padre Santo, el celo de tu casa me devoró, * y los oprobios de los que te censuraban cayeron sobre mí. Y se alegraron a mi costa y se reunieron, * se acumularon sobre mí los azotes y de improviso. Se multiplicaron más que los cabellos de mi cabeza * los que me odiaron sin causa. Se hicieron fuertes los enemigos que me perseguían injustamente; * devolví entonces lo que no había robado. Levantándose testigos inicuos, * me preguntaban lo que no sabían. Me devolvían mal por bien y me criticaban, * porque seguía la bondad. Tú eres mi Padre santísimo, * Rey mío y Dios mío. Atiende a mi ayuda, * Señor, Dios de mi salvación.
Salmo VI Oh todos vosotros los que pasáis por el camino, * atended y ved si hay dolor como mi dolor. Porque me rodearon perros innumerables, * me asedió el consejo de los malvados. Ellos me miraron y contemplaron, * se repartieron mis vestidos y echaron a suerte mi túnica. Taladraron mis manos y mis pies, * y contaron todos mis huesos. Abrieron su boca contra mí, * como león que apresa y ruge. Estoy derramado como el agua, * y todos mis huesos están dislocados. Y mi corazón se ha vuelto como cera que se derrite * en medio de mis entrañas. Se secó mi vigor como una teja, * y mi lengua se me pegó al paladar. Y me dieron hiel para mi comida, * y en mi sed me dieron vinagre. Y me llevaron al polvo de la muerte, * y aumentaron el dolor de mis llagas. Yo dormí y me levanté, * y mi Padre santísimo me recibió con gloria. Padre santo, sostuviste mi mano derecha ' y me guiaste según tu voluntad, * y me recibiste con gloria. Pues, ¿qué hay para mí en el cielo?; * y fuera de ti, ¿qué he querido sobre la tierra? Mirad, mirad, porque yo soy Dios, dice el Señor; * seré ensalzado entre las gentes y seré ensalzado en la tierra. Bendito el Señor Dios de Israel, que redimió las almas de sus siervos con su propia santísima sangre, * y no abandonará a ninguno de los que esperan en él. Y sabemos que viene, * que vendrá a juzgar la justicia.
Salmo VII Pueblos todos, batid palmas, * aclamad a Dios con gritos de júbilo. Porque el Señor es excelso, * terrible, Rey grande sobre toda la tierra. Porque el santísimo Padre del cielo, nuestro Rey antes de los siglos, * envió a su amado Hijo desde lo alto y realizó la salvación en medio de la tierra. Alégrense los cielos y exulte la tierra, ' conmuévase el mar y cuanto lo llena; * se alegrarán los campos y todo lo que hay en ellos. Cantadle un cántico nuevo, * cantad al Señor, toda la tierra. Porque grande es el Señor y muy digno de alabanza, * más temible que todos los dioses. Familias de los pueblos, ofreced al Señor, ' ofreced al Señor gloria y honor, * ofreced al Señor gloria para su nombre. Ofreced vuestros cuerpos ' y llevad a cuestas su santa cruz, * y seguid hasta el fin sus santísimos preceptos. Tiemble en su presencia la tierra entera; * decid entre las gentes que el Señor reinó desde el madero. Y subió al cielo, y está sentado a la derecha del santísimo Padre en el cielo; elévate sobre el cielo, oh Dios, * y sobre toda la tierra, tu gloria. Y sabemos que viene, * que vendrá a juzgar la justicia.
Salmo VIII Oh Dios, ven en mi auxilio; * Señor, date prisa en socorrerme. Queden confundidos y avergonzados * los que buscan mi alma. Que retrocedan y se ruboricen * los que me desean males. Que retrocedan al punto ruborizados * los que me dicen: Bravo, bravo. Que se gocen y se alegren en ti todos los que te buscan, * y digan siempre: Magnificado sea el Señor, los que aman tu salvación. Mas yo soy necesitado y pobre; * oh Dios, ayúdame. Mi auxilio y mi libertador eres tú; * Señor, no tardes.
Salmo IX Cantad al Señor un cántico nuevo, * porque ha hecho maravillas. Su diestra ha sacrificado a su amado Hijo, * y su santo brazo. El Señor ha dado a conocer su salvación, * ante la mirada de las gentes ha revelado su justicia. En aquel día envió el Señor su misericordia, * y de noche su cántico. Éste es el día que hizo el Señor, * exultemos y alegrémonos en él. Bendito el que viene en el nombre del Señor; * Dios es Señor, y él nos iluminó. Alégrense los cielos y exulte la tierra, ' conmuévase el mar y cuanto lo llena; * se alegrarán los campos y todo lo que hay en ellos. Familias de los pueblos, ofreced al Señor, ' ofreced al Señor gloria y honor, * ofreced al Señor gloria para su nombre. Reinos de la tierra, cantad a Dios, * cantad un salmo al Señor. Cantad un salmo a Dios, que se eleva sobre los cielos, * hacia el oriente. He aquí que lanza él su voz, su voz poderosa: ' Dad gloria a Dios en Israel; * su magnificencia y su poder en las nubes. Admirable es Dios en sus santos; * el Dios de Israel dará poder y fortaleza a su pueblo; bendito sea Dios. Gloria.
