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DE SAN FRANCISCO Y DE SANTA CLARA DE ASÍS |
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LECTURA TEOLÓGICA
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. | [Para tener a mano los Escritos de Santa Clara pulse este enlace. En las notas damos amplios fragmentos de su Testamento] Las páginas que siguen quieren ser una «lectura teológica» del Testamento de santa Clara de Asís (TestCl), sin entrar en la cuestión crítica de su entera autenticidad, aún por resolver. Es decir, una lectura que tenga en cuenta la experiencia de fe que movió su pluma al escribir y que le hizo escribir lo que escribió. Dicho de otra forma: leer el Testamento subrayando los artículos de la fe o del credo que Clara destaca y acentúa en este escrito suyo, sin duda el más rico teológicamente, el que más artículos de la experiencia de su fe contiene y proclama. Lo que no quiere decir que Clara se lo propusiese. Dejó, sencillamente, hablar a su corazón y a su fe... y nos transmitió su experiencia cristiana. Una experiencia que no es, a pesar de lo dicho, de una gran abundancia. Como se verá, Clara juega con pocos elementos de lo cristiano; pero juega limpio, a fondo, con decisión. Es muy clara, va muy al blanco y al centro de lo cristiano. Francisco, su jardinero, por ejemplo, es más abundante en su Testamento. Pienso en sus artículos de «el Señor me condujo en medio de los leprosos... El Señor me dio una fe tal en las iglesias... El Señor me dio una fe tan grande en los sacerdotes... Quiero que estos santísimos misterios [el cuerpo y sangre del Señor] sean honrados y venerados por encima de todo y colocados en lugares preciosos. Y los santísimos nombres y sus palabras escritas quiero recogerlos y ruego que se recojan y se coloquen en lugar decoroso. Y también a todos los teólogos y a los que nos administran las santísimas palabras divinas, debemos honrar y tener en veneración... El Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio», etc. (Test 2. 4. 6. 11-14). Clara no abarca tanto. Le basta con subrayar la misericordia y gracia madrugadora del Padre de las misericordias, deletreada temblorosamente en la inesperada entrega del Hijo de Dios hecho camino para nosotros con su pobreza y humildad, para saber todo lo que hay que saber: ponerse de rodillas y seguir la pobreza y humildad del amado Hijo.[1] I. CÓMO HACER LA LECTURA Si, como hemos dicho, la lectura teológica del Testamento de Clara consiste en subrayar los artículos de su experiencia de fe, que Clara proclama en el Testamento, la forma mejor de hacer dicha lectura es la de ir comentando, sin prisas, cada uno de dichos artículos. Caben, por supuesto, otras formas de leer el Testamento. Por ejemplo, siguiendo la división a que se presta fácilmente el propio texto: a) la vocación, don del Padre para los demás, vv. 1-23; b) narración de la vocación de Clara y de sus hermanas, vv. 24-55; c) exhortación a la vida de continua conversión, vv. 56-79. Esta lectura permite hacerse con una visión lineal de lo que fue la vocación y forma de vida de Clara junto con sus hermanas. Nuestra lectura tendrá la ventaja de ser como una espiral que, al volver repetidamente sobre el mismo centro, conseguirá que profundicemos mejor en la experiencia de fe de Clara. II. NUESTRA LECTURA Subrayar y comentar todos los temas o artículos de la fe de cuya experiencia toma nota Clara en el Testamento, nos llevaría demasiado lejos y nos alargaría excesivamente. Nos limitaremos por eso a los más principales y destacados. 1. EL PADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Pero el Padre de las misericordiases reconocido y confesado, como la Iglesia lo reconoce y confiesa en todo el Nuevo Testamento, en su pasión y tarea por y para nosotros. En cuanto origen y fuente de toda misericordia y de toda gracia. Es, por definición, el dador.[3] Es experiencia y confesión que abarca todo el Testamentode Clara, pues había sido la entraña viva y la seguridad absoluta de su existencia, como lo dicen inmejorablemente sus últimas palabras antes de morir: «Vete segura en paz, porque tendrás buena escolta: el que te creó, antes te santificó y, después que te creó, puso en ti al Espíritu Santo, y siempre te ha mirado como la madre al hijo que ama».[4] Con lo que el Testamentose convierte en proclamación e himno, con música callada, tal es el recato de su decir, de su misericordia, de su benignidad, de su caridad, de sus beneficios, de su ayuda, de su llamada, de su gracia.[5] Y también se convierte en oración de petición de dicha gracia que, por serlo, es objeto de oración y de esperanza, y no de conquista.[6] La fe de Clara sabe, desde aquí, que no existe otro punto de partida ni otra fuente de todo en su vida y en la de sus hermanas que la misericordia y la gracia del Padre celestial, que es el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Con lo que la misericordia y la gracia adquieren un rostro concreto y determinado, se hacen historia y biografía: la pobreza y humildad del Hijo de Dios hecho camino para nosotros.[7] Y así Dios estrena rostro y figura, porque así se revela como el que da y el que se da radicalmente, y hasta se pierde en la «perdición» del Hijo de su amor. Dios no se ha dado nunca tanto ni más que en Jesucristo. Ninguno es Padre como Él. Clara sabrá ya para siempre que sólo en Él se puede tener confianza: «Por eso doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo» (TestCl 77; cf. Ef 3,14). 2. EL HIJO DE DIOS, HECHO CAMINO PARA NOSOTROS
