DIRECTORIO FRANCISCANO
Escritos de San Francisco de Asís

OFICIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR [OfP]
[Forma B]

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Salmo I

Oh Dios, te conté mi vida, * y tú pusiste mis lágrimas en tu presencia.

Todos mis enemigos tramaban males contra mí, * y juntos celebraron consejo.

Y me devolvieron mal por bien, * y odio por mi amor.

En lugar de amarme, me criticaban, * pero yo oraba.

Padre santo mío, rey del cielo y de la tierra, no te alejes de mí, * porque la tribulación está cerca y no hay quien me ayude.

Retrocedan mis enemigos * el día en que te invoque; así conoceré que tú eres mi Dios.

Mis amigos y mis compañeros se acercaron y se quedaron en pie frente a mí, * y mis allegados se quedaron lejos de pie.

Alejaste de mí a mis conocidos, * me consideraron como abominación para ellos, fui traicionado y no huía.

Padre santo, no alejes tu auxilio de mí; * Dios mío, atiende a mi auxilio.

Ven en mi ayuda, * Señor, Dios de mi salvación.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo: Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Antífona:

Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros con san Miguel arcángel y con todas las virtudes de los cielos y con todos los santos ante tu santísimo amado Hijo, Señor y maestro.- Gloria al Padre. Como era.

 

Oración:

Bendigamos al Señor Dios vivo y verdadero: tributémosle siempre alabanza, gloria, honor, bendición y todos los bienes. Amén. Amén. Hágase. Hágase.

 

Salmo II

Señor, Dios de mi salvación, * de día y de noche clamé ante ti.

Llegue mi oración a tu presencia, * inclina tu oído a mi súplica.

Atiende a mi alma y rescátala, * por causa de mis enemigos, líbrame.

Porque tú eres quien me sacó del vientre materno, ' mi esperanza desde los pechos de mi madre; * desde su seno fui lanzado a ti.

Desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios; * no te apartes de mí.

Tú conoces mi oprobio y mi confusión * y mi vergüenza.

En tu presencia están todos los que me atribulan; * improperio y miseria esperó mi corazón.

Y esperé que alguien se contristara conmigo, y no lo hubo; * y que alguien me consolara, y no lo encontré.

Oh Dios, los inicuos se alzaron contra mí, * y la sinagoga de los poderosos anduvo buscando mi alma; y no te pusieron a ti ante sus ojos.

Fui contado con los que bajan a la fosa; * llegué a ser como un hombre sin ayuda, libre entre los muertos.

Tú eres mi Padre santísimo, * Rey mío y Dios mío.

Atiende a mi ayuda, * Señor, Dios de mi salvación.

 

Salmo III

Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí, * porque mi alma confía en ti.

Y esperaré a la sombra de tus alas, * hasta que pase la iniquidad.

Clamaré al santísimo Padre mío altísimo, * al Señor, que ha sido mi bienhechor.

Envió desde el cielo y me libró, * entregó al oprobio a los que me pisoteaban.

Envió Dios su misericordia y su verdad; * libró mi alma de mis fortísimos enemigos y de aquellos que me odiaron, porque se hicieron fuertes contra mí.

Prepararon un lazo para mis pies, * y doblegaron mi alma.

Cavaron ante mí una fosa, * y cayeron en ella.

Mi corazón está preparado, oh Dios, mi corazón está preparado; * cantaré y recitaré un salmo.

Levántate, gloria mía, levántate, arpa y cítara; * me levantaré a la aurora.

Te confesaré entre los pueblos, Señor, * y te recitaré un salmo entre las gentes.

Porque tu misericordia se ha engrandecido hasta los cielos; * y hasta las nubes, tu verdad.

Álzate sobre los cielos, oh Dios; * y sobre toda la tierra, tu gloria.

 

Salmo IV

Ten piedad de mí, oh Dios, porque me ha pisoteado el hombre, * todo el día hostigándome me ha atribulado.

Mis enemigos me han pisoteado todo el día, * porque son muchos los que guerrean contra mí.

Todos mis enemigos maquinaban males contra mí, * pronunciaron una palabra inicua contra mí.

Los que acechaban mi alma * celebraron consejo juntos.

Salían fuera * y hablaban sobre eso mismo.

