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DIRECTORIO FRANCISCANOSANTORAL FRANCISCANO |
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Un nuevo grupo de mártires, dos pertenecientes a la Orden de Hermanos Menores y dos a la Orden Franciscana Seglar, se ha añadido al martirologio franciscano. Nuestros beatos están incluídos en el amplio grupo de 522 mártires beatificados en Tarragona (España) el domingo 13 de octubre de 2013, como feliz coronamiento del Año de la Fe. Ellos ofrecieron su bello testimonio de fe en la provincia de Murcia, en el devenir de la sangrienta persecución religiosa en la España de 1936. La fama de martirio de los cuatro siervos de Dios se difundió en la comunidad eclesial, por lo que de 1963 a 1964 se celebró en la diócesis de Cartagena el proceso informativo, cuya validez jurídica fue reconocida por la Congregación de las Causas de los Santos con decreto del 5 de junio de 1992. Preparada la Positio super adserto martyrio, el 25 de septiembre de 2009 se celebró el Congreso peculiar de consultores teólogos, que expresaron su parecer favorable. Los padres cardenales y obispos, en la sesión ordinaria del 16 de noviembre de 2010, reconocieron que los mencionados siervos de Dios fueron asesinados por su fidelidad a Cristo y a la Iglesia. El Santo Padre Benedicto XVI, el 10 de diciembre de 2010, autorizó a la Congregación de las Causas de los Santos a publicar el decreto super martyrio. Presentamos un breve perfil biográfico de estos mártires. * * * ANTONIO FAÚNDEZ LÓPEZ, OFM Nació en La Hiniesta, provincia de Zamora (España), el 23 de julio de 1907, del legítimo matrimonio de Jorge Faúndez y Eugenia López, siendo el quinto de seis hijos. Fue bautizado dos días después en la parroquia de Santa María La Real con el nombre de Miguel. En la misma Parroquia fue confirmado el 9 de junio de 1916. Después de una infancia caracterizada por su ánimo piadoso y dócil, a los 12 años ingresó en el Colegio Seráfico de Cehegín (Murcia), perteneciente a la provincia franciscana de Cartagena. Hizo su noviciado en Jumilla de 1923 a 1924, y emitió allí la profesión de votos temporales el 2 de agosto de 1924; la de votos perpetuos la hizo el 15 de agosto de 1928 en el convento de Orihuela (Alicante), donde seguía los cursos de teología; antes había estudiado filosofía en el convento de Santas María del Monte, extramuros de Murcia. De todos era apreciado por su carácter amable y delicado, amante de la simplicidad. Al término de los estudios teológicos fue ordenado sacerdote el 8 de febrero de 1931 en el convento de Santa Ana de Orihuela, donde permaneció luego dos años. Después fue destinado como profesor de literatura al colegio Seminario Franciscano de Cehegín, ejerciendo su ministerio con humildad y caridad; también se dedicó al ministerio de la predicación y de la confesión, y fue director de la Juventud Antoniana. El 11 de marzo de 1936, los milicianos asaltaron el convento de Cehegín, y fue para nuestro beato el comienzo de un tiempo de peligro e itinerancia por varios lugares en el intento de ponerse a salvo. Estuvo en un primer momento en el convento de Lorca, de allí el 23 de julio partió para Altobordo donde estuvo predicando. Regresó a Cehegín, se refugió en Orihuela y luego en Bullas (Murcia), en la casa de José García Pascual. La tarde del 11 de noviembre de 1936, los milicianos fueron a sacarlo de aquella casa con el pretexto de conducirlo al comité. El P. Antonio, viéndose en peligro de muerte, pidió que le diese la absolución el P. Fermín García, hijo del dueño de la casa. Una vez en la calle, dándose cuenta de que era conducido, no al comité, sino a otro lugar para ser asesinado, comenzó a correr con la intención de ponerse a salvo, gritando: "Viva la Virgen del Rosario" y "Viva Cristo Rey". Alcanzado por los disparos de los milicianos murió mártir por las calles de la localidad de Bullas. * * * BUENAVENTURA MUÑOZ MARTÍNEZ, OFM Nació el 7 de diciembre de 1912 en el partido de Santa Cruz, situado
en el territorio de Llano de Brujas, pedanía de Murcia (España). Sus
padres fueron Antonio Muñoz Sánchez y Josefa Martínez Navarro,
cónyuges profundamente cristianos, de profesión agricultores. Fue
bautizado al día siguiente y le fue dado el nombre de Baltasar Mariano.