Este fue el descubrimiento fundamental de Clara, a través de Francisco, su jardinero.[9] Nada va a tener más fuerza y vigor en su vida. Nada va a ser más su identidad, ni va a llenar tanto de prisas sus pasos que Jesucristo en su transcendencia y en su cercanía. Porque Clara une aquí, como en otros lugares de sus escritos, la transcendencia, «el Hijo de Dios», y su pequeñez y cercanía, «se nos ha hecho camino». Después hablará del Señor «que pobre fue acostado en un pesebre, pobre vivió en el siglo y desnudo permaneció en el patíbulo» (v. 45); de que «el Hijo de Dios, mientras vivió en el mundo, jamás quiso apartarse de la misma santa pobreza» (v. 35); y del «camino del Señor», del que, si hemos entrado por él, jamás debemos apartarnos (v. 74). Y confesará otro tanto: que ha dado con lo definitivo de su vida, porque ha dado con lo que define y manifiesta al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, la entrega y donación de su Hijo, el pobre: «Confortaos en el santo servicio comenzado con el deseo ardiente del pobre Crucificado -le dice a Inés de Praga-, el cual soportó la pasión de la cruz por todos nosotros, librándonos del poder del príncipe de las tinieblas... y reconciliándonos con Dios Padre» (1 CtaCl 13-14). Y la reacción de su fe va a ser el pasmo y la adoración que la contextura de esta frase suya, tan escueta y lapidaria, deja traslucir: «El Hijo de Dios se ha hecho camino para nosotras» (TestCl 5). Y también va a ser la acción de gracias, la bendición y alabanza.[10] Pero sobre todo, si cabe, va a ser el seguimiento. a) «Seguir la pobreza y humildad de
su amado Hijo Seguir va a ser también la pasión de Clara en respuesta a la pasión de Dios en su Hijo. No es tema ampliamente desarrollado en el Testamento. Cuatro veces sólo aparece la palabra camino; y una sola vez el verbo seguir y la palabra huellas.[11] El breviario del seguimiento, en los escritos de Clara, es su primera Carta a la beata Inés de Praga. Pero desde la frase «El Hijo de Dios se ha hecho camino para nosotras» (TestCl 5), todo el escrito se ha poblado de pasos y de prisas. Clara ha adivinado que con Jesucristo sólo se está de verdad siguiéndolo. Que la mejor y más plena manera de saber de Él y de comulgar con Él es recorrer sus propios y definitivos caminos, pues sólo así Él es suceso y acontecimiento real en la vida y existencia del hombre, y no sólo una idea o un sentimiento. También a ella, como a toda la tradición auténticamente cristiana, lo que la subyuga y puede son los hechos y la vida, la pobreza y humildad de Jesucristo. Sabe Clara que no hay otra forma de ser de Dios que caminar como el Hijo amado caminó, que sólo reviviéndole se da con Dios y Dios da con nosotros. Y sabe también que seguir la pobreza y humildad del Hijo amado sólo es posible después de haber experimentado la dulzura de Dios.[12] b) Conversión a Jesucristo (v. 57) La reacción de su fe va a ser también la conversión, otro tema destacado del Testamento. Cinco veces aparece la palabra conversión, tres la palabra «conversación», y una la palabra penitencia.[13] «Conversión a Jesucristo» (v. 57), dice Clara, descubriendo con ello su real naturaleza. La conversión es cristocéntrica y, por ello, radicalmente personal. No es sólo ni principalmente un cambio de vida, sino adhesión a una persona, consentimiento y asentimiento a su señorío. «Servicio de Cristo», dirá Clara,[14] subrayando, de otra forma, la misma entrega y sometimiento personal al Señor que la llamó y que se le entregó como camino (v. 5). Todo lo demás de que habla el Testamento tiene aquí raíz y origen. Y no es, además, otra cosa sino esta claudicación total e irreparable ante Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, misericordia, caridad, gracia y benignidad, que lo pone todo patas arriba y obliga a hacer, desde Él y por Él, nueva y otra la vida. La conversión se hace con Él y para Él y, sobre todo, es Él hecho camino para nosotros. La conversión se hace, además, en la Iglesia y para la Iglesia, porque sólo se tiene a Jesucristo hecho camino para nosotros en la Iglesia y para la Iglesia.[15] c) «La pobreza y humildad de su amado Hijo» (v. 46) Y la reacción de su fe va a ser también la pobreza, que llena todo el Testamento. Dos veces habla de Cristo pobre, y trece de la pobreza, tres de las cuales se refieren a la pobreza de Cristo.[16] También aquí, pues, deja Clara desde el principio bien sentado qué es para ella la pobreza. La pobreza es la pobreza de Jesucristo. La pobreza es Jesucristo que «pobre fue acostado en un pesebre, pobre vivió en el siglo y desnudo permaneció en el patíbulo» (v. 45), y que, «mientras vivió en el mundo, jamás quiso apartarse de la misma santa pobreza» (v. 35). Del Hijo de Dios hecho camino para nosotros (v. 5), Clara apenas se sabe otra cosa que su pobreza, por ser suya, es santa, santísima. Y es la señora pobreza.