Todos los que me vieron se rieron de mí, * hicieron muecas y movieron la cabeza.

Y yo soy gusano y no hombre, * oprobio de los hombres y desecho del pueblo.

Me he convertido en gran oprobio para mis vecinos, más que todos mis enemigos, * y en temor para mis conocidos.

Padre santo, no alejes tu auxilio de mí, * mira por mi defensa.

Atiende a mi ayuda, * Señor, Dios de mi salvación.

 

Salmo V

A voz en grito clamé al Señor, * a voz en grito supliqué al Señor.

En su presencia derramo mi oración, * y ante él expongo mi tribulación.

Cuando me va faltando el aliento, * y tú conoces mis senderos.

En este camino por donde andaba, * los soberbios me escondieron un lazo.

Yo miraba a la derecha, y veía, * y no había quien me conociese.

No tengo adonde huir, * y no hay quien cuide de mi alma.

Porque por ti soporté el oprobio, * la confusión cubrió mi rostro.

Me he convertido en extraño para mis hermanos, * y en peregrino para los hijos de mi madre.

Padre Santo, el celo de tu casa me devoró, * y los oprobios de los que te censuraban cayeron sobre mí.

Y se alegraron a mi costa y se reunieron, * se acumularon sobre mí los azotes y de improviso.

Se multiplicaron más que los cabellos de mi cabeza * los que me odiaron sin causa.

Se hicieron fuertes los enemigos que me perseguían injustamente; * devolví entonces lo que no había robado.

Levantándose testigos inicuos, * me preguntaban lo que no sabían.

Me devolvían mal por bien y me criticaban, * porque seguía la bondad.

Tú eres mi Padre santísimo, * Rey mío y Dios mío.

Atiende a mi ayuda, * Señor, Dios de mi salvación.

 

Salmo VI

Oh todos vosotros los que pasáis por el camino, * atended y ved si hay dolor como mi dolor.

Porque me rodearon perros innumerables, * me asedió el consejo de los malvados.

Ellos me miraron y contemplaron, * se repartieron mis vestidos y echaron a suerte mi túnica.

Taladraron mis manos y mis pies, * y contaron todos mis huesos.

Abrieron su boca contra mí, * como león que apresa y ruge.

Estoy derramado como el agua, * y todos mis huesos están dislocados.

Y mi corazón se ha vuelto como cera que se derrite * en medio de mis entrañas.

Se secó mi vigor como una teja, * y mi lengua se me pegó al paladar.

Y me dieron hiel para mi comida, * y en mi sed me dieron vinagre.

Y me llevaron al polvo de la muerte, * y aumentaron el dolor de mis llagas.

Yo dormí y me levanté, * y mi Padre santísimo me recibió con gloria.

Padre santo, sostuviste mi mano derecha ' y me guiaste según tu voluntad, * y me recibiste con gloria.

Pues, ¿qué hay para mí en el cielo?; * y fuera de ti, ¿qué he querido sobre la tierra?

Mirad, mirad, porque yo soy Dios, dice el Señor; * seré ensalzado entre las gentes y seré ensalzado en la tierra.

Bendito el Señor Dios de Israel, que redimió las almas de sus siervos con su propia santísima sangre, * y no abandonará a ninguno de los que esperan en él.

Y sabemos que viene, * que vendrá a juzgar la justicia.

 

Salmo VII

Pueblos todos, batid palmas, * aclamad a Dios con gritos de júbilo. Porque el Señor es excelso, * terrible, Rey grande sobre toda la tierra.

Porque el santísimo Padre del cielo, nuestro Rey antes de los siglos, * envió a su amado Hijo desde lo alto y realizó la salvación en medio de la tierra.

Alégrense los cielos y exulte la tierra, ' conmuévase el mar y cuanto lo llena; * se alegrarán los campos y todo lo que hay en ellos.

Cantadle un cántico nuevo, * cantad al Señor, toda la tierra.

Porque grande es el Señor y muy digno de alabanza, * más temible que todos los dioses.

Familias de los pueblos, ofreced al Señor, ' ofreced al Señor gloria y honor, * ofreced al Señor gloria para su nombre.

Ofreced vuestros cuerpos ' y llevad a cuestas su santa cruz, * y seguid hasta el fin sus santísimos preceptos.

