DIRECTORIO FRANCISCANO
San Antonio de Padua

SAN ANTONIO DE PADUA
VIDA Y FUENTES BIOGRÁFICAS

por Rafael Sanz Valdivieso, o.f.m.

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En la edición de los "Sermones dominicales y festivos" de san Antonio publicada por la Editorial Espigas, Murcia 1995, además del texto bilingüe (latín-español) de los Sermones, se ofrece una amplia y documentada introducción escrita por Rafael Sanz Valdivieso, de la que entresacamos la parte referente a la biografía y a las fuentes biográficas del Santo, que ofrecemos a continuación, suprimiendo el amplio aparato de notas que lleva el original.

La vida de san Antonio, el portugués más conocido y festejado en todo el mundo, fue breve por el número de años trascurridos entre su nacimiento y su muerte, pero de gran intensidad biográfica según los testimonios conservados. Después de muchas controversias, problemas e investigaciones, hoy se ha llegado a un consenso y opinión común sobre sus orígenes familiares, su nombre y el de sus padres, su formación en la escuela catedralicia de Lisboa, su estancia entre los Canónigos Regulares de San Agustín, su paso a la Orden franciscana atraído por el ejemplo de los primeros mártires franciscanos en Marruecos, su labor de predicador evangélico y de ministro preocupado por el bien de los hermanos confiados a su servicio y de escritor de Sermones según las reglas y procedimientos de la oratoria de su época. Además, murió como un santo en 1231 y fue canonizado a los once meses de su muerte, por aclamación del pueblo cristiano, confirmada con la declaración solemne de la Iglesia.

Nacimiento y familia

Aunque los datos no son seguros en todos sus detalles, sabemos que nació en Lisboa a finales del siglo XII, sin que podamos fijar la fecha con exactitud. Sus padres poseían una casa frente a la puerta principal de la Catedral, pues vivían en la misma calle, adecuada a la condición de su estado, del que no tenemos todos los datos muy completos para decir que formaban parte del estamento aristocrático, designado como "nobilis progenies", "nobiliori genere". Todo lo más que se puede decir es que la familia Martins pertenecía a los "hombres buenos" del pueblo, mercaderes de posición desahogada y respetados en el burgo e incluso al servicio del Rey en los asuntos de tesorería. Quizá fue su padre uno de los "milites", ciudadanos que por su posición tenían concesión para servir al rey con armas y caballo. Así lo menciona la Leyenda Benignitas, aunque ha sido discutido el dato a la luz del testimonio aportado por Jacobus de Guisia.

1. Estos "felices progenitores" -expresión de la Assidua- se llamaban Martim de Bulhôes y Teresa Taveira, según fray Marcos de Lisboa en su Crónica, primera obra impresa que ofrece los nombres completos. El nombre Martinho, Martim de Bulhôes, Bolhom o Bolhâo, es el que aparece unido al nombre de bautismo del Santo, Fernando Martins de Bulhôes, sin que tenga nada que ver con los guerreros y cruzados descendientes de Godofredo de Buillón, ya que la costumbre de ennoblecer el linaje de los santos es peculiar concesión de la hagiografía del pasado, como si no bastara el ser buenos y fervorosos cristianos. Los autores de las "Leyendas" hacen afirmaciones generales sobre la "nobleza" que no se pueden tomar al pie de la letra, sino en sentido amplio, como conviene a una persona de "nobles" sentimientos y acciones desde su juventud.

El nombre de la madre, Teresa Taveira, aparece indicado en otras fuentes como María de Távora, sin que haya posibilidad de aclarar tal diferencia aceptada, ya que aparecen ambos en la tradición. Wadding coincide con la afirmación de la Leyenda Benignitas de que se llamaba María. Es discutible la afirmación de algunos cronistas sobre la procedencia de la familia Taveira de Asturias, en el norte de España, cuyo antepasado habría sido el rey Fruela (s. VIII), padre de Alfonso el Casto, ya que no tenemos constancia de tal parentesco ni de su nobleza de sangre.

La infancia de Fernando Martins de Bulhôes, tal fue el nombre que le impusieron al bautizarlo en la vecina Catedral, transcurrió en una familia normal, conocida en Lisboa, de notable posición y haberes, como se ve en los documentos referidos a sus padres y otros tres hermanos relacionados con la edificación de la iglesia dedicada a San Mamés, cercana a su casa. El no tener fijado el año de su nacimiento con la misma seguridad con la que sabemos el lugar, se debe a la poca garantía que ofrecen los datos transmitidos por las "Leyendas" respecto de las fechas, cuyos autores quizá las ignoraban como nosotros. La Raimundina, la Benignitas y el Liber miraculorum hablan de los treinta y seis años con que contaba al morir. Nacido, por tanto, en 1195, y distribuidos así: 15 años en casa de sus padres, casi 2 en Lisboa y otros 9 en Coimbra entre los Canónigos Regulares de san Agustín, y 10 de franciscano. Fernando Félix Lópes propone el año 1188 como fecha de nacimiento de san Antonio, apoyado en los datos de G. Abate y en las observaciones y otros datos ofrecidos por A. Callebaut; indica el año 1208 para la fecha de su entrada en los Canónigos Regulares de san Agustín; esa era la cronología propuesta en 1947 por J. Montalverne, OFM.

A. D. de Sousa Costa concluye, después de repasar las propuestas de los estudiosos y las afirmaciones de las "Leyendas", que determinar la edad del Santo sólo puede hacerse de manera aproximada partiendo de la Assidua y teniendo en cuenta las indicaciones que en el Dialogus de gestis sanctorum Fratrum Minorum (1244-46) le describen entregado al estudio de las artes liberales, cuando, con la llegada de la pubertad, comenzaron a crecer los estímulos de la carne, y aunque se sentía sobremanera acuciado pos estos movimientos de lascivia, no por eso aflojó el freno a la adolescencia y al placer, sino que, despreciados los estudios literarios, corrió a un monasterio de san Agustín cercano a la ciudad y tomó el humilde hábito de Canónigo Regular. El término "adolescente", usado por la leyenda Benignitas y las indicaciones relativas a la crisis y tentaciones juveniles propias de la edad, permiten pensar con una cierta flexibilidad en los 17-18 años, edad en la que se decidió a entrar en el monasterio de San Vicente de Fora de los Canónigos Regulares, dando un margen de tiempo razonable entre los quince años y su decisión de entrar en el monasterio, margen en el que se sitúa la crisis personal y las tentaciones mencionadas.

