Saludo de
Bienvenida
Actualidad de la atracción de San
Francisco
Francisco impresiona a los hombres y mujeres
de nuestro tiempo por muchos motivos. Su atractivo nace de ser un hombre
«realizado» que supo encarnar valores que todos miran con particular
atención.
La relación con Dios, para
Francisco, no es una costumbre ni una alienación, sino el horizonte
donde cobran sentido las demás experiencias de la vida. El
descubrimiento de Dios, de su amor y de su solicitud por todos y cada uno de
los hombres, fue el comienzo de una aventura humana extraordinaria.
Mirando a Dios, que «es
misericordioso» con todos sus hijos, Francisco aprende a mirar con otros
ojos a todos los hombres, a cada persona concreta. Su capacidad de
diálogo con los hombres y con las mujeres, con los ricos y con los
pobres, con los «ladrones» y con los marginados, con los cristianos y
con los musulmanes, es un ejemplo y una provocación para todos
nosotros.
A partir del descubrimiento de Dios,
Francisco recibe, igualmente, ojos nuevos para ver la creación
que lo rodea, para entenderla como un don que Dios nos ha confiado y no como un
instrumento que hay que usar o un recurso que hay que explotar.
Creo que todo esto puede resumirse en dos
palabras: «padre» y «hermano». Francisco descubre que la
paternidad de Dios no es una limitación a su libertad, sino un
ofrecimiento de alianza, una promesa de vida plena. Y de la paternidad amorosa
de Dios brota la «fraternidad» rigurosa entre todos los seres
vivientes. Y fraternidad significa reconocer, en todos, los signos de la
dignidad dada por Dios, descubrir la solidaridad interna que une a todos los
hombres haciéndoles, no adversarios o rivales o extraños, sino
«hermanos».
Fr. Giacomo Bini, O.F.M. Ministro
Gerneral Roma,
abril de 1.999