[17] Decir pobreza y decir Jesucristo es lo mismo para Clara. Así deja bien claro que la pobreza es una manera de referirse a Él, de revivirlo, de amarlo, de seguirle, al fin. Más aún. El seguimiento es la pobreza y humildad del Hijo amado del Padre. Por eso, la pobreza aparece como su obsesión, como el objetivo de toda su vida, como su porqué. Precisamente debido a que la pobreza no tiene, para ella, otro porqué que Jesucristo. Pues la pobreza es Jesucristo y es su seguimiento, que la ha seducido y obligado a claudicar y a quedarse sin nada de nada. Y por eso su pobreza es tan concreta y real, tan de despojo y desapropiación,[18] porque es la pobreza «de aquel Dios que pobre fue acostado en un pesebre, pobre vivió en el siglo y desnudo permaneció en el patíbulo» (v. 45). De nuevo los hechos y la vida de Cristo imponiendo camino y biografía a Clara y a sus hermanas. Y por eso el seguimiento de la pobreza y humildad del Hijo amado, que es don y gracia del Señor y Padre que engendró en su Iglesia la pequeña grey de hermanas pobres con la palabra y ejemplo del bienaventurado Francisco (vv. 46-47). Todo es respuesta cuando lo primero es el Padre de nuestro Señor Jesucristo, su gracia y misericordia, su vocación y su don;[19] todo es respuesta cuando lo primero es que «el Hijo de Dios se ha hecho camino para nosotros» (v. 5); y cuando lo primero es el don del hermano Francisco, su maestro en seguimiento de la pobreza y humildad del Hijo amado. Por eso, porque la pobreza es vocación, la pobreza puede ser promesa de Clara y de sus hermanas, puede ser solicitud despierta y constante, y observancia repetidamente aconsejada. Pues, al fin, es descubrirnos una dimensión de la pobreza, no expresamente destacada, pero claramente presente en todo el Testamento, y de la que éste es afirmación contundente: pobreza es acogimiento, es dependencia, es fidelidad, no afirmación propia y exclusiva. Y todo eso quiere decir Clara cuando habla de prometer, de solicitud, de oración para que la fidelidad sea palabra permanente. 3. FRANCISCO, DON DEL SEÑOR
Lo primero que sabe Clara sobre él es que es don del Señor,[20] contemplado dentro de la historia de la misericordia y gracia del Padre del cielo, de la que el Testamento es el acta escrita para la acción de gracias,[21] y en referencia inmediata al Hijo de Dios hecho camino para nosotros (v. 5) y bajo la luz profética del Espíritu Santo (vv. 9-11). Con ello, confiesa Clara lo que es dato primario en el cristianismo: que Dios en Cristo se da en el hermano y nos da al hermano. Y que por el hermano y con el hermano damos nosotros con Dios en Cristo. Pues la experiencia cristiana del seguimiento y de la conversión del hombre, en este caso de Francisco, es lo que nos pone al acecho de Dios en Cristo. Clara sabe, por tanto, que Francisco ha sido el mediador suyo y de sus hermanas en el seguimiento del Hijo de Dios hecho camino para nosotros con su palabra y su ejemplo. Y por eso ella recuerda su conversión, su dedicación a reparar iglesias, la avalancha de la dulzura divina que lo visitó, su profecía acerca de San Damián, morada de las hermanas pobres, la promesa de obediencia que junto con sus hermanas Clara le hizo, la alegría de Francisco por la constancia de Clara y de sus hermanas en el camino emprendido, su promesa de cuidado y solicitud constantes por ellas, su decisión de que se estableciesen en San Damián después de haber estado por poco tiempo en otro lugar, la forma de vida que les escribió y cómo les exhortó frecuentemente de palabra y con el ejemplo al amor y observancia de la santísima pobreza, entregándoles además muchos escritos para que ni después de su muerte se apartasen de ella. Así fue como el Señor dio la luz de su gracia por medio de Francisco a Clara y a sus hermanas.[22] Aquí tienen justificación, por tanto, los nombres que da Clara a Francisco: custodio y ayudador, columna, consolación y apoyo, fundador, jardinero y ayudador en el servicio de Cristo, etc. (vv. 37-38 y 48-49). A través de estos datos, Clara nos ofrece, quizá sin quererlo, unos trazos de la fisonomía espiritual de Francisco que se le quedaron grabados para siempre: el Francisco arrebatado por Cristo y su seguimiento; el Francisco agraciado por la dulzura de Dios, que lo hizo paleto para siempre; el Francisco fraternal y agujereado de piedad para darse en solicitud constante por los otros; el Francisco del espíritu y de su fuerza profética; el Francisco juglar y exultante; el Francisco del ejemplo y de la doctrina; el Francisco pobre y con los pobres. 4. CLARA JUNTO CON SUS HERMANAS La expresión, que aparece dos veces en el Testamento,[23] es una manera de decir y significar lo que Francisco llamaba fraternidad. a) Fraternidad desde la gracia
Larga historia de amor que proclama y confiesa, con destacada claridad, que la fraternidad de hermanas pobres no se reúne sólo ni principalmente desde lo humano, por válido y decisivo que sea, sino desde y por la misericordia y gracia del Padre. b) Momentos constituyentes de la fraternidad de hermanas pobres A través de la acción de Dios, de la que, como hemos visto, Clara toma abundante nota, se subrayan los momentos principales del nacimiento de la fraternidad de hermanas pobres. Momentos que, además, son constituyentes de la misma, tales como: -- la conversión, doctrina y ejemplo