2. El nacimiento de san Antonio, por tanto, se fijaría hacia 1191; el día y mes no los conocemos. El dato resultante del reconocimiento del cuerpo del Santo, en 1981, por varios expertos en medicina legal, indicaría una edad de 39 o 40 años, "intorno ai 40 anni", que coincide con las deducciones a partir de la Assidua. Después de quince años trascurridos sin problemas en casa de sus padres, antes de la entrada entre los Canónigos Regulares de san Agustín el año 1209, afrontó un período de crisis, dudas, angustias y tentaciones, contra las cuales Fernando luchó valientemente, aunque no debería alargarse más de dos o tres años, después de los cuales, "despreciadas las diversiones del mundo", vistió el hábito de los Canónigos Regulares en San Vicente de Fora en Lisboa. En el monasterio, las visitas de parientes y amigos de juventud eran más frecuentes de lo necesario y perturbaban la vida y piedad cenobítica más de lo tolerable, según los datos de la Assidua, del Dialogus y la Raimundina, por lo que a fines de 1210 o comienzos de 1211 se trasladó al monasterio de Santa Cruz de Coimbra, cuando contaba cerca de veinte años.

El abandono de Lisboa por Coimbra, a 175 kilómetros de distancia, para que las relaciones con sus amigos y familiares no fueran obstáculo a los más altos intereses de su alma, es un dato válido que merece más atención que las posibles pasiones políticas que pudieran asediar al monasterio de San Vicente de Lisboa, las intervenciones reales o tensiones entre nobles y eclesiásticos, incluidos los Obispos de Oporto y Coimbra, etc., porque la Corte, entonces, se encontraba en Coimbra, y no aparece en la Assidua su pretensión de mezclarse en los litigios del Rey y los Obispos de Coimbra y Oporto, ni en los propios del monasterio de Santa Cruz de Coimbra con ambas instituciones. La Assidua menciona los amigos de su misma condición social y las visitas inoportunas: "Unos dos años permaneció aquí [en San Vicente de Lisboa], durante los cuales tuvo que soportar las frecuentes visitas de amigos, tan importunas a las almas recogidas. Para evitar de raíz la causa de tales perturbaciones, decidió abandonar el solar natal, capaz de debilitar en no pequeña medida los ánimos viriles, de modo que, defendido por la barrera de la distancia, pudiese servir más libremente al Señor". Así que su traslado a Santa Cruz de Coimbra, con el permiso de sus superiores, se hizo "con fervor de espíritu".

Formación, estudios y cultura

Fernando Martins de Bulhôes frecuentó desde los seis o siete años la escuela catedralicia, fundada por Don Gilberto de Hastings, nombrado Obispo al restaurar la sede después de la reconquista por Alfonso Henriques. Los estudios seguían el "cursus" aceptado en la Europa cristiana de entonces. Se aprendía a leer utilizando como libro el Salterio, memorizando el texto latino; a escribir, a contar y a cantar. Una vez afianzado en la escritura y la lectura, se estudiaba la gramática latina que constituía el comienzo del "Trivium", más algunas materias de retórica y dialéctica, aunque la enseñanza básica de tales estudios era, sin duda, la gramática latina. Además, participaban los escolares en las ceremonias y cantos litúrgicos de la sede catedralicia. No sabemos si después de la escuela catedralicia, o en la misma escuela, estudió las artes liberales con alguno de los maestros que allí enseñaban: Vicente Hispano a quien sucedieron Menendo Gonçales y Juan de Dios. Esos estudios habrían tenido lugar antes de entrar en el monasterio de san Vicente de Fora, al que llegaría con sus 18 años, en torno a 1209.

1. Las crónicas antiguas han transmitido el nombre de su primer maestro, D. Gonzalo Mendes, que después fue prior del monasterio, aunque A. D. de Sousa Costa recuerda los nombres de quienes pueden haber sido sus maestros en San Vicente de Fora: Magister Petrus y Pedro Pires. La participación en la liturgia coral, la Eucaristía y el Oficio divino con sus lecciones y meditaciones, en los Capítulos celebrados después de la hora de "prima", el silencio y el estudio de la Regla de san Agustín, del libro de las Consuetudines o "usos" del monasterio, eran parte del horario cotidiano, según refiere la Assidua con las noticias que proporcionó a su autor el obispo don Soeiro II.

La Assidua, al referir su traslado a Santa Cruz de Coimbra "deseoso de una más severa disciplina y por amor de una tranquilidad más fecunda", indica la dedicación de Fernando al estudio de la Escritura, de los Padres y de las disciplinas propias del estado eclesiástico, destacando la memoria prodigiosa con la que sostenía su "feliz curiosidad" al escrutar los "secretos de la palabra divina". Confiaba a su memoria tenaz lo leído, con tanto aprovechamiento, que pronto demostró un conocimiento extraordinario de la Biblia.

2. En Santa Cruz de Coimbra permaneció durante nueve decisivos años, hasta 1220, "ali se fez um santo e dali saiu doutor", dedicado al estudio y a la meditación de las Escrituras Santas, aplicando el método alegórico y anagógico en el estudio de las doctrinas teológicas, que después le revelarían consumado maestro y predicador experto por su plenitud de ciencia y doctrina, sorprendiendo a sus oyentes e incluso al mismo Papa Gregorio IX que le denominó "arca del Testamento". En Santa Cruz, en los libros de la preciosa biblioteca conventual, aprendió la teología leyendo a los Padres, san Agustín, san Gregorio Magno, la mística en Dionisio Areopagita y en Ricardo de san Víctor, las Sentencias de Pedro Lombardo; con ellos aprendió a exponer el Evangelio y su sentido moral con agudeza de ingenio y argumentos coherentes, sin dejarse atraer por los laberintos de la sabiduría humana, según narra la leyenda Raimundina: cuando quiso Dios poner sobre el candelero la lámpara que había encendido, hizo que se manifestara de modo admirable la sabiduría sobrehumana de Antonio.

3. La Benignitas le compara con san Pablo, predicador universal, con san Jerónimo, doctor eximio de la Sagrada Escritura "eruditissimus in sacra pagina", que conocía y podía exponer los libros sagrados en "su sentido alegórico, histórico, tropológico y anagógico". En Santa Cruz se encontraban profesores formados en París, que trajeron libros para aumentar el caudal de la librería monástica, entre ellos Magister Parisius, Maestro Joâo y Maestro Raimundo.

Ordenación sacerdotal

El conocimiento de las Escrituras, la formación teológica y su capacidad personal, cultivada por el estudio y la reflexión, además de la oración, le facilitaron la exposición y aplicación de la doctrina a la vida. Su formación intelectual la adquirió en Coimbra siguiendo la escuela agustiniana, según la corriente de los "victorinos" de París, donde se habían formado los maestros de Santa Cruz. De allí salió con una formación completa y bien asimilada que le permitió aprender tanto lo que era necesario en la evolución de su pensamiento y aspiraciones espirituales, como la preparación requerida para ser ordenado sacerdote, para la "exercitatio ecclesiastica", expresión procedente de la Assidua que podemos interpretar como el ministerio sacerdotal, la actividad pastoral de un sacerdote, ordenado seguramente por el Obispo de Coimbra.

