DIRECTORIO FRANCISCANO
Fuentes biográficas franciscanas

Leyenda de los Tres Compañeros (TC)


 

LEYENDA DE LOS TRES COMPAÑEROS

Introducción: Lázaro Iriarte, o.f.m.cap.
Traducción: Enrique Gutiérrez, o.f.m.

Texto tomado de:
San Francisco de Asís.
Escritos. Biografías. Documentos de la época.
Edición preparada por José Antonio Guerra, o.f.m.

Biblioteca de Autores Cristianos (BAC 399)
Madrid, 1998, 7ª edición (reimpresión), págs. 529-570.

TC 1-35

TC 36-73

Introducción
por Lázaro Iriarte, o.f.m.cap.

A juzgar por el número de manuscritos que la han transmitido y por el tipo de variantes de los mismos, la Leyenda de los tres compañeros gozó de gran estima al menos desde comienzos del siglo XIV. Bartolomé de Pisa, en su obra De conformitate, escrita entre 1385 y 1390, la cita con mucha frecuencia. Esta importancia como fuente biográfica hizo que los Bolandistas le dieran cabida, junto a la Vida primera de Celano, y a la Leyenda mayor de San Buenaventura, en Acta Sanctorum, en 1768, al documentar la vida de San Francisco.

Fue a raíz del cotejo crítico de las antiguas biografías, iniciado por Paul Sabatier, cuando el relato de los «Tres compañeros» entró a formar parte de la «cuestión franciscana» como pieza fundamental. Se trabaron en una polémica vivaz, pero fecunda, el mismo Sabatier, defensor de la autenticidad del opúsculo, y el bolandista Van Ortroy, que la negaba, considerando la Leyenda como un plagio desacertado de fines del siglo XIII a base de las biografías oficiales.

Tres han sido los intentos de realizar una edición crítica. En 1898 apareció la de M. Faloci-Pulignani, quien se sirvió de un manuscrito del siglo XV conservado hoy en el archivo provincial de los capuchinos de Asís. En 1939 el P. Giuseppe Abate publicó otra edición utilizando el manuscrito de Sarnano, de comienzos del siglo XIV; iba acompañada de un amplio estudio, alarde de erudición y de técnica paleográfica, en que trataba de demostrar que el autor de la Leyenda había manipulado todas las biografías anteriores -primera y segunda de Celano, San Buenaventura, el Anónimo de Perusa-, y que, por lo mismo, no pudo ser compuesta sino a fines del siglo XIII. Finalmente, el P. Théophile Desbonnets, después de someter a crítica la posición del P. Abate y de otros estudiosos, y entrando a fondo en la confrontación de las familias de manuscritos, ofreció en 1974 la edición que consideramos definitiva (1).

Teniendo en cuenta las conclusiones a que llega Desbonnets, podemos resumir así el estado del problema:

1) La carta de los «tres compañeros», León, Rufino y Ángel, fechada en Greccio el 11 de agosto de 1246, es ciertamente auténtica. La contienen todos los manuscritos y no aparece nunca ni sola ni unida a otro documento. Pero su redacción denota, a todas luces, una mano diferente de la del texto de la Leyenda que sigue a continuación. Cabe la hipótesis de que dicha carta acompañara un conjunto más extenso de informaciones escritas remitidas a Crescencio de Jesi. Los «tres compañeros» las habían redactado obedeciendo la orden dada por el capítulo de 1244 y por el mismo ministro general; pero ellos mismos afirman: «No va escrito en forma de leyenda, puesto que ya existen leyendas de su vida y de los milagros que Dios ha obrado por él; lo que hemos hecho es recoger, como de un ameno jardín, las flores más hermosas, según nos parecía, sin seguir un orden histórico...» (TC 1). Ahora bien, esta noción de florilegio se aplica muy bien al texto de la Leyenda de Perusa, como veremos, pero no a la titulada Leyenda de los tres compañeros, que es verdadera «leyenda», es decir, una biografía estructurada según la sucesión de los hechos.

La conclusión más aceptable parece ser que el texto en cuestión formaba parte del envío, pero no del «florilegio». Al quedar separado, probablemente por obra del mismo Celano, que lo utilizó ampliamente en toda la primera parte de su Vida segunda, pero no en el resto del libro, la carta continuó unida, y fue transcrita en adelante tal como estaba por los copistas.

2) ¿Quién es el autor? No, ciertamente, el mismo que el de la Leyenda de Perusa. El cotejo somero de los dos textos basta para demostrarlo. Desbonnets apunta la hipótesis de que fuera uno los tres compañeros; no el hermano León, cuya manera de escribir es conocida, sino, quizá, el hermano Ángel. Siempre en el supuesto de que debe ser considerada como obra de alguno de los «tres compañeros».