de Francisco (vv. 24ss); c) Fraternidad y acción de gracias No hay misericordia y gracia del Padre sin acción de gracias. No hay bendición (v. 79) que no se devuelva en bendición. Por eso, en el Testamento de Clara, los verbos que señalan la acción de Dios van acompañados de los que dicen y afirman la respuesta de «Clara junto con sus hermanas». También aquí Clara deja la impresión de que es asunto de nunca acabar. Nunca se acaba de expresar la respuesta, ni de responder. Es un camino.[24] Para Clara es evidente que también esto identifica medularmente a la fraternidad de hermanas pobres y a cada una de las hermanas en ella. «Clara junto con sus hermanas» son dando gracias y respondiendo a la misericordia y gracia del Padre. Respuesta que el Testamento describe así: «Entre los otros beneficios que hemos recibido y recibimos cada día de nuestro espléndido benefactor el Padre de las misericordias, y por los que más debemos dar gracias al Padre glorioso de Cristo...» (v. 2); «Por lo cual dice el apóstol: Reconoce tu vocación» (v. 4); «Por tanto, debemos considerar, amadas hermanas, los inmensos beneficios de Dios que nos han sido concedidos» (v. 6); «En esto, por tanto, podemos considerar la copiosa benignidad de Dios para con nosotras; Él, por su abundante misericordia y caridad...» (vv. 15-16); «¡Con cuánta solicitud, pues, y con cuánto empeño de alma y de cuerpo no debemos guardar los mandamientos de Dios y de nuestro padre [Francisco] para que, con la ayuda del Señor, le devolvamos multiplicado el talento recibido!» (v. 18); «... para que también ellas [nuestras hermanas] sirvan de espejo y ejemplo a los que viven en el mundo» (v. 20); «estamos muy obligadas a bendecir y alabar a Dios, y a confortarnos más y más en el Señor para obrar el bien. Por lo cual, si vivimos según la sobredicha forma...» (vv. 22-23); «Después que el altísimo Padre celestial se dignó iluminar con su misericordia y su gracia mi corazón para que, siguiendo el ejemplo y la enseñanza de nuestro bienaventurado padre Francisco, yo hiciera penitencia, poco después de su conversión, junto con las pocas hermanas que el Señor me había dado poco después de mi conversión, le prometí voluntariamente obediencia» (vv. 24-25); «Y el bienaventurado Francisco, considerando que si bien éramos frágiles y débiles según el cuerpo, no rehusábamos ninguna necesidad, pobreza, trabajo, tribulación o menosprecio y desprecio del siglo, antes al contrario...» (v. 27); «Después, escribió para nosotras una forma de vida, sobre todo para que perseveráramos siempre en la santa pobreza» (v. 33); «considerando con mis otras hermanas nuestra profesión tan altísima..., una y otra vez nos obligamos voluntariamente a nuestra señora la santísima pobreza... Y así como yo siempre he sido diligente y solícita en guardar y hacer guardar por las otras la santa pobreza que hemos prometido al Señor y a nuestro bienaventurado padre Francisco...» (vv. 37-40); «... para seguir la pobreza y humildad de su amado Hijo y de la gloriosa Virgen su Madre, guarde la santa pobreza que hemos prometido a Dios y a nuestro bienaventurado padre san Francisco...» (vv. 46-47); «... a fin de que nos ayuden a progresar siempre hacia lo mejor para servir a Dios y, de manera especial, para guardar mejor la santísima pobreza» (v. 51); «sean solícitas y providentes para que, en torno del sobredicho lugar, no adquieran o reciban más terreno del que exija la extrema necesidad como huerto para cultivar hortalizas» (v. 53); «que se apliquen siempre con esmero a imitar el camino de la santa simplicidad, humildad, pobreza, y también el decoro del santo comportamiento religioso» (v. 56); «el mismo Padre de las misericordias esparció el olor de la buena fama, tanto entre los que están lejos como entre los que están cerca» (v. 58); «Y amándoos mutuamente con la caridad de Cristo, mostrad exteriormente por las obras el amor que tenéis interiormente, para que, estimuladas por este ejemplo, las hermanas crezcan siempre en el amor de Dios y en la mutua caridad» (vv. 59-60); «Ruego también a aquella que tenga en el futuro el oficio de las hermanas que se aplique con esmero a presidir a las otras más por las virtudes y las santas costumbres que por el oficio» (v. 61); «Mas las hermanas que son súbditas recuerden que, por Dios, negaron sus propias voluntades» (v. 67); «Por consiguiente, si hemos entrado por el camino del Señor, guardémonos de apartarnos nunca en lo más mínimo de él por nuestra culpa e ignorancia» (v. 74). ¡Larga y estrecha vía y senda, y angosta puerta por donde se va y se entra en la vida! (cf. v. 71). Larga historia de amor también, «por amor de aquel Señor pobre» (cf. v. 45). Resumiendo la larga enumeración de Clara, diríamos que aquí nos ofrece una estampa de la fraternidad de hermanas pobres, pequeña grey dentro de la Iglesia (v. 46), que, al igual que la Iglesia, esposa de Cristo, sólo lo es en cuanto esposa que recuerda al Esposo (ahí apuntan los verbos considerar, reconocer, etc.), que lo celebra (ahí apuntan los verbos alabar, bendecir, dar gracias, etc.), y en cuanto esposa que entra y sigue por los caminos del Esposo (ahí apuntan los verbos seguir, guardar, etc.). Hermoso rostro y figura de la fraternidad de hermanas pobres, toda ella vuelta y volcada, no sobre sí misma, sino sobre el Padre de las misericordias (v. 2), sobre el Hijo de Dios hecho camino para nosotros (v. 5) y sobre el Espíritu Santo que inspiró a Francisco (v. 11). Fraternidad solidaria de Dios en Cristo y, por Él y con Él, de los demás. d) Fraternidad de gracia No hay misericordia y gracia del Padre de las misericordias (vv. 2, 24 y 31) sin gracia y piedad para con los demás. La gracia y misericordia se acoge y devuelve teniendo misericordia con los demás. Desde el don de Dios que les ha convocado, desde la caridad de Cristo, «Clara junto con sus hermanas» saben que han sido dadas a las hermanas, que son para el amor mutuo, que la que tiene cargo de hermanas lo tiene en el amor y que las que obedecen lo hacen desde la caridad, humildad y unidad.[25] Y saben también que en el don de Dios ellas han sido engendradas en la Iglesia, y dadas y entregadas al mundo y a esa misma Iglesia como ejemplo. Es decir, «Clara junto con sus hermanas» han sido dadas a la Iglesia y al mundo para que, recordando a Jesús pobre y humilde, celebrándolo y recorriendo realmente sus caminos de pobreza y humildad, transmitan la experiencia de Jesús («ejemplo»), y así hagan real también la entrega del Hijo de Dios hecho camino para nosotros (v. 5). Esa es la vocación de «Clara junto con sus hermanas». 5. LA VOCACIÓN