1. Se ha discutido este punto teniendo en cuenta la fecha canónica exigida entonces para ser ordenado, no menos de treinta años. A. Callebaut tomaba esa indicación del Papa Inocencio III como justificación de su propuesta: san Antonio ordenado en Forlí en 1221. En la práctica se admitían las excepciones y por necesidades pastorales se procedía a la ordenación sacerdotal a los veinticinco años desde 1179, cuando la cura de almas estaba implicada, según el III Concilio Lateranense, las Decretales de 1191-1192. En Santa Cruz de Coimbra, según el derecho vigente, podían ser ordenados sacerdotes desde los veinticinco a los treinta años, como parece lo más probable en el caso de Fernando Martins, por lo que al pasar en 1220 a los Franciscanos, que vivían en San Antonio de los Olivos, ya sería sacerdote.

Esta información es la más segura a pesar de la imprecisión de las "Leyendas" antiguas, excepto la Raimundina y la adición del códice 74 de la Biblioteca Antoniana de Padua (del s. XIV), que recuerdan la respuesta dada a fray Graciano, a saber, que era sacerdote antes de pasar a ser franciscano; su ordenación tendría lugar antes de 1220, en Santa Cruz de Coimbra, cuando contaba entre 25 y treinta años, aunque no sabemos la fecha exacta porque no hay libros de asientos de ordenaciones, de esta época, en las diócesis de Portugal. Esta ha sido aceptada como opinión común, sin duda la mejor documentada.

2. Tal opinión descarta la lectura de la Assidua, al citar la presencia de san Antonio en Forlí en 1221, cuya interpretación le menciona como para ser ordenado sacerdote, cuando varios frailes se reunieron con otros hermanos de la Orden de Predicadores; allí san Antonio predicó a los presentes, pues estaba allí "no como un ordenando" sino entre el grupo de los acompañantes requeridos por el rito mismo. La Assidua no afirma que haya sido ordenado en Forlí, sino que se encontraba entre los presentes -affuit inter eos-. El dato lo confirma la leyenda Raimundina al referir su presencia en Emilia Romaña, después del Capítulo general de "las Esteras" de 1221, al lado del Ministro provincial fray Graciano, que al llevarlo consigo le preguntó si era sacerdote, a lo que respondió escuetamente que era sacerdote desde hacía muy poco: "brevissime se sacerdotem existere, multiloquii vitans periculum brevitate"; la misma respuesta se encuentra en la adición del códice 74 ya citado. La Vita secunda de fray Julián de Espira, en cambio, daría lugar a confusión al afirmar sin más su presencia en Forlí cuando se reunieron allí muchos frailes que habían sido enviados para recibir las sagradas órdenes, "pro suscipiendis Ordinibus missi ad civitatem Forlivii". Fray Bartolomé de Pisa es el único testimonio antiguo que habla de la ordenación en Forlí, interpretando de forma personal las palabras de la Assidua, según afirma A. D. de Sousa Costa, y sin que sea conocida tal opinión antes de 1401. La frase "affuit inter eos Antonius", "se encontraba entre ellos Antonio", podía interpretarse como si hubiera ido allí a recibir la ordenación, mientras -creemos- tiene un sentido más general: estaba allí con todos los reunidos, dominicos y franciscanos, ordenandos y ordenados y otros hermanos no clérigos, con los que se encontraba para tomar parte en la celebración.

San Antonio se hace Franciscano

La presencia de los Franciscanos en Portugal y España se remonta al año 1218, según la Crónica de los XXIV Generales, cuando los frailes se esparcieron por el mundo conocido, enviados por san Francisco, que ya en 1214 había peregrinado a Santiago de Compostela (1 Cel 56). A Coimbra llegaron por aquellas fechas y fundaron el convento de Santo Antâo dos Olivais (San Antón o Antonio de los Olivos), según Wadding en 1217, protegidos por la princesa doña Sancha, hermana del Rey don Alfonso II y su esposa la Reina doña Urraca. En 1219 llegó un número mayor de frailes menores, dirigidos por fray Juan Parente y con cartas del Papa Honorio III para que no fueran recibidos como sospechosos de herejía.

La Assidua recuerda que los frailes menores de San Antonio dos Olivais pedían limosna en Santa Cruz de Coimbra antes de la llegada de las reliquias de los protomártires, porque la protección de los reyes les había concedido habitar este lugar cercano a Coimbra, entonces capital del Reino, quizá ya en el año de 1218, pues según la Crónica de Jordán de Giano, los cinco protomártires habrían formado parte de los frailes llegados a la Península Ibérica en 1219; pero podemos distinguir, probablemente, entre el primer grupo de frailes llegados a Portugal y España y el grupo posterior de los enviados a Marruecos, que llegarían a Coimbra y frecuentarían el Monasterio de Santa Cruz para pedir limosa. Allí existía ya el "lugar" de los Frailes Menores, al menos desde 1218, donde pudo conocerlos su futuro cofrade Fernando Martins.

1. Los restos mortales de los cinco frailes, Berardo, Pedro, Acursio, Adyuto y Otón, martirizados el 16 de enero de 1220, fueron recogidos y repatriados a Portugal por el Príncipe don Pedro, hermano del Rey Alfonso II, y entregados a don Joâo Roberto, canónigo del monasterio de Santa Cruz de Coimbra, a donde llegaron después de pasar por Astorga, para que los depositase en su Iglesia. La "leyenda" de los Mártires de Marruecos, la Crónica de los XXIV Generales, la Assidua y las demás "leyendas" antonianas, relatan la decisión de Fernando Martins de mudarse a los Frailes Menores movido por el ejemplo magnífico de aquellos mártires y atraído por la vida evangélica que trataban de seguir aquellos frailes que pedían limosna en Santa Cruz. Su deseo de entregar la vida en el martirio y su propósito de ir a Marruecos, siguiendo el ejemplo de los frailes allí decapitados por anunciar a Cristo, le movieron a vestir la estameña franciscana y a cambiar su nombre. Desde entonces será conocido fray Antonio como fraile mendicante y misionero, pidiendo ser enviado de inmediato a tierras de Marruecos.