Salmo X Aclamad al Señor, tierra entera, ' decid un salmo en honor de su nombre, * dadle gloria en alabanza suya. Decid a Dios: Qué terribles son tus obras, Señor; * por la grandeza de tu fuerza, te adularán tus enemigos. Que toda la tierra te adore y salmodie para ti, * que diga un salmo en honor de tu nombre. Venid, oíd y os contaré, todos los que teméis a Dios, * cuánto ha hecho él a mi alma. A él clamé con mi boca, * y lo alabé con mi lengua. Y desde su santo templo escuchó mi voz, * y mi clamor llegó a su presencia. Bendecid, pueblos, a nuestro Señor; * y haced que se oiga la voz para su alabanza. Y serán benditas en él todas las tribus de la tierra, * todos los pueblos lo engrandecerán. Bendito el Señor, Dios de Israel, * el único que hace grandes maravillas. Y bendito su nombre glorioso para siempre; * y toda la tierra se llenará de su gloria. Amén, amén.
Salmo XI Que te escuche el Señor en el día de la tribulación, * que te proteja el nombre del Dios de Jacob. Que te envíe auxilio desde el santuario, * y que desde Sión mire por ti. Que se acuerde de todos tus sacrificios, * y que tu holocausto le sea grato. Que te conceda lo que tu corazón desea, * y que confirme todos tus designios. Nos alegraremos en tu salvación, * y en el nombre del Señor Dios nuestro seremos engrandecidos. Que el Señor colme todas tus peticiones; ' ahora conozco que el Señor envió a Jesucristo, su Hijo, * y juzgará a los pueblos con justicia. Y el Señor se ha hecho refugio de los pobres, ' ayuda oportuna en la tribulación; * y que esperen en ti los que conocen tu nombre. Bendito el Señor, mi Dios, ' porque se ha hecho mi protector y mi refugio * en el día de mi tribulación. Ayuda mía, a ti te salmodiaré, ' porque tú, oh Dios, eres mi protector, * Dios mío, misericordia mía.
Salmo XII En ti, Señor, esperé, no sea confundido para siempre; * en tu justicia líbrame y sálvame. Inclina a mí tu oído, * y sálvame. Sé tú para mí un Dios protector ' y un lugar fortificado, * para que me salves. Porque tú, Señor, eres mi esperanza, * mi confianza, Señor, desde mi juventud. En ti estoy apoyado desde el seno materno, ' desde el vientre de mi madre eres tú mi protector; * en ti está siempre mi canción. Que se llene mi boca de alabanza, ' para que yo cante tu gloria, * tu grandeza todo el día. Escúchame, Señor, porque tu misericordia es benigna; * mírame según la inmensidad de tus misericordias. Y no apartes tu rostro de tu siervo; * escúchame enseguida, porque estoy atribulado. Bendito el Señor, mi Dios, ' porque se ha hecho mi protector y mi refugio * en el día de mi tribulación. Ayuda mía, a ti te salmodiaré, ' porque tú, oh Dios, eres mi protector, * Dios mío, misericordia mía.
Salmo XIII ¿Hasta cuándo, Señor, me olvidarás por siempre? * ¿Hasta cuándo apartarás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo tendré congojas en mi alma, * dolor en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo triunfará mi enemigo sobre mí? * Mira y escúchame, Señor, Dios mío. Ilumina mis ojos para que nunca me duerma en la muerte, * para que nunca diga mi enemigo: He prevalecido contra él. Los que me atribulan se alegrarían si yo cayera; * pero yo he esperado en tu misericordia. Mi corazón exultará en tu salvación; cantaré al Señor que me colmó de bienes, * y salmodiaré al nombre del Señor altísimo.
Salmo XIV Te alabaré, Señor, santísimo Padre, Rey del cielo y de la tierra, * porque me has consolado. Tú, oh Dios, eres mi salvador; * actuaré confiadamente y no temeré. Mi fuerza y mi alabanza es el Señor, * y se ha hecho salvación para mí. Tu diestra, Señor, se ha engrandecido en la fortaleza; ' tu diestra, Señor, hirió al enemigo, * y en la inmensidad de tu gloria derribaste a mis adversarios. Que lo vean los pobres y se alegren; * buscad a Dios y vivirá vuestra alma. Alábenlo el cielo y la tierra, * el mar y cuanto se mueve en ellos. Porque Dios salvará a Sión, * y se reconstruirán las ciudades de Judá. Y habitarán allí, * y la adquirirán en herencia. Y la estirpe de sus siervos la poseerá, * y los que aman su nombre habitarán en ella.
Salmo XV Gritad de gozo a Dios, nuestra ayuda; * aclamad al Señor Dios vivo y verdadero con gritos de júbilo. Porque el Señor es excelso, * terrible, Rey grande sobre toda la tierra. Porque el santísimo Padre del cielo, Rey nuestro antes de los siglos, ' envió a su amado Hijo de lo alto, * y nació de la bienaventurada Virgen santa María. Él me invocó: Tú eres mi Padre; * y yo lo constituiré mi primogénito, excelso sobre los reyes de la tierra. En aquel día envió el Señor su misericordia, * y de noche su cántico. Éste es el día que hizo el Señor, * exultemos y alegrémonos en él. Porque un santísimo niño amado se nos ha dado, ' y nació por nosotros de camino y fue puesto en un pesebre, * porque no tenía lugar en la posada. Gloria al Señor Dios en las alturas, * y en la tierra, paz a los hombre de buena voluntad. Alégrense los cielos y exulte la tierra, ' conmuévase el mar y cuanto lo llena; * se alegrarán los campos y todo lo que hay en ellos. Cantadle un cántico nuevo, * cantad al Señor, toda la tierra. Porque grande es el Señor y muy digno de alabanza, * más temible que todos los dioses. Familias de los pueblos, ofreced al Señor, ' ofreced al Señor gloria y honor, * ofreced al Señor gloria para su nombre. Ofreced vuestros cuerpos ' y llevad a cuestas su santa cruz, * y seguid hasta el fin sus santísimos preceptos. |
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