El tema de la vocación aparece en el Testamento enlazado con el del Hijo de Dios hecho camino para nosotros (v. 5) y, por tanto, con el del seguimiento. Aparece unido también con el de la conversión (vv. 6-8 y 15-23), con el de Francisco mediador de la conversión de Clara a Cristo (vv. 6-8, 15-17, 24-26 y 48-51), con el de la guarda de los mandamientos, la bendición y la alabanza al Señor, con el de crecer cada día en el bien, y con el del buen ejemplo (vv. 18-23). Desde ahí, pues, y por eso, se define e identifica la vocación de Clara y la de sus hermanas (vv. 24-26). El tema le va a servir a Clara para subrayar que la vocación no es iniciativa suya, sino del Padre de las misericordias, que tiene origen y es expresión de la benignidad y abundante misericordia y caridad de Dios, y no fruto de méritos del hombre, que la vocación responde a un designio y plan de Dios para el que llama y elige, el bien de la Iglesia, y, en definitiva, para su gloria. Pero sobre todo, el tema le va a servir para destacar que la vocación es tarea, más que posesión, que la vocación no se tiene sino que se va teniendo y se va haciendo por tener cuando le devolvemos a Dios el talento recibido, cuando vivimos según la forma de vida indicada, etc. Y así, desde el principio, todo lo que constituye la vocación se revela profundamente humano también: ni la misericordia y gracia del Padre, ni el Hijo de Dios hecho camino para nosotros se nos quedan fuera y como a la puerta del corazón. No. Clara sabe muy bien que sólo desde dentro, cuando salen del corazón, son humanas las cosas y, por tanto, son nuestras. Esto es, pues, lo que el tema de la vocación revela y descubre sobre todo: que el Testamento, además de liturgia que celebra el don de Dios, consigue cantar también la gloria de Dios que florece en el corazón del hombre. ¡La unión la había hecho ya el Padre al enviarnos al Hijo, hecho camino para nosotros! N O T A S: [1] TestCl: 2Entre los otros beneficios que hemos recibido y recibimos cada día de nuestro espléndido benefactor el Padre de las misericordias, y por los que más debemos dar gracias al Padre glorioso de Cristo, 3está el de nuestra vocación, por la que, cuanto más perfecta y mayor es, más y más deudoras le somos. 4Por lo cual dice el Apóstol: Reconoce tu vocación (cf. 1 Cor 1,26). 5El Hijo de Dios se ha hecho para nosotras camino, que con la palabra y el ejemplo nos mostró y enseñó nuestro bienaventurado padre Francisco, verdadero amante e imitador suyo. 44Por lo cual, de rodillas y postrada en cuerpo y alma, recomiendo todas mis hermanas... a la santa madre Iglesia Romana..., 45a fin de que, por amor de aquel Dios que pobre fue acostado en un pesebre, pobre vivió en el siglo y desnudo permaneció en el patíbulo, 46haga que siempre su pequeña grey, que el Señor Padre engendró en su santa Iglesia por medio de la palabra y el ejemplo de nuestro bienaventurado padre san Francisco para seguir la pobreza y humildad de su amado Hijo y de la gloriosa Virgen su Madre, 47guarde la santa pobreza que hemos prometido a Dios y a nuestro bienaventurado padre san Francisco, y se digne animarlas y conservarlas siempre en ella. 77Por eso doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, para que, teniendo a nuestro favor los méritos de la gloriosa Virgen santa María, su Madre, y de nuestro bienaventurado padre Francisco y de todos los santos, 78el mismo Señor que dio el buen principio, dé el incremento, y dé también la perseverancia final. [2] TestCl: 2Entre los otros beneficios que hemos recibido y recibimos cada día de nuestro espléndido benefactor el Padre de las misericordias, y por los que más debemos dar gracias al Padre glorioso de Cristo, 3está el de nuestra vocación. 24Después que el altísimo Padre celestial se dignó iluminar con su misericordia y su gracia mi corazón para que, siguiendo el ejemplo y la enseñanza de nuestro bienaventurado padre Francisco, yo hiciera penitencia... 56Amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo a todas mis hermanas... que se apliquen siempre con esmero a imitar el camino de la santa simplicidad, humildad, pobreza... 58A causa de lo cual, no por nuestros méritos, sino por la sola misericordia y gracia del espléndido bienhechor, el mismo Padre de las misericordias esparció el olor de la buena fama, tanto entre los que están lejos como entre los que están cerca. 77 Por eso doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo... [3] TestCl: 2Entre los otros beneficios que hemos recibido y recibimos cada día de nuestro espléndido benefactor el Padre de las misericordias... 