Creció en un contexto familiar rico de fe y de obras de misericordia. Creció aficionado a las prácticas religiosas, al respeto de los sacerdotes, al rezo asiduo del rosario. Dividía su tiempo entre la escuela y el cuidado del rebaño, que guiaba a los pastizales. El 27 de junio de 1920 recibió su primera comunión. Por los claros signos de vocación en él, bien manifiestos, no despertó admiración su ingreso en el seminario a los 14 años de edad en el Colegio Seráfico de Cehegín, de la provincia seráfica de Cartagena, para prepararse a la vida religiosa franciscana. En 1930 inició el noviciado en el convento de Santa María La Real de las Huertas de Lorca. Con el hábito franciscano hizo suyo el nombre de Buenaventura. Fue un estudiante modelo, de todos bien querido y grandemente estimado. En abril de 1931, tuvo que alejarse por primera vez del convento y regresar con su familia por las primeras turbulencias de la incipiente persecución religiosa. Más tarde, el 24 de julio de 1936, abandonó definitivamente el convento. En las primeras horas del 4 de septiembre de 1936 fue arrestado en su casa, bajo los ojos de sus hermanos, y conducido al lugar del martirio junto a Don Pedro Sánchez Barba. Su cuerpo ensangrentado y con la sonrisa en el rostro fue recogido por sus hermanos algunas horas después en la carretera que conduce a Espinardo, cerca del lugar llamado Cuello de la Tinaja (Murcia). * * * DON PEDRO SÁNCHEZ BARBA, OFS Nació el 1 de julio de 1895 en Llano de Brujas, partido de la Huerta de Murcia (España), hijo de José Sánchez y Sánchez y de Encarnación Barba Sánchez. El día siguiente, entonces fiesta de la Visitación de la B. V. María, sus piadosos progenitores quisieron que fuese bautizado en la iglesia de nuestra Señora de las Lágrimas en Baena (Murcia). Recibió la confirmación el 13 de julio de 1898. Creció en un ambiente profundamente cristiano, manifestó prontamente los signos de la vocación que harán de él un sacerdote fervoroso y santo. Frecuentó el seminario de San Fulgencio en Murcia, donde recibió la ordenación presbiteral en 1919. Sus primeras encomiendas fueron de ecónomo del seminario, administrador del periódico católico "La Verdad" y animador de la "Confederación Católica Agraria". En 1931, Don Pedro fue designado por su Obispo para la dirección de la parroquia de San Bartolomé, una de las más importantes de Murcia. Aquí es recordado con gran afecto por parte de los parroquianos, para los cuales fundó varias asociaciones laicales, entre ellas la Acción Católica. Se distinguió por la predicación, su interés por la juventud y la solicitud por los pobres y los olvidados. Entró en la Tercera Orden Franciscana, de la cual se honraba de llevar siempre el cíngulo; ejercitó en modo admirable la mortificación y la pobreza. Cuando se hicieron frecuentes los atentados contra las iglesias y las casas religiosas, D. Pedro montó muchas veces la guardia nocturna en la iglesia parroquial, junto a otros jóvenes de Acción Católica, con el propósito de preservarla de un eventual atentado de incendio. En la noche entre el 3 y el 4 de septiembre de 1936, fue detenido por los milicianos en la propia casa paterna, junto a su hermano Fulgencio, que en vano había intentado protegerlo con una mentira. Conducido al lugar del martirio, junto a su hermano Fulgencio y a Fray Buenaventura Muñoz Martínez, invitado a declararse como fascista, el beato respondió: "De fascistas no tenemos nada, de mí como sacerdote hagan lo que quieran, mas liberen a mi hermano, para que cuide de mi madre enferma, es su único apoyo". En aquel momento salió una primera descarga de disparos que hirieron gravemente a los tres prisioneros. Mientras caían al suelo fueron nuevamente fusilados, y sólo Fulgencio sobrevivió milagrosamente, siendo testigo privilegiado del martirio de los siervos de Dios Don Pedro y Fray Buenaventura. * * * DON FULGENCIO MARTÍNEZ GARCÍA, OFS Nació en Ribera de Molina (Murcia, España) el 14 de agosto de 1911, primogénito del legítimo matrimonio entre Fulgencio Martínez Bernal y