Entre los meses de abril y mayo de 1220, o a lo más tardar en el verano de ese año, se trasladó a San Antonio de los Olivos para vivir con los Frailes Menores, poniendo en práctica su vida y Regla según el santo Evangelio, tal como san Francisco la escribió. Entre los Menores aún no se había introducido, por entonces, el año de noviciado o de probación, pues la bula papal que lo disponía como requisito lleva la fecha del 22 de septiembre de 1220, por lo que es de suponer que la toma de hábito era a la vez profesión de la Regla anterior a 1221 y aprendizaje de los usos y costumbres de la Orden franciscana. Pero no hay detalles que aludan a un cambio en el "estilo de vida religiosa", sino siempre al deseo de ser enviado como misionero y llegar a ser mártir de Cristo.

La Vita secunda de fray Julián de Espira describe este propósito que le movía a tratar de alcanzar la palma del martirio "pro Christo cum praefatis Martyribus palmam obtineat". El Dialogus insiste en el envío a Marruecos como "conditio sine qua non", una vez había sabido la noticia del martirio y la llegada de las reliquias a Santa Cruz de Coimbra. Solamente la leyenda Raimundina se detiene un poco en el ejemplo de la vida evangélica aportado por los frailes de San Antonio de los Olivos, a los que califica de predicadores auténticos con el ejemplo de las obras, como san Francisco. No obstante, la insistencia recae en la vocación al martirio y el cambio de nombre alude a su misión de predicador universal del evangelio.

2. La vocación franciscana de Antonio se manifestaba, al comienzo, como entusiasmo arrebatador y concreto que le llevaba a suspirar por el martirio por amor a Cristo, aunque después de 1221 y de su participación en el Capítulo de las Esteras, se manifestará por la práctica de la simplicidad evangélica, a ejemplo de Francisco, es decir, cuando la vida franciscana se había ya posado en su experiencia de la vida de Fraile Menor, en el eremitorio de Montepaolo (Bolonia), en la enseñanza de la teología y la predicación. A Marruecos marcha acompañado por otro fraile franciscano, de quien no sabemos el nombre, los primeros días de diciembre de 1220, y allí no encuentra el martirio, sino una enfermedad que le hace cambiar sus propósitos, ya que tiene que volver a embarcarse de regreso a Lisboa. La aceptación de la voluntad de Dios y de su propia vocación le reservaban aún otra sorpresa, porque la violentísima tempestad desatada al comenzar el viaje de vuelta juega con el barco hasta depositarlo en las costas de Sicilia, cerca de la ciudad de Mesina, donde se encontraba situado un "lugar" de los Frailes Menores en el que encuentra refugio y se repone de la enfermedad y de las inclemencias del tempestuoso viaje. En el convento franciscano de Mesina estaría un mes, hasta su marcha al Capítulo de Pentecostés de 1221.

Estamos en la primavera de 1221 y su vocación franciscana a la pobreza y a la humildad y al "pleno abandono en las manos de Dios comenzaba a depurarse en circunstancias tan adversas como aquellas"; después conocerá otras más favorables, como será la participación en el Capítulo General de las Esteras en Pentecostés, 23 de mayo de 1221, donde conoció a san Francisco, antes de su marcha a Montepaolo. Aquí -dice Bughetti- "su alma se hizo franciscana". El provincial de Emilia Romaña, fray Graciano, hombre venerable y de vida probada, lo toma consigo y lo lleva a Montepaolo en el mes de junio de 1221, para ejercer el sacerdocio, celebrar la eucaristía y el sacramento de la penitencia y ayudar en las tareas domésticas; a la vez, la vida contemplativa del eremitorio y la práctica del ayuno y la penitencia le sirvieron de auténtico noviciado.

3. En esa ocasión, otoño de 1222, se situaría el peculiar descubrimiento de sus dotes oratorias, su palabra breve y profunda, su memoria prodigiosa, capaz de ganarse la atención creciente y tocar el corazón de sus oyentes, cuando acudió a Forlí con el grupo de hermanos que tenían que recibir la ordenación sacerdotal, quizá en las témporas de septiembre de aquel 1222. Había transcurrido un año o poco más de su llegada a Montepaolo. La leyenda Raimundina añade que se celebraba pocos días después, además de la ordenación, el Capítulo provincial cercano a la fiesta de San Miguel, el 29 de septiembre, por lo que la ordenación y reunión de los frailes tendría lugar unos días antes. Con motivo de dichas ordenaciones en que había predicado de forma tan sabia como arrebatadora, que sorprendió por la humildad con la que había mantenido escondida su instrucción, letras y profundidad de doctrina. Ese Capítulo sería también la ocasión para dar a conocer, junto al episodio de Forlí, al insigne predicador san Antonio; al menos, le sacó de su silencio para dar comienzo a su actividad evangelizadora, pues fray Graciano le confirió el oficio de predicador, según la Regla franciscana que, redactada por san Francisco con la ayuda de fray León, estaba a punto de aprobar el papa Honorio III.

Durante el año 1223 predicó por el norte de Italia, Emilia Romaña, Lombardía, Piamonte, según narra la Assidua, regiones en las que pululaban movimientos sectarios, nacidos al amparo de la corriente de intenso retorno a la vida evangélica, la pobreza y el seguimiento de Cristo crucificado, sostenidos por gentes de origen burgués, menestrales, artesanos y comerciantes, que decepcionados por los desvaríos del clero pudiente trataban de vivir la fe con sencillez y coherencia. Cátaros, albigenses, beguinos y valdenses, pobres de Lombardía, habían comenzado cumpliendo a la letra el evangelio que manda dejar todo, darlo a los pobres y seguir a Cristo bajo el signo de la penitencia y la cruz. Enseñaban a otros y les predicaban o enseñaban la penitencia y pobreza evangélica practicada por Jesús y sus discípulos. Así la ciudad de Rímini era un centro de gran actividad del movimiento cátaro-patarino.

4. Durante este primer período de su predicación desempeñó también la cátedra de teología en Bolonia, para la que fue apoyado como "lector" por el mismo san Francisco, según la carta conservada en el Liber miraculorum. Bolonia era entonces el primer centro de formación de la Orden franciscana, erigido entre 1219-1220 por el Ministro provincial Giovanni Strachia. Esta novedad supuso un choque serio con la forma de pensar de san Francisco, temeroso de que el estudio pudiera apartar a los frailes de la auténtica minoridad. La sospecha de que los frailes pudieran salir de tal institución "más doctos que piadosos" aparece en el desalojo de la casa de Bolonia, sin volver a ella hasta que el Cardenal Hugolino la declaró propiedad suya (2 Cel 58). Resuelta la propiedad de la casa, a san Antonio le nombra el mismo san Francisco lector de teología, según dicha carta de 1223-1224, en la que se cita el cap. 5,2 de la Regla aprobada el 19 de noviembre de 1223.