6Por tanto, debemos considerar, amadas hermanas, los inmensos beneficios de Dios que nos han sido concedidos, 7pero, entre los demás, aquellos que Dios se dignó realizar en nosotras... 25poco después de su conversión [la de Francisco], junto con las pocas hermanas que el Señor me había dado poco después de mi conversión, le prometí voluntariamente obediencia... 48Y así como el Señor nos dio a nuestro bienaventurado padre Francisco como fundador, plantador y ayuda nuestra en el servicio de Cristo... 58A causa de lo cual, no por nuestros méritos, sino por la sola misericordia y gracia del espléndido bienhechor, el mismo Padre de las misericordias esparció el olor de la buena fama... [4] Proceso III, 20; XI, 3. [5] TestCl: 2Entre los otros beneficios que hemos recibido y recibimos cada día de nuestro espléndido benefactor el Padre de las misericordias, y por los que más debemos dar gracias al Padre glorioso de Cristo, 3está el de nuestra vocación... 6Por tanto, debemos considerar, amadas hermanas, los inmensos beneficios de Dios que nos han sido concedidos... 15En esto, por tanto, podemos considerar la copiosa benignidad de Dios para con nosotras; 16Él, por su abundante misericordia y caridad, se dignó decir, por medio de su Santo [Francisco], estas cosas sobre nuestra vocación y elección... 18¡Con cuánta solicitud, pues, y con cuánto empeño de alma y de cuerpo no debemos guardar los mandamientos de Dios y de nuestro padre [Francisco] para que, con la ayuda del Señor, le devolvamos multiplicado el talento recibido!... 21Así pues, ya que el Señor nos ha llamado a cosas tan grandes... 22estamos muy obligadas a bendecir y alabar a Dios, y a confortarnos más y más en el Señor para obrar el bien. [6] TestCl: 77Por eso doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, para que, teniendo a nuestro favor los méritos de la gloriosa Virgen santa María, su Madre, y de nuestro bienaventurado padre Francisco y de todos los santos, 78el mismo Señor que dio el buen principio, dé el incremento, y dé también la perseverancia final. [7] TestCl: 5El Hijo de Dios se ha hecho para nosotras camino, que con la palabra y el ejemplo nos mostró y enseñó nuestro bienaventurado padre Francisco, verdadero amante e imitador suyo. [8] TestCl: 44Por lo cual, de rodillas y postrada en cuerpo y alma, recomiendo todas mis hermanas, las que están y las que han de venir, a la santa madre Iglesia Romana..., 45a fin de que, por amor de aquel Dios que pobre fue acostado en un pesebre, pobre vivió en el siglo y desnudo permaneció en el patíbulo, 46haga que siempre su pequeña grey, que el Señor Padre engendró en su santa Iglesia por medio de la palabra y el ejemplo de nuestro bienaventurado padre san Francisco para seguir la pobreza y humildad de su amado Hijo y de la gloriosa Virgen su Madre, 47guarde la santa pobreza que hemos prometido a Dios y a nuestro bienaventurado padre san Francisco, y se digne animarlas y conservarlas siempre en ella. [9] TestCl: 5El Hijo de Dios se ha hecho para nosotras camino, que con la palabra y el ejemplo nos mostró y enseñó nuestro bienaventurado padre Francisco, verdadero amante e imitador suyo. 24Después que el altísimo Padre celestial se dignó iluminar con su misericordia y su gracia mi corazón para que, siguiendo el ejemplo y la enseñanza de nuestro bienaventurado padre Francisco, yo hiciera penitencia, 25poco después de su conversión, junto con las pocas hermanas que el Señor me había dado poco después de mi conversión, le prometí voluntariamente obediencia. 48Y así como el Señor nos dio a nuestro bienaventurado padre Francisco como fundador, plantador y ayuda nuestra en el servicio de Cristo y en las cosas que hemos prometido al Señor y a nuestro bienaventurado padre, 49quien también, mientras vivió, se preocupó siempre de cultivarnos y animarnos con la palabra y el ejemplo a nosotras, su plantita, 50así recomiendo y confío mis hermanas, las que están y las que han de venir, al sucesor de nuestro bienaventurado padre Francisco y a toda la Religión. [10] TestCl: 2Entre los otros beneficios que hemos recibido y recibimos cada día de nuestro espléndido benefactor el Padre de las misericordias, y por los que más debemos dar gracias al Padre glorioso de Cristo, 3está el de nuestra vocación... 22estamos muy obligadas a bendecir y alabar a Dios, y a confortarnos más y más en el Señor para obrar el bien. [11] TestCl: Camino: 5El Hijo de Dios se ha hecho para nosotras camino... 56Amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo a todas mis hermanas... a imitar el camino de la santa simplicidad... 71Y porque son estrechos el camino y la senda, y es angosta la puerta por la que se va y se entra en la vida... 74Por consiguiente, si hemos entrado por el camino del Señor, guardémonos de apartarnos nunca en lo más mínimo de él. Seguir: 46haga que siempre su pequeña grey, que el Señor Padre engendró en su santa Iglesia por medio de la palabra y el ejemplo de nuestro bienaventurado padre san Francisco para seguir la pobreza y humildad de su amado Hijo y de la gloriosa Virgen su Madre... Huellas: 36Y nuestro bienaventurado padre Francisco, habiendo imitado sus huellas (cf. 1 Pe 2,21), su santa pobreza que había elegido para sí y para sus hermanos, no se apartó en absoluto de ella mientras vivió, ni con su ejemplo ni con su enseñanza. [12] TestCl: 9Pues el mismo Santo [Francisco], cuando aún no tenía hermanos ni compañeros, casi inmediatamente después de su conversión, 10mientras edificaba la iglesia de San Damián, donde, visitado totalmente por la consolación divina, fue impulsado a abandonar por completo el siglo, 11profetizó de nosotras, por efecto de una gran alegría e iluminación del Espíritu Santo, lo que después el Señor cumplió. [13] TestCl: Conversión: 8no sólo después de nuestra conversión... 