Emérita García García, los cuales el día consagrado a María Santísima Asunta al Cielo lo llevaron al bautismo en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. El ambiente familiar le trasmitió una sólida formación cristiana que encontró en él un terreno fértil, tanto que ya a los cinco años afirmaba querer ser sacerdote. El 13 de enero de 1919 recibió la confirmación de manos del obispo de Cartagena Mons. Vicente Alonso y Salgado, y el 29 de mayo del mismo año hizo su primera comunión. Siguiendo el ejemplo de su tío Don Jesús García García, el beato Fulgencio entró en el colegio seminario de San José de Murcia como alumno interno. Aquí dio pruebas de los dones humanos y morales que dejaban presagiar al perfecto sacerdote. Siendo seminarista ingresó en la Tercera Orden Franciscana. En 1933-1934 tuvo que prestar el servicio militar: fue un período no fácil por el pésimo ambiente moral con el que se vino a encontrar, pero que se convirtió para él en un óptimo banco de pruebas sobre todo para la virtud de la fortaleza. El 15 de junio de 1935 fue ordenado sacerdote por el obispo de Cartagena, y como primer encargo, dos meses después, le fue confiada la rectoría de La Paca, en el campo de Lorca, provincia de Murcia. Aquí permaneció un año con gran beneficio moral y espiritual de la población, que volvió a frecuentar la iglesia con mucha asiduidad. El mismo día en que se supo del levantamiento nacional, el 18 de julio de 1936, entre tantos sacerdotes arrestados, allí estaba también Don Fulgencio. Conducido a la cárcel de Lorca, lo declararon prisionero político. El 28 de septiembre de aquel mismo año fue transferido a Murcia, a la Iglesia de San Juan transformada en cárcel, para ser juzgado por un tribunal popular. La condena a muerte fue pronunciada el viernes 2 de octubre siguiente con la falsa acusación de haber afirmado: "Ha caído el gobierno de los traidores", cuando en verdad su única culpa era el ser sacerdote de Cristo. Cuando al otro día, 3 de octubre, le fue comunicada la noticia, manifestó serenidad y gozo de ofrecer la vida por Cristo. En la última carta a sus padres, el 4 de octubre de 1936, escribía: "No sufran por mi muerte, porque me siento muy honrado de morir por la causa de Cristo. Alegre y contento voy a la muerte, ofreciéndola en reparación de mis pecados y para que pronto termine este luto que está ensangrentando la España. Que esta sangre derramada sea semilla de buenos cristianos y méritos para la regeneración espiritual de la patria". Conducido al campo nacional de tiro de Espinardo (Murcia) el mismo 4 de octubre de 1936, se negó a que le vendaran los ojos, y de frente al pelotón gritó sus últimas palabras: "Viva Cristo Rey y viva la España Cató…". [Cf. http://www.ofm.org/ofm/?p=5824&lang=es] BEATO ANTONIO FAÚNDEZ LÓPEZ, OFM Miguel Faúndez López, hijo de Jorge y Eugenia, nació el 23 de julio de 1907 en el pueblo de La Hiniesta (Zamora), el penúltimo de seis hermanos. Fue bautizado dos días después y confirmado el 7 de junio de 1916. El 7 de septiembre de 1919, con doce años de edad, ingresó en el colegio seminario franciscano de Cehegín (Murcia), donde cursó los estudios de humanidades. El 28 de julio de 1923 pasó al noviciado y tomó el hábito franciscano en el convento de Santa Ana del Monte de Jumilla (Murcia), cambiando el nombre de Miguel por el de Antonio. El 2 de agosto de 1924 emitió la profesión de votos temporales en el convento de Ntra. Señora de las Huertas de Lorca (Murcia), y la profesión perpetua, o solemne, el 15 de agosto de 1928 en el convento de Santa Ana de Orihuela (Alicante). De 1924 a 1927 cursó los estudios de filosofía en el convento de Santa Catalina del Monte (Santo Ángel - Murcia), y desde septiembre de 1927 los de teología de la carrera sacerdotal en el convento de Santa Ana de Orihuela (Alicante), donde fue ordenado sacerdote el 8 de febrero de 1931. Su primer destino fue el colegio seminario de franciscanos de Cehegín, donde con franciscana humildad, caridad y espíritu de servicio, se dedicó a la enseñanza de