Con la carta, la bendición y aprobación de la enseñanza de la teología en el centro que inaugura san Antonio, y para el que le nombraría oficialmente el Obispo de Bolonia como el primer lector o maestro de teología entre los Frailes Menores. La Benignitas le reconoce como el primer "lector" que hubo en la Orden, que ejerció su oficio en la facultad de teología de Bolonia, y de forma parecida se expresa la Raimundina. Esa enseñanza fue pública aunque duró poco, porque le veremos en 1224 marchar a Francia, a la región de Languedoc, para predicar a los albigenses; allí también habría enseñado teología en Montpellier y en Toulouse por los años 1225-1227.

En 1223, después de predicar en Rímini, o en la primavera de 1224 durante la predicación de la Cuaresma, se encontraría durante algunos meses con el canónigo regular agustino Tomás Gallus, que residía en Vercelli, como abad del monasterio de San Andrés. Tomás Gallus venía de la Escuela de san Víctor de París, de donde había sido llamado por el Obispo Richerio Gualla, fundador del monasterio de Vercelli. Allí san Antonio entró en contacto con la teología mística de Dionisio Areopagita, según la Raimundina, pero no durante los cinco años que se mencionan en el Liber Miraculorum, ya que su ocupación como predicador le impediría una estancia prolongada, sino en encuentros ocasionales, valorados altamente por Tomás Gallus.

San Antonio en la plenitud de su apostolado

En los meses finales de 1224 san Antonio fue invitado a ir al sur de Francia, donde permanece hasta 1227, como hemos mencionado, para predicar a los albigenses. De esta misión en Francia nos dan noticia las "Leyendas" Benignitas y Rigaldina, con datos y tradiciones locales, ya que la Assidua calla sobre estos años. El itinerario recordado en ellas menciona las ciudades de Montpellier, Toulouse, Puy, Burdeos, Brive, Bourges, Arles, Limoges. En estos mismos años habría enseñado teología, al menos, en dos de ellas, Toulouse y Montpellier, ciudad esta en la que los hermanos Dominicos habían creado un "Studium generale" y los Franciscanos probablemente intentaran hacer otro tanto; por eso llamaron a san Antonio, secundando la petición del Papa Honorio III de enviar predicadores que por su celo, ciencia y santidad, fueran capaces de sostener un apostolado difícil en medio de los movimientos heréticos de la zona, predicación que se transformó en "cruzada" cuando la misión pacífica de exhortación y conversión se mezcló con otros intereses y reformas necesarias, prolongándose hasta 1229.

1. El Liber miraculorum sitúa en Montpellier el robo del Salterio que usaba san Antonio para sus lecciones por un novicio que se encontró con el diablo cuando huía con el manuscrito, al pasar el puente del río; el diablo le amenazó, diciéndole: "Vuélvete a tu Orden y devuelve al siervo de Dios, fray Antonio, el Salterio; si no, te arrojaré al río, donde te ahogarás con tu pecado". El novicio, arrepentido, devolvió el Salterio y confesó humildemente su culpa a san Antonio, que se había puesto en oración para encontrarlo, creyendo su libro extraviado o perdido.

Desde Montpellier pasó a Toulouse el mismo año 1225, y allí enseñó también teología a los franciscanos para prepararlos en su apostolado, enseñándoles el ministerio de la predicación y formándoles en la doctrina de la Iglesia católica, según la Benignitas. En Puy en Velay fue guardián del convento, nombrado en el Capítulo provincial de 1225; en Bourges tomó parte en el Sínodo que celebró aquella ciudad el 30 de noviembre de 1225, en el que se decretó la guerra contra los albigenses, a pesar de la oposición del Obispo de la ciudad, Simón de Sully, al que se dirigió san Antonio de forma vehemente con las palabras "tibi loquar, cornute", y por tales certeras palabras consiguió atraerlo a una vida ordenada y ejemplar. En Brive habría fundado el convento eremitorio en 1226, donde hoy se visitan las grutas de San Antonio; en Limoges desempeñó el cargo de Custodio, recibió una casa perteneciente a la abadía de san Martín para morada de los frailes, predicó a los fieles y visitó los conventos, obró milagros de bilocación, según la Rigaldina, que siempre describe las actividades de san Antonio llamándole "custodio".

2. Predicador y lector en Toulouse en 1225, a finales de 1226 tomó parte en el Capítulo de la provincia de Provenza, convocado en Arles, donde sería nombrado "custodio". Mientras predicaba san Antonio a los frailes sobre las palabras de la condena de Jesús en la cruz "Jesús Nazareno, Rey de los Judíos", se apareció san Francisco, según cuenta Tomás de Celano, bendiciendo a los frailes, episodio sucedido antes de la muerte de san Francisco el 3 de octubre de 1226 (1 Cel 48). Entre 1226 y 1227 estuvo en Saint Junien, en la abadía de Solignac y, durante el invierno, en alguno de los eremitorios de Limoges, donde recibiría la noticia de la muerte de san Francisco por la carta enviada por fray Elías a fray Gregorio de Nápoles, Ministro de la Provincia de Francia. La noticia de la muerte es descrita con palabras entretejidas de citas bíblicas, anunciando la muerte de "nuestro hermano y padre Francisco", pero afirmando la certeza de que "ha vuelto al Señor en las primeras horas de la noche que precede al 4 de octubre", comunicando datos sobre los milagros sucedidos a su muerte y sobre las llagas. Según la versión de Jordán de Giano, en la carta habría una convocatoria del Capítulo general que habría de celebrarse en la fiesta próxima de Pentecostés, al que san Antonio tenía que asistir como custodio de Limoges.

3. A comienzos de 1227, parte para Asís donde se celebraría el Capítulo general el 30 de mayo; al pasar por Provenza sucedería el episodio del vino derramado y de nuevo recogido en su vasija por mediación de san Antonio. Las noticias son escasas respecto de este retorno a Italia, como en general para los años 1227-1230. Después del Capítulo general celebrado en Asís, en el que fue elegido fray Juan Parente como Ministro general y se nombraron Ministros para varias provincias, san Antonio fue elegido como ministro de la provincia del Norte de Italia, de Emilia Romaña y Lombardía. Según la Assidua, en 1230 fue liberado de su cargo "del gobierno de los frailes". La misma "leyenda" menciona una estancia en Padua, cumpliendo sus tareas de visita a los conventos y a los frailes, y predicando la Cuaresma de 1228 en la ciudad.