9Pues el mismo Santo... casi inmediatamente después de su conversión... 25poco después de su conversión, junto con las pocas hermanas que el Señor me había dado poco después de mi conversión, le prometí voluntariamente obediencia... 57tal como desde el inicio de nuestra conversión nos lo han enseñado Cristo y nuestro bienaventurado padre Francisco. «Conversación - comportamiento religioso», conversatio en latín: 14porque aún ha de haber en él unas damas, por cuya vida famosa y santo comportamiento religioso será glorificado nuestro Padre celestial en toda su santa Iglesia... 56Amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo a todas mis hermanas, las que están y las que han de venir, que se apliquen siempre con esmero a imitar el camino de la santa simplicidad, humildad, pobreza, y también el decoro del santo comportamiento religioso... 70y lo que es molesto y amargo, por el santo comportamiento religioso de ellas se le convierta en dulzura. Penitencia: 24Después que el altísimo Padre celestial se dignó iluminar con su misericordia y su gracia mi corazón para que, siguiendo el ejemplo y la enseñanza de nuestro bienaventurado padre Francisco, yo hiciera penitencia... [14] TestCl: 48Y así como el Señor nos dio a nuestro bienaventurado padre Francisco como fundador, plantador y ayuda nuestra en el servicio de Cristo y en las cosas que hemos prometido al Señor y a nuestro bienaventurado padre... [15] TestCl: 12En efecto, subido [Francisco] en aquel entonces sobre el muro de dicha iglesia, decía en alta voz, en lengua francesa, a algunos pobres que moraban allí cerca: 13«Venid y ayudadme en la obra del monasterio de San Damián, 14porque aún ha de haber en él unas damas, por cuya vida famosa y santo comportamiento religioso será glorificado nuestro Padre celestial en toda su santa Iglesia». 44Por lo cual, de rodillas y postrada en cuerpo y alma, recomiendo todas mis hermanas, las que están y las que han de venir, a la santa madre Iglesia Romana, al sumo Pontífice y, de manera especial, al señor cardenal que fuere designado para la Religión de los Hermanos Menores y para nosotras, 45a fin de que, por amor de aquel Dios que pobre fue acostado en un pesebre, pobre vivió en el siglo y desnudo permaneció en el patíbulo, 46haga que siempre su pequeña grey, que el Señor Padre engendró en su santa Iglesia por medio de la palabra y el ejemplo de nuestro bienaventurado padre san Francisco para seguir la pobreza y humildad de su amado Hijo y de la gloriosa Virgen su Madre, 47guarde la santa pobreza que hemos prometido a Dios y a nuestro bienaventurado padre san Francisco, y se digne animarlas y conservarlas siempre en ella. [16] TestCl: 33Después, [Francisco] escribió para nosotras una forma de vida, sobre todo para que perseveráramos siempre en la santa pobreza. 34Y no se contentó con exhortarnos durante su vida con muchas palabras y ejemplos al amor de la santísima pobreza y a su observancia, sino que nos entregó varios escritos para que, después de su muerte, de ninguna manera nos apartáramos de ella, 35como tampoco el Hijo de Dios, mientras vivió en el mundo, jamás quiso apartarse de la misma santa pobreza. 36Y nuestro bienaventurado padre Francisco, habiendo imitado sus huellas, su santa pobreza que había elegido para sí y para sus hermanos, no se apartó en absoluto de ella mientras vivió, ni con su ejemplo ni con su enseñanza. 39una y otra vez nos obligamos voluntariamente a nuestra señora la santísima pobreza... 40Y así como yo siempre he sido diligente y solícita en guardar y hacer guardar por las otras la santa pobreza que hemos prometido al Señor y a nuestro bienaventurado padre Francisco, 41así también aquellas que me sucedan en el oficio estén obligadas hasta el fin a guardar y a hacer guardar, con el auxilio de Dios, la santa pobreza. 42Más aún, para mayor cautela me preocupé de hacer corroborar nuestra profesión de la santísima pobreza... con los privilegios del señor papa Inocencio, en cuyo tiempo comenzamos, y de otros sucesores suyos, 43para que de ninguna manera nos apartáramos nunca de ella. 44Por lo cual, de rodillas y postrada en cuerpo y alma, recomiendo todas mis hermanas... a la santa madre Iglesia Romana... 45a fin de que, por amor de aquel Dios que pobre fue acostado en un pesebre, pobre vivió en el siglo y desnudo permaneció en el patíbulo, 46haga que siempre su pequeña grey, que el Señor Padre engendró en su santa Iglesia por medio de la palabra y el ejemplo de nuestro bienaventurado padre san Francisco para seguir la pobreza y humildad de su amado Hijo y de la gloriosa Virgen su Madre, 47guarde la santa pobreza que hemos prometido a Dios y a nuestro bienaventurado padre san Francisco, y se digne animarlas y conservarlas siempre en ella. [17] TestCl: 37Así pues, yo, Clara, sierva, aunque indigna, de Cristo y de las hermanas pobres del monasterio de San Damián, y plantita del santo padre, considerando con mis otras hermanas nuestra profesión tan altísima y el mandato de tan gran padre, 38y también la fragilidad de