3) ¿Cuándo fue escrita? Para responder a esta pregunta hay que afrontar en serio el problema de la interdependencia de las varias fuentes. Existe entre la Leyenda y Celano, Vida primera y segunda, Julián de Espira, el Anónimo de Perusa y la Leyenda mayor de San Buenaventura. ¿Quién depende de quién?

Examinando los lugares paralelos, parece fuera de duda que el autor de la Leyenda de los tres compañeros ha tenido delante la primera de Celano, completándola en muchos detalles de interés, y, asimismo, la Vita sancti Francisci, de Julián de Espira, escrita entre 1232 y 1239 siguiendo la de Celano. En cambio, es patente la dependencia de la segunda de Celano respecto de la Leyenda. El biógrafo oficial logra, con la ayuda del texto de ésta, llenar lagunas y precisar pormenores de la juventud y conversión de San Francisco que había omitido en la Vida primera. Veamos algunas concordancias significativas, que ponen de manifiesto la transformación sufrida por el texto en las hábiles manos de Celano.

La sencilla noticia de que el primer nombre del Santo fue Juan, que Pedro Bernardone cambió por el de Francesco al regresar de Francia (TC 2), se convierte en una señal de predestinación, y la respuesta de la madre a los vecinos, en una profecía, todo ello según el esquema del relato de Juan el Precursor (Lc 1,66) (2 Cel 3). El paralelismo forzado con el Precursor sigue en el relato de la prisión de Francisco en Perusa (2 Cel 4), cuando en la Leyenda todo es natural y sencillo (TC 4). En ésta (TC 7) se describe el episodio de la ronda de Francisco por las calles de Asís, ya en vías de conversión: se va quedando atrás abstraído; de improviso queda fuera de sí por la dulzura, «hasta el punto de que -como él mismo lo afirmó más tarde-, aunque lo hubieran despedazado entonces, no hubieran podido moverlo del sitio». En Celano (2 Cel 7), el relato toma forma rebuscada, de predicación moralizante. El éxtasis es descrito en términos de escuela. La referencia al recuerdo personal de Francisco se reduce a un "ut idem retulit" sin relieve. En el encuentro con el leproso (TC 11), según la Leyenda, Francisco, después del beso con él, monta de nuevo a caballo y prosigue su camino. En Celano (2 Cel 9), montando de nuevo, «mira a una y otra parte, y no ve leproso alguno en toda la amplia llanura despejada».

En todos los relatos, el estilo natural y aun arcaico de la Leyenda contrasta con la manera culta y teológica de Celano, que tiende a comunicar a los hechos un sentido de algo prodigioso.

No puede dudarse que los 16 primeros capítulos (nn.1-67) son anteriores a la Vida segunda de Celano, y posteriores a la primera de Celano y a la Vida de Julián de Espira. Precisando más, diremos que es posterior a la muerte del papa Gregorio IX (1241). El texto (n. 67) se cierra con estas palabras: «El papa Gregorio IX se distinguió como principal bienhechor y defensor así de los hermanos como de los demás religiosos, sobre todo de los pobres de Cristo, hasta el final de su vida. Por lo cual con razón se cree que ha sido asociado a la compañía de los santos». Era, pues, reciente el fallecimiento del papa amigo de la Orden.

Queda el espacio de cinco años para datar la composición de esos dieciséis capítulos de la Leyenda de los tres compañeros. Lo que significa lo mismo que hacerla contemporánea del florilegio de Greccio.

El manuscrito de Sarnano, el más antiguo, y los que de él derivan terminan ahí. Los demás manuscritos añaden otros dos capítulos sobre la estigmatización, muerte y canonización de Francisco. El estilo es muy diferente. Y hay una patente dependencia del capítulo 13 de la Leyenda mayor, de San Buenaventura. Son, por lo tanto, posteriores a 1266.

En conclusión, creemos que es necesario devolver a la Leyenda de los tres compañeros, tan denigrada por Van Ortroy y otros investigadores aun recientes, su verdadero puesto entre las fuentes biográficas de mayor solvencia, descartados los dos últimos capítulos. Junto con la primera de Celano, debe ser considerada como la información más segura sobre la juventud y la conversión de Francisco y sobre los primeros años de la Orden. Escrita por alguien que conoció de cerca al Santo y que escuchó de su propia boca muchos de los relatos, nos ha transmitido, en un lenguaje de gran naturalidad y objetividad, sin recursos retóricos, sin afán de sobrenaturalizar gratuitamente los hechos, un número considerable de datos de sumo interés (2).

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Notas:

1) Legenda trium sociorum. Édition critique: AFH 67 (1974) 38-144.

2) También de los Tres Compañeros existen las concordancias realizadas por calculador electrónico: J.-F. Godet - G. Mailleux, Legenda trium Sociorum, Anonymus Perusinus... Corpus des Sources Franciscaines 3 (Louvain 1976).