los seminaristas como profesor de literatura y simultáneamente al ministerio de la predicación, la confesión y a la guía y dirección de la Juventud Antoniana. El 11 de marzo de 1936 los milicianos asaltaron el convento de Cehegín, obligando al siervo de Dios, con todos los religiosos, a buscar refugio y salvación en varios lugares de la provincia de Murcia. Fr. Antonio marchó al convento de Lorca y predicó en la rectoría de la pedanía de Altobordo del 23 al 27 de julio. Pero aquí tampoco estaba seguro, y la mañana del 28, junto con otros tres padres franciscanos moradores del convento de Lorca, marchó a Murcia y poco después a Bullas (Murcia), que fue la etapa final de su vía dolorosa y martirial. La tarde del 11 de septiembre de 1936, mientras estaba alojado en una casa amiga de Bullas, unos milicianos se lo llevaron con el pretexto de conducirlo al comité del partido comunista del pueblo. Sus captores le hicieron creer que le darían un salvoconducto y le dejarían marchar a su pueblo de La Hiniesta (Zamora). Pero por el camino se dio cuenta de que lo llevaban en dirección al cementerio, sin duda para ser asesinado, mientras era objeto de golpes y malos tratos. Fue entonces cuando logró zafarse, y trató de huir por la calle llamada de Lorca, con la idea de llegar a la casa amiga de donde le habían sacado. Pero sus perseguidores le salieron al encuentro y le dispararon. Malherido, se agarró a la verja de la ventana de una casa, donde, alcanzado por los milicianos, le dieron repetidos golpes con las armas, mientras él gritó por cuatro veces: ¡Viva la Virgen del Rosario!, que es la patrona de Bullas, y también los testigos le oyeron decir dos veces ¡Viva Cristo Rey! Arrancado de la verja a la fuerza, a unos diez metros hicieron una segunda descarga, hasta que uno se le acercó y le disparó un tiro de pistola, que fue el que le ocasionó la muerte. Eran hacia las nueve de la noche. El cuerpo del P. Antonio quedó algún tiempo en la acera donde murió, tiñendo con el rojo abundante de su sangre las calles del pueblo de Bullas. Tenía 29 años de edad y 13 de vida religiosa. Su cadáver fue sepultado en el cementerio del pueblo, hasta que, con licencia del Gobierno civil de Murcia, el 30 de junio de 1941 fue trasladado al Cementerio Eclesiástico de Cehegín. Actualmente sus restos reposan en una capilla dedicada a los mártires franciscanos testigos de la fe, de la iglesia de Nuestra Señora de la Merced de los franciscanos de Murcia. * * * BEATO BUENAVENTURA MUÑOZ MARTÍNEZ, OFM Baltasar Mariano, hijo del cristiano matrimonio formado por Antonio y Josefa, nació el 7 de diciembre de 1912 en el partido de Santa Cruz, en el lugar llamado Llano de Brujas (Murcia), siendo bautizado al día siguiente. Era el menor de cinco hermanos y una hermana, ésta religiosa profesa perpetua y con el tiempo abadesa del convento de Justinianas de Madre de Dios de Murcia. Huérfano de su madre a los dos años y de su padre a los cuatro, cuidó de él su hermano mayor Antonio, que le repartió su tiempo entre la escuela de primeras letras y el cuidado de un pequeño rebaño de ovejas. Al volver de su trabajo por las tardes, se sentaba a rezar el rosario a la Santísima Virgen con su hermano y su cuñada, con quienes convivía. Otras veces llevaba la guía del rezo del rosario que se hacía con los fieles en la ermita de Santa Cruz. Fue precisamente a su cuñada a quien manifestó repetidas veces su deseo de llegar a ser algún día religioso franciscano. Una vocación que floreció en el pequeño Baltasar debido, sin duda, al trato que tuvo con los franciscanos de los conventos de Santa Catalina del Monte (Murcia) y Orihuela (Alicante), que frecuentaban a menudo, por motivo de predicación y confesiones, las ermitas de San Antón (Llano de Brujas) y de Santa Cruz. Recibió el sacramento de la confirmación en 1920 e hizo la primera comunión en la ermita de Ntra. Sra. de las Lágrimas de Llano de Brujas (antes Baena). En el verano de 1927, con 13 años, pudo al fin cumplir sus deseos ingresando en el Colegio Seráfico de los