Tiemble en su presencia la tierra entera; * decid entre las gentes que el Señor reinó desde el madero.

Y subió al cielo, y está sentado a la derecha del santísimo Padre en el cielo; elévate sobre el cielo, oh Dios, * y sobre toda la tierra, tu gloria.

Y sabemos que viene, * que vendrá a juzgar la justicia.

 

Salmo VIII

Oh Dios, ven en mi auxilio; * Señor, date prisa en socorrerme.

Queden confundidos y avergonzados * los que buscan mi alma.

Que retrocedan y se ruboricen * los que me desean males.

Que retrocedan al punto ruborizados * los que me dicen: Bravo, bravo.

Que se gocen y se alegren en ti todos los que te buscan, * y digan siempre: ‘Magnificado sea el Señor’, los que aman tu salvación.

Mas yo soy necesitado y pobre; * oh Dios, ayúdame.

Mi auxilio y mi libertador eres tú; * Señor, no tardes.

 

Salmo IX

Cantad al Señor un cántico nuevo, * porque ha hecho maravillas.

Su diestra ha sacrificado a su amado Hijo, * y su santo brazo.

El Señor ha dado a conocer su salvación, * ante la mirada de las gentes ha revelado su justicia.

En aquel día envió el Señor su misericordia, * y de noche su cántico.

Éste es el día que hizo el Señor, * exultemos y alegrémonos en él.

Bendito el que viene en el nombre del Señor; * Dios es Señor, y él nos iluminó.

Alégrense los cielos y exulte la tierra, ' conmuévase el mar y cuanto lo llena; * se alegrarán los campos y todo lo que hay en ellos.

Familias de los pueblos, ofreced al Señor, ' ofreced al Señor gloria y honor, * ofreced al Señor gloria para su nombre.

Reinos de la tierra, cantad a Dios, * cantad un salmo al Señor. Cantad un salmo a Dios, que se eleva sobre los cielos, * hacia el oriente.

He aquí que lanza él su voz, su voz poderosa: ' Dad gloria a Dios en Israel; * su magnificencia y su poder en las nubes.

Admirable es Dios en sus santos; * el Dios de Israel dará poder y fortaleza a su pueblo; bendito sea Dios. Gloria.

 

Salmo X

Aclamad al Señor, tierra entera, ' decid un salmo en honor de su nombre, * dadle gloria en alabanza suya.

Decid a Dios: Qué terribles son tus obras, Señor; * por la grandeza de tu fuerza, te adularán tus enemigos.

Que toda la tierra te adore y salmodie para ti, * que diga un salmo en honor de tu nombre.

Venid, oíd y os contaré, todos los que teméis a Dios, * cuánto ha hecho él a mi alma.

A él clamé con mi boca, * y lo alabé con mi lengua.

Y desde su santo templo escuchó mi voz, * y mi clamor llegó a su presencia.

Bendecid, pueblos, a nuestro Señor; * y haced que se oiga la voz para su alabanza.

Y serán benditas en él todas las tribus de la tierra, * todos los pueblos lo engrandecerán.

Bendito el Señor, Dios de Israel, * el único que hace grandes maravillas.

Y bendito su nombre glorioso para siempre; * y toda la tierra se llenará de su gloria. Amén, amén.

 

Salmo XI

Que te escuche el Señor en el día de la tribulación, * que te proteja el nombre del Dios de Jacob.

Que te envíe auxilio desde el santuario, * y que desde Sión mire por ti.

Que se acuerde de todos tus sacrificios, * y que tu holocausto le sea grato.

Que te conceda lo que tu corazón desea, * y que confirme todos tus designios.

Nos alegraremos en tu salvación, * y en el nombre del Señor Dios nuestro seremos engrandecidos.

Que el Señor colme todas tus peticiones; ' ahora conozco que el Señor envió a Jesucristo, su Hijo, * y juzgará a los pueblos con justicia.

Y el Señor se ha hecho refugio de los pobres, ' ayuda oportuna en la tribulación; * y que esperen en ti los que conocen tu nombre.

Bendito el Señor, mi Dios, ' porque se ha hecho mi protector y mi refugio * en el día de mi tribulación.

Ayuda mía, a ti te salmodiaré, ' porque tú, oh Dios, eres mi protector, * Dios mío, misericordia mía.