Es posible que en la Pascua de 1228 fuera enviado a Roma a predicar en la basílica de san Juan de Letrán, donde le oyeron el Papa Gregorio IX y la Corte pontificia, aunque también pudiera referirse al año 1230, cuando formó parte de la delegación del Capítulo general que pedía al Papa una declaración sobre la obligatoriedad del Testamento de san Francisco, cuestión resuelta con la Bula "Quo elongati" del 28 de septiembre de 1230. Pero la estancia en Roma podría tener también que ver con alguna delegación oficial para pedir la canonización de san Francisco, llevada a cabo ese mismo año de 1228, el día 16 de julio. En el otoño de ese año, o en 1229, participaría en el caso de Ezzelino da Romano, en cuyas tierras de Bassano, diócesis de Verona, guerreaba con Padua; en ellas habitaban los Frailes Menores del convento de San Donato de Capo di Ponte, a los que protege de las pretensiones de Ezzelino una carta del Papa Gregorio de octubre de 1227, para que sigan en la Iglesia que les había cedido el Obispo. Otras noticias fijan la visita a Verona en el otoño de 1230.

4. Durante esta primera estancia en Padua habría compuesto los Sermones dominicales, según dice la Assidua, retirado en alguno de los conventos que allí existían, el hospicio de Arcella, junto al Monasterio de las Clarisas, o el eremitorio de Camposampiero, donde pasaría algunos meses en soledad entre 1227 y 1230 mientras ejercía su ministerio, aunque la cronología es difícil de precisar. En Camposampiero habría trabajado en una celda construida entre las ramas de un nogal, donde -dice la Assidua- "se entregaba a la santa contemplación", y según la crónica de Rolandino, "dando vueltas y más vueltas día y noche al Antiguo Testamento y al Nuevo, preparaba cosas útiles para todo el pueblo cristiano". La opinión contraria sostiene que, por ausencia de referencias franciscanas explícitas, los Sermones dominicales habrían sido escritos en Coimbra antes de hacerse franciscano, aunque hubieran sido revisados y corregidos posteriormente en Italia. Esta es la opinión de Raoul Manselli. Tales sermones habrían sido escritos para el clero, expresando la necesidad de una reforma de la Iglesia, para la que habría encontrado una respuesta válida en san Francisco y su movimiento; por tanto, la inquietud personal de san Antonio en ese sentido sería uno de los motivos de su aceptación del franciscanismo.

El sentir común mantiene las noticias procedentes de las "Leyendas" Assidua, Vita secunda, Raimundina, Rigaldina, que sitúan en Padua la composición de los Sermones dominicales entre 1227-1229, y los Sermones festivos entre el otoño de 1230 y su muerte en junio de 1231 a petición del Obispo de Ostia, Rainaldo de Jenne. Estos Sermones festivos no presentan problemas de datación, pues siendo una obra inconclusa, las noticias de las "Leyendas" sobre su composición en los últimos meses de vida, trascurridos en Padua, concuerdan con la fecha de elección de Rainaldo como obispo de Ostia en 1231 y con los demás acontecimientos finales de su vida. Los Sermones festivos los compuso después de haber participado en el Capítulo de Asís en 1230, donde fue exonerado del ministerio provincial y recibió del Ministro general "completa libertad para dedicarse a la predicación", según la Assidua. Con todo, por lo que respecta a los Sermones dominicales, dada su complejidad, parecen haber requerido más tiempo del manifestado; es posible que anteriormente hubiera material redactado al que se dio forma definitiva en Padua. Es natural que reuniera tales materiales que le sirvieron para la predicación, a la que se dedicaba desde 1222.

Esta opinión, referida a un trabajo prolongado y programado desde unos años antes a esas fechas, es razonable, aunque no podemos fijar los años, que según Francisco Costa y por las fechas móviles de la Pascua, podría haber comenzado en 1224 (Pascua el 14 de abril) para los sermones que van desde Septuagesima hasta el Domingo XII después de Pentecostés, incluidos los cuatro sermones marianos. En 1226 la Pascua se celebró el 19 de abril, época en la que se encontraba en Francia, donde habría habido una segunda etapa de composición. La opinión de los editores de los Sermones en 1979 mantiene que fueron escritos y redactados en Padua, aunque la labor de composición haya sido iniciada años antes de su estancia en esta ciudad, al menos desde su dedicación oficial a la predicación.

Últimas actividades y fallecimiento del Santo

Durante la Cuaresma de 1231 dejó la redacción de los Sermones festivos para dedicarse con toda intensidad a la predicación, a la enseñanza y al sacramento de la penitencia, según la Assidua, que describe el fruto de esta labor con palabras llenas de admiración y emoción: "Reducía a la concordia fraterna a los enemistados; restituía la libertad a los encarcelados; hacía devolver lo robado con usura o violencia... Rescataba a las meretrices de su infamante trato; y mantenía alejados de poner la mano sobre lo ajeno a ladrones famosos por sus delitos. Y así, transcurridos felizmente los cuarenta días, fue grande la cosecha de mies, agradable a los ojos de Dios, que con su celo recolectó".

Una descripción semejante, más parece un resumen de su vida y actividad evangelizadora, que una descripción de la predicación de 1231. En esta ocasión destaca el fuerte acento social, pues las discordias entre güelfos y gibelinos estaban a la orden del día, y no menos la esclavitud por deudas, según el estatuto que publicó el "Común" de Padua el 15 de marzo de 1231 a petición del Santo. Lo mismo podemos decir de la usura, o de la atención a las prostitutas y a los ladrones profesionales. No menos importante parece ser la acción, en el mes de mayo, ante Ezzelino para pedir la libertad de Ricardo, conde de san Bonifacio, que no obtuvo, en las disensiones entre güelfos y gibelinos. Cansado, se retiró a Camposampiero, a unos veinte kilómetros de Padua, al eremitorio construido para los frailes por el conde Tiso, donde reemprendió la composición de los Sermones festivos mientras se dedicaba a la oración.

1. El 13 de junio de 1231, cuando iba a ser trasladado por fray Rogerio, a petición suya, al caer enfermo y sentir cercana la presencia de la hermana muerte, del eremitorio de Camposampiero al de santa María en Padua, otro hermano, fray Vinoto, que había salido a su encuentro, al verle tan enfermo decidió llevarlo a Arcella, suburbio de la ciudad de Padua donde estaban los frailes que asistían al convento de las Damas Pobres. Allí murió el 13 de junio de 1231 -según dice la Assidua- después de haber recibido los santos sacramentos de la penitencia y de la unción, cantando el himno "O gloriosa Domina" y los salmos penitenciales, y exclamando "Veo a mi Señor" entregó su alma a Dios.