franciscanos de Cehegín, donde estudio tres cursos de humanidades. En el verano de 1930 pasó al noviciado en el convento de Ntra. Señora la Real de las Huertas de Lorca (Murcia), donde tomó el hábito franciscano con el nombre de Buenaventura. La proclamación de la República en abril de 1931 y los sucesos de mayo con la quema de iglesias y conventos hizo que tuviera que salir del noviciado, como el resto de sus compañeros, y refugiarse en casa de su hermano Antonio. Después de algunas semanas volvió de nuevo a Lorca, donde continuó el noviciado, supliendo los días que había estado fuera, hasta cumplir el año completo. El 12 de septiembre de 1931 emitió en el convento de Lorca su primera profesión a la vida franciscana que tanto había deseado. Trasladado al convento de Santa Catalina del Monte (Santo Ángel, Murcia), perfeccionó allí sus estudios de humanidades y cursó los tres años de filosofía. En el mes de agosto de 1934 pasó al convento de Santa Ana de Orihuela (Alicante) donde comenzó el estudio de la teología de la carrera sacerdotal. El 24 de enero de 1935, cursando el primer año de teología, realizó en Orihuela la profesión perpetua en la Orden de Frailes Menores. Fue un estudiante aplicado, de todos apreciado y bien querido, siguiendo la estela que había iniciado en Cehegín y prosiguió en Santa Catalina del Monte. De estos años se conservan dos cartas dirigidas a su hermana Isabel, que había tomado el hábito en las Justinianas el 6 de febrero de 1936. En ellas refleja tanto su piedad y afecto a su hermana, como el espíritu de devoción filial a la Santísima Virgen, así como también su tenacidad, entereza y vigor de su carácter, lejos del retraimiento de años anteriores. El 24 de julio de 1936, cuando cursaba el segundo año de teología, a causa de la persecución religiosa tuvo que dejar el convento de Orihuela, como todos los religiosos, refugiándose en casa de su hermano Antonio en el Llano de Brujas. A pesar de los sufrimientos que tuvo que soportar las semanas siguientes, yendo de un lugar para otro y ocultándose de noche por el peligro de ser apresado por ser fraile, siempre se mostró sonriente y edificante en sus conversaciones. El 2 de septiembre no quiso salir por la noche, como solía hacerlo con su hermano Antonio, a quien dijo: «No es preciso te des estos malos ratos». El día 3 de agosto se acercó a casa de la madre de su cuñada, llamada cariñosamente "la Abuela". Por la tarde del mismo día confió a un amigo, que luego le traicionó: «Pronto podré pasearme con mi hábito por el partido». Pero los enemigos meditaban otro paseo. Tras semanas de zozobras y temor de sus hermanos por la vida de Buenaventura, en las primeras horas del 4 de septiembre de 1936, después de arrestar a sus hermanos Antonio y Ginés, a quienes detuvieron momentáneamente, Buenaventura se presentó de modo espontáneo a los milicianos que venían en su busca, después que dijera a su hermana Isabel lo que muchas veces había pensado: «Debemos presentarnos nosotros en manos de estos, y no permitir que se lleven a nuestros hermanos. Ellos tienen hijos y obligaciones, nosotros somos solo de Dios. Marchemos -añadió- a ver qué es lo que Dios quiere sea de nosotros». Buenaventura fue arrestado y conducido a la carretera, unos 500 m., donde estaban ya presos sus hermanos y D. Pedro Sánchez Barba, párroco de San Bartolomé de Murcia y terciario franciscano, con sus hermanos Fulgencio y José. Todos ellos fueron dejados libres, menos Buenaventura, al que hicieron subir a un coche junto con Fulgencio, y a otro coche a D. Pedro. Poco después hicieron bajar a los tres presos, los alinearon a orilla de la carretera, en medio Buenaventura y enfrente unos siete milicianos, con las armas preparadas y apuntando. Sonaron dos descargas repetidas que dieron con los cuerpos a tierra de los tres, aunque solo murieron el franciscano y el sacerdote como mártires y testigos de la fe. Fulgencio sobrevivió milagrosamente. El cuerpo ensangrentado de Fr. Buenaventura, de 23 años de edad, todavía con la sonrisa en los labios