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DECÁLOGO DE
ASÍS PARA LA PAZ |
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El día 24 de enero del 2002 tuvo lugar en Asís la histórica Jornada de oración por la paz en el mundo. En aquel importante encuentro interreligioso, los representantes de las diversas confesiones religiosas quisieron codificar su deseo sincero de trabajar en favor de la concordia, de la búsqueda común del verdadero progreso y de la paz en el seno de toda la familia humana, en un «decálogo» proclamado al término de esa excepcional jornada. Al cumplirse un mes de dicha celebración, el Santo Padre Juan Pablo II envió a todos los jefes de Estado o de Gobierno del mundo ese «Decálogo de Asís para la paz», convencido de que sus diez proposiciones podrán inspirar su acción política y social. Ofrecemos a continuación el texto de ese «Decálogo», que bien podemos convertirlo todos en oración, y luego la carta del Papa.
* * * Carta del Santo Padre Juan
Pablo II A sus excelencias los jefes de Estado o de Gobierno: Hace exactamente un mes se celebró en Asís la Jornada de oración por la paz en el mundo. Hoy mi pensamiento se dirige espontáneamente a los responsables de la vida social y política de los países que estuvieron representados allí por los líderes religiosos de numerosas naciones. Las intervenciones inspiradas de estos hombres y mujeres, representantes de las diversas confesiones religiosas, así como su deseo sincero de trabajar en favor de la concordia, de la búsqueda común del verdadero progreso y de la paz en el seno de toda la familia humana, encontraron su expresión elevada y, a la vez, concreta en un «decálogo» proclamado al término de esa excepcional jornada. Tengo el honor de enviar el texto de este compromiso común a su excelencia, convencido de que estas diez proposiciones podrán inspirar la acción política y social de su Gobierno. Pude constatar que los participantes en el encuentro de Asís estuvieron animados más que nunca por una convicción común: la humanidad debe elegir entre el amor y el odio. Y todos, sintiéndose miembros de una misma familia humana, supieron traducir esa aspiración a través de este decálogo, persuadidos de que, si el odio destruye, el amor, por el contrario, construye. Deseo que el espíritu y el compromiso de Asís guíen a todos los hombres de buena voluntad en la búsqueda de la verdad, la justicia, la libertad y el amor, para que toda persona humana goce de sus derechos inalienables, y cada pueblo, de la paz. Por su parte, la Iglesia católica, que pone su confianza y su esperanza en «el Dios de la caridad y de la paz» (2 Cor 13,11), seguirá comprometiéndose para que el diálogo leal, el perdón recíproco y la concordia mutua marquen los caminos de los hombres en este tercer milenio. Agradeciendo a su excelencia el interés que quiera prestar a mi mensaje, aprovecho esta ocasión para asegurarle mi más alta consideración. Vaticano, 24 de febrero de 2002 [L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 8-III-02] |
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