La noticia de su muerte se extendió rápidamente y surgieron las disensiones sobre dónde enterrarlo, asunto que se resolvió con diplomacia, y el 17 de junio de 1231 se le dio sepultura en la iglesia del convento paduano de Santa María Mater Domini.

2. Antes de pasar un año, debido al fervor popular, comenzó el proceso de canonización encargado al obispo de Padua, Giacomo Conrado, al abad de los Benedictinos, Jordano Sforzaté, y al prior de San Agustín, Giovanni Schio da Vicenza; el 30 de mayo de 1232, día de Pentecostés, fue proclamado santo y canonizado con toda solemnidad en Espoleto, donde se encontraba la Curia papal, por el Papa Gregorio IX, que entonó la antífona de los doctores de la Iglesia, "O Doctor optime". Tal proclamación oficial de san Antonio como "Doctor capaz de iluminar a la Iglesia entera" se llevó a cabo, a petición de la Sagrada Congregación de Ritos, por el Papa Pío XII, con la carta apostólica Exulta, Lusitania felix el 16 de enero de 1946. San Antonio, conocido como hombre de Dios, predicador evangélico, teólogo, místico, empezó a ser conocido, después de su muerte y canonización, como el santo Taumaturgo cuyos portentosos milagros cantan los pueblos según el conocido responsorio "Si buscas milagros, mira..." y las devociones populares tradicionales que le hacen ser "el Santo de todo el mundo", según feliz expresión del Papa León XIII.

En cuanto a los escritos del Doctor Evangélico, según los estudiosos que han preparado la reciente edición crítica de los Sermones Dominicales et festivi, éstos son la única obra antoniana cuya autenticidad está atestiguada por catorce códices de los siglos XIII-XIV, según el elenco de dicha edición crítica. En el pasado, a san Antonio, por la fama de santidad y por su saber, además de las conocidas como auténticas, se le habían atribuido otras obras que no son fruto de su esfuerzo.

FUENTES LITERARIAS
PARA LA VIDA DE SAN ANTONIO

A) Leyendas antonianas

Con este título agrupamos las "vidas" de san Antonio escritas por autores franciscanos en el siglo XIII, o comienzos del XIV. Son las fuentes más seguras para su biografía y han sido publicadas en la actualidad.

A nadie sorprenda que hablemos de "Leyendas" al referirnos a las fuentes históricas, porque esa palabra en los escritos medievales era sinónima de crónica, vida, biografía, o como dice el Diccionario de la Lengua Española: "Historia o relación de la vida de uno o más santos" (3ª acepción); y no es de aplicación a nuestro caso el otro significado de la misma palabra: "Relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos" (4ª acepción).

1.ª La Assidua, llamada así por ser esa la palabra con que comienza el texto latino, conocida también con el nombre de Leyenda primera o Vida primera. Fue escrita en 1232, a los pocos meses de morir san Antonio, por un franciscano anónimo, que vivía en Padua y conoció los hechos que describe, sobre todo los de la muerte y sepultura. Su autor es un escritor experto, conocedor de la Biblia y estudioso competente. Además, tuvo informaciones, referentes a los quince primeros años de la vida del Santo, procedentes del obispo de Lisboa, Soeiro Viegas II, que se encontraba en la canonización del Santo celebrada en Espoleto el 30 de mayo de 1232. Es posible que se sirviera también de las actas que se reunieron, en forma de proceso apostólico, para su canonización. No contiene ninguna información de los años que san Antonio vivió y predicó en Francia y muy poco desde su regreso a Italia hasta el año 1230. Es un documento fundamental en la hagiografía antoniana. Contiene un Tratado de los milagros en dieciséis capítulos con cincuenta y tres episodios, curaciones sobre todo, "que fueron leídos ante el papa Gregorio IX" en la canonización [casi en su totalidad acaecidos después de la muerte del Santo; ninguno de los famosos milagros realizados por el Santo en vida es siquiera mencionado].

2.ª La Leyenda segunda, designada antiguamente Vida segunda o anónima, pero escrita por fray Julián de Espira antes del año 1239, ya que en tal año el Oficio litúrgico la incluía como "lectura" hagiográfica de san Antonio. A. Domingues de Sousa Costa propone los años 1233-1240 como fecha de la composición de esta "Legenda sancti Antonii", que sigue de cerca a la Assidua, de forma más sobria y escueta en sus descripciones, aunque literariamente más elegante, acentuando el ritmo del lenguaje mediante el "cursus" y aumentando los milagros con el episodio del Capítulo Provincial de Arles, cuando se apareció san Francisco de Asís mientras predicaba san Antonio (cf. 1 Cel 48). No menciona milagros realizados por san Antonio en vida, aunque sí alude a la fama de taumaturgo de san Antonio "después de su muerte", al que describe "insigne por su doctrina y santidad". Fray Julián de Espira es autor también del "Oficio rítmico" y del célebre responsorio "Si buscas milagros..." del tercer nocturno de maitines.

3.ª El Dialogus de vitis seu de gestis sanctorum Fratrum Minorum, llamado también Dialogus fratris Crescentii, porque fue escrito por mandato de fray Crescencio de Jesi, Ministro general (1244-1247), con lo que ya tenemos la fecha aproximada de composición. Se ha atribuido a Tomás de Pavía, ya mencionado a propósito de la Assidua, a la que sigue literalmente en la parte biográfica, a veces resumiendo y trascribiendo, por lo que se ha pensado que este Dialogus era un "compendio" de la Assidua. En cuanto a la narración de los milagros realizados por el Santo después de su muerte -de los 44 que contiene, 42 proceden de la Assidua- se sirve del manuscrito de la Assidua que se encontraba en el convento franciscano de Ancona. El Dialogus fue escrito entre los años 1244 y 1246; su autor, desconocido, se presenta humildemente como "siervo inútil de Cristo".

4.ª La Leyenda Raimundina, o Legenda altera, así llamada por ser autor de la misma el franciscano fray Pietro Raymundi de San Romano quien, según los estudios de F. M. Delorme, la habría compuesto en 1293. Vergilio Gamboso afirma la presencia de Pietro Raymundi en Padua en el año 1293, pero no acepta la paternidad "raymundina" del escrito, que considera anónimo. Esta Legenda narra con sumo cuidado 8 milagros obrados en tiempos del autor por san Antonio, comprobados y atestiguados ante el Obispo de Padua, añadiéndolos a los 53 que toma de la Assidua. Depende en su narración de la Assidua y ofrece la novedad de hablar de la ordenación sacerdotal de san Antonio antes de su ingreso en la Orden franciscana. Esta misma Leyenda afirma que al morir, el año 1231, san Antonio tenía 36 años, edad que nos lleva a la afirmación tradicional sobre la fecha de su nacimiento en el año 1195.