las otras, fragilidad que nos temíamos en nosotras mismas después de la muerte de nuestro padre san Francisco, que era nuestra columna y nuestro único consuelo después de Dios, y nuestro apoyo, 39una y otra vez nos obligamos voluntariamente a nuestra señora la santísima pobreza, para que, después de mi muerte, las hermanas que están y las que han de venir de ninguna manera puedan apartarse de ella. [18] TestCl: 52Y si en algún tiempo ocurriera que dichas hermanas abandonaran el mencionado lugar y se trasladaran a otro, que estén, sin embargo, obligadas, dondequiera que se encuentren después de mi muerte, a guardar la sobredicha forma de pobreza, que hemos prometido a Dios y a nuestro bienaventurado padre Francisco. [19] TestCl: 56Amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo a todas mis hermanas, las que están y las que han de venir, que se apliquen siempre con esmero a imitar el camino de la santa simplicidad, humildad, pobreza, y también el decoro del santo comportamiento religioso, 57tal como desde el inicio de nuestra conversión nos lo han enseñado Cristo y nuestro bienaventurado padre Francisco. 58A causa de lo cual, no por nuestros méritos, sino por la sola misericordia y gracia del espléndido bienhechor, el mismo Padre de las misericordias esparció el olor de la buena fama... [20] TestCl: 48Y así como el Señor nos dio a nuestro bienaventurado padre Francisco como fundador, plantador y ayuda nuestra en el servicio de Cristo y en las cosas que hemos prometido al Señor y a nuestro bienaventurado padre... [21] TestCl: 15En esto, por tanto, podemos considerar la copiosa benignidad de Dios para con nosotras; 16Él, por su abundante misericordia y caridad, se dignó decir, por medio de su Santo, estas cosas sobre nuestra vocación y elección. [22] TestCl: 24Después que el altísimo Padre celestial se dignó iluminar con su misericordia y su gracia mi corazón para que, siguiendo el ejemplo y la enseñanza de nuestro bienaventurado padre Francisco, yo hiciera penitencia, 25poco después de su conversión, junto con las pocas hermanas que el Señor me había dado poco después de mi conversión, le prometí voluntariamente obediencia, 26según la luz de su gracia que el Señor nos había dado por medio de su admirable vida y enseñanza. 27Y el bienaventurado Francisco, considerando que si bien éramos frágiles y débiles según el cuerpo, no rehusábamos ninguna necesidad, pobreza, trabajo, tribulación o menosprecio y desprecio del siglo, 28antes al contrario, los teníamos por grandes delicias, como a ejemplo de los santos y de sus hermanos había comprobado frecuentemente en nosotras, se alegró mucho en el Señor; 29y movido a piedad hacia nosotras, se obligó con nosotras a tener siempre, por sí mismo y por su Religión, un cuidado amoroso y una solicitud especial de nosotras como de sus hermanos. [23] TestCl: 25poco después de su conversión, junto con las pocas hermanas que el Señor me había dado poco después de mi conversión, le prometí voluntariamente obediencia... 37Así pues, yo, Clara, sierva, aunque indigna, de Cristo y de las hermanas pobres del monasterio de San Damián, y plantita del santo padre, considerando con mis otras hermanas nuestra profesión tan altísima y el mandato de tan gran padre... [24] TestCl: 71Y porque son estrechos el camino y la senda, y es angosta la puerta por la que se va y se entra en la vida, son pocos los que caminan y entran por ella (cf. Mt 7,14); 72y si hay algunos que durante un cierto tiempo caminan por la misma, son poquísimos los que perseveran en ella. 73¡Bienaventurados de veras aquellos a quienes les es dado caminar por ella y perseverar hasta el fin! 74Por consiguiente, si hemos entrado por el camino del Señor, guardémonos de apartarnos nunca en lo más mínimo de él por nuestra culpa e ignorancia, 75para que no hagamos injuria a tan gran Señor y a su Madre la Virgen y a nuestro bienaventurado padre Francisco, y a la Iglesia triunfante y también a la militante. 76Pues está escrito: Malditos los que se apartan de tus mandamientos (Sal 118,21). [25] TestCl: 61Ruego también a aquella que tenga en el futuro el oficio de las hermanas que se aplique con esmero a presidir a las otras más por las virtudes y las santas costumbres que por el oficio, 62de tal manera que sus hermanas, estimuladas por su ejemplo, la obedezcan no tanto por el oficio, cuanto más bien por amor. 63Sea también próvida y discreta para con sus hermanas, como una buena madre con sus hijas, 64y, de manera especial, que se aplique con esmero a proveerlas, de las limosnas que el Señor les dará, según la necesidad de cada una. 65Sea también tan benigna y afable, que puedan manifestarle tranquilamente sus necesidades, 66y recurrir a ella confiadamente a cualquier hora, como les parezca conveniente, tanto para sí como para sus hermanas. 67Mas las hermanas que son súbditas recuerden que, por Dios, negaron sus propias voluntades. 68Por eso, quiero que obedezcan a su madre, como lo han prometido al Señor, con una voluntad espontánea, 69para que su madre, viendo la caridad, humildad y unión que tienen entre ellas, lleve más ligeramente toda la carga que por razón del oficio soporta, 70y lo que es molesto y amargo, por el santo comportamiento religioso de ellas se le convierta en dulzura. [En Selecciones de Franciscanismo, vol. XI, núm. 32 (1982) 299-312] |
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