 

Salmo XII

En ti, Señor, esperé, no sea confundido para siempre; * en tu justicia líbrame y sálvame.

Inclina a mí tu oído, * y sálvame.

Sé tú para mí un Dios protector ' y un lugar fortificado, * para que me salves.

Porque tú, Señor, eres mi esperanza, * mi confianza, Señor, desde mi juventud.

En ti estoy apoyado desde el seno materno, ' desde el vientre de mi madre eres tú mi protector; * en ti está siempre mi canción.

Que se llene mi boca de alabanza, ' para que yo cante tu gloria, * tu grandeza todo el día.

Escúchame, Señor, porque tu misericordia es benigna; * mírame según la inmensidad de tus misericordias.

Y no apartes tu rostro de tu siervo; * escúchame enseguida, porque estoy atribulado.

Bendito el Señor, mi Dios, ' porque se ha hecho mi protector y mi refugio * en el día de mi tribulación.

Ayuda mía, a ti te salmodiaré, ' porque tú, oh Dios, eres mi protector, * Dios mío, misericordia mía.

 

Salmo XIII

¿Hasta cuándo, Señor, me olvidarás por siempre? * ¿Hasta cuándo apartarás tu rostro de mí?

¿Hasta cuándo tendré congojas en mi alma, * dolor en mi corazón cada día?

¿Hasta cuándo triunfará mi enemigo sobre mí? * Mira y escúchame, Señor, Dios mío.

Ilumina mis ojos para que nunca me duerma en la muerte, * para que nunca diga mi enemigo: He prevalecido contra él.

Los que me atribulan se alegrarían si yo cayera; * pero yo he esperado en tu misericordia.

Mi corazón exultará en tu salvación; cantaré al Señor que me colmó de bienes, * y salmodiaré al nombre del Señor altísimo.

 

Salmo XIV

Te alabaré, Señor, santísimo Padre, Rey del cielo y de la tierra, * porque me has consolado.

Tú, oh Dios, eres mi salvador; * actuaré confiadamente y no temeré.

Mi fuerza y mi alabanza es el Señor, * y se ha hecho salvación para mí.

Tu diestra, Señor, se ha engrandecido en la fortaleza; ' tu diestra, Señor, hirió al enemigo, * y en la inmensidad de tu gloria derribaste a mis adversarios.

Que lo vean los pobres y se alegren; * buscad a Dios y vivirá vuestra alma.

Alábenlo el cielo y la tierra, * el mar y cuanto se mueve en ellos.

Porque Dios salvará a Sión, * y se reconstruirán las ciudades de Judá.

Y habitarán allí, * y la adquirirán en herencia.

Y la estirpe de sus siervos la poseerá, * y los que aman su nombre habitarán en ella.

 

Salmo XV

Gritad de gozo a Dios, nuestra ayuda; * aclamad al Señor Dios vivo y verdadero con gritos de júbilo.

Porque el Señor es excelso, * terrible, Rey grande sobre toda la tierra.

Porque el santísimo Padre del cielo, Rey nuestro antes de los siglos, ' envió a su amado Hijo de lo alto, * y nació de la bienaventurada Virgen santa María.

Él me invocó: Tú eres mi Padre; * y yo lo constituiré mi primogénito, excelso sobre los reyes de la tierra.

En aquel día envió el Señor su misericordia, * y de noche su cántico.

Éste es el día que hizo el Señor, * exultemos y alegrémonos en él.

Porque un santísimo niño amado se nos ha dado, ' y nació por nosotros de camino y fue puesto en un pesebre, * porque no tenía lugar en la posada.

Gloria al Señor Dios en las alturas, * y en la tierra, paz a los hombre de buena voluntad.

Alégrense los cielos y exulte la tierra, ' conmuévase el mar y cuanto lo llena; * se alegrarán los campos y todo lo que hay en ellos.

Cantadle un cántico nuevo, * cantad al Señor, toda la tierra.

Porque grande es el Señor y muy digno de alabanza, * más temible que todos los dioses.

Familias de los pueblos, ofreced al Señor, ' ofreced al Señor gloria y honor, * ofreced al Señor gloria para su nombre.

Ofreced vuestros cuerpos ' y llevad a cuestas su santa cruz, * y seguid hasta el fin sus santísimos preceptos.

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