5.ª La Leyenda florentina o Legenda sancti Antonii. Se cree que fue escrita en la segunda mitad del s. XIII; según otras opiniones, habría sido escrita a fines del s. XIII o comienzos del XIV, por los elementos legendarios que contiene, desconociéndose quién pueda ser el autor de la misma, escrita en un latín elegante. Depende de las dos Leyendas más antiguas, pero añade diez episodios milagrosos que no se encuentran en las anteriores: la predicación a los peces; la bilocación predicando en el púlpito y leyendo en el coro en dos lugares remotos; el vino derramado recogido milagrosamente en la vasija rota y restaurada; tentación vencida por el soplo del Santo; transformación de un sapo en gallo capón aderezado para comer, deshaciendo la invitación trampa en Montpellier; el corazón del avaro hallado entre las monedas de su cofre, y tres milagros ocurridos después de la muerte de Antonio, entre ellos la resurrección del hijo de la hermana del Santo. Fue compuesta para uso litúrgico.

6.ª La Leyenda Rigaldina o Vita Beati Antonii de Ordine Fratrum Minorum, escrita por el franciscano Jean Rigauld, natural de Limoges, Ministro Provincial en 1298 y nombrado obispo de Tuy, a donde no llegó a tomar posesión, y después, de Tréguier (1317-1323). Depende de la Leyenda escrita por fray Julián de Espira, pero se sirvió de otras fuentes que le proporcionan datos de los años 1223 hasta 1230, período de la estancia de Antonio en Francia, del que nada dice la Assidua. Con escrupulosidad histórica recoge importantes noticias locales y personales, trasladándose para ello el autor a los lugares donde se desarrollaron los hechos e interrogando a cuantos conocieron u oyeron hablar del Santo. Así sabemos que san Antonio fue nombrado Custodio de Limoges en el Capítulo Provincial de 1226, celebrado en Arles, y en calidad de tal estuvo presente en el Capítulo General de Pentecostés de 1227, convocado por Fray Elías, después de la muerte de san Francisco. La fecha de composición se sitúa entre 1298 y 1317. Los milagros realizados después de la muerte de Antonio y que sólo narra esta leyenda son siete, pero no menciona ninguno de los realizados en tiempo del Papa Bonifacio VIII, muerto en 1303, con lo que se puede ceñir aún más la fecha de composición.

Con la Rigaldina se cierra el ciclo de las leyendas antonianas que merecen el favor de los críticos, y con la Benignitas empieza la serie de las que mezclan lo histórico con lo legendario, y cuyo manejo supone el discernimiento y el sentido crítico.

B) Otras Leyendas antonianas

1.ª La leyenda Benignitas, llamada así por ser esa la primera palabra del texto latino, se conserva de forma fragmentaria en el códice Rosenthal (s. XV) de la Facultad de Teología Protestante de París, como "adición" a la Assidua contenida en dicho manuscrito. Se considera anónima y redactada a comienzos del s. XIV por un franciscano. Es la primera leyenda que ofrece los nombres de los padres de san Antonio, Martín y María, su origen noble y noticias de su infancia. Además dice que el Papa Gregorio IX cantó la antífona "O Doctor" en su canonización. Coincide en cinco episodios con las adiciones de Lausana (1337) a la Assidua: Antonio primer lector de teología de la Orden franciscana, Provincial de Emilia Romaña, bilocación en Montpellier, audición a distancia de su predicación, y aparición después de su muerte al abad de Vercelli, Tomás Gallus; también menciona la predicación en lengua vulgar italiana. Pertenece ya a un tipo de hagiografía en el que es difícil separar lo verdadero de lo inventado, porque la verdad histórica de los hechos, con el paso del tiempo, se fue trasformando en recuerdos vagos e imprecisos, de forma que los elementos "maravillosos" y extraordinarios, la atribución de milagros de un santo a otro, etc., aumentan considerablemente en las narraciones de tipo popular.

2.ª El Liber miraculorum, se encuentra en la Crónica de los XXIV Generales, reuniendo episodios sueltos que narran milagros del Santo, uno de ellos en torno a 1367, por lo que esta fecha debe ser la probable o cercana a su redacción, ya que la Crónica se terminó en 1374. Contiene esta recopilación 66 narraciones, de las cuales 4 se refieren a la vida de san Antonio, 33 son milagros realizados en vida del Santo, tomados sobre todo de la Benignitas y de la Rigaldina, y otros 31 milagros son póstumos. Es el primero que relata la aparición del Niño Jesús al Santo y también contiene el original de la "carta" que san Francisco de Asís le dirigió para que enseñara la teología sin que el estudio apagase el espíritu de oración y devoción (CtaAnt). Recuerda la edad del Santo en el momento de su muerte, 36 años, que cita de acuerdo con la Raimundina, y establece esta cronología: vivió hasta los quince años con sus padres, nueve entre los Canónigos Regulares de San Agustín y diez como franciscano.

Hay otras "leyendas" que contienen una vida de san Antonio o fragmentos de la misma y que aportan incluso noticias propias que no aparecen en las anteriores, aunque deben tomarse con las precauciones debidas. Así, por ejemplo, Bartolomé de Pisa, en su De conformitate vitae..., escrito hacia 1385, incluye una vida de San Antonio; y algo parecido hacen fray Paulino de Venecia, obispo de Pozzuoli (1324-1344), en su obra Historia de origine mundi, y el notario paduano Sicco Ricci Polentone en su Sancti Antonii confessoris de Padua vita, escrita hacia 1433.

C) Otras fuentes

Otras fuentes que proporcionan datos y noticias útiles para la biografía de san Antonio son los Diplomas y Bulas papales que se refieren a las circunstancias que rodearon la vida y la muerte del Santo.

El Officium [rhythmicum] Sancti Antonii, escrito por fray Julián de Espira ( 1250) lo mismo que el dedicado a san Francisco, según el testimonio de fray Jordán de Giano. Parece ser que se compuso siendo Ministro general fray Juan Parente (1227-1232), lo cual nos llevaría al mismo año de la canonización de san Antonio, once meses después de su muerte, o a pocos años después, por lo que debe ser retrasado, ya que va al lado de la Leyenda o Vida segunda y es posterior a la Assidua escrita después de la canonización.

También se encuentran testimonios menores en otras fuentes históricas del s. XIII, como las compuestas por Tomás de Celano y san Buenaventura, Salimbene de Adam, Tomás de Eccleston, etc.

[San Antonio de Padua, Sermones dominicales y festivos. Texto bilingüe. Vol. I. Murcia, Editorial Espigas, 1995, pp. XVII-LII]

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