![]() |
|
![]() |
|
Saludo de Bienvenida Navidad del 98, horizonte de esperanza
Como san Pablo a los filipenses, os deseo a todos los que lleguéis a estas páginas: Gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y de Jesucristo, el Señor. En nombre de Francisco de Asís, hermano universal de todas las criaturas, queremos que nuestro mensaje llegue, radiante, a todas las partes del mundo. Hoy queremos transmitir un mensaje de esperanza. Vamos a entrar en el ADVIENTO. Y Adviento es el tiempo de la esperanza, una esperanza que no defrauda, porque se fundamenta en las promesas de Dios. Esperanza significa ilusión, optimismo, oración, vigilancia, escuchar a Dios. Por eso, para san Francisco, todos los días eran Adviento, porque, si sabemos escuchar, todo nos habla de Dios: la naturaleza, la historia, los acontecimientos, los signos, las experiencias, las personas. Todo es una inmensa Teofanía, manifestación de Dios. Para la Iglesia, el Adviento es, de una manera especial, la espera del que VA A VENIR. Toda la historia de la humanidad fue un largo Adviento. Los Patriarcas, los Profetas y todo el pueblo de Israel esperaron al Mesías-Salvador, y «cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su propio Hijo, nacido de mujer» (Gál 4,4). ¡Eso es NAVIDAD! Navidad es un mensaje de luz, porque ha nacido el Niño Jesús; y Jesús es la «luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.» Navidad es un mensaje de alegría, porque ha nacido el Niño-Dios, y los ángeles anunciaron una gran alegría. Navidad es un mensaje de amor, porque ha nacido el Dios-Amor. San Francisco amaba la Navidad. Tomás de Celano, su primer biógrafo, nos dice que Francisco «celebraba con mayor regocijo que otras solemnidades la Natividad del Niño, asegurando que ella era la fiesta de las fiestas» (2 Cel 199). Ese amor de Francisco hacia el Niño ha quedado entrañablemente unido a la famosa celebración de la Navidad en Greccio en 1223. Navidad significa el encuentro más íntimo de Dios con el hombre, y supone un cambio admirable: Dios se abaja para elevarnos hasta Él, o como dice san Juan: Dios se hace hombre como nosotros, para hacernos hijos de Dios. Los franciscanos deseamos que al llegar la Navidad todos los hombres sean felices, unidos en la paz, en la alegría y en el amor. Fr. Raimundo Domínguez, O.F.M.
|
![]() |
![]() |
© Páginas diseñadas por: Silar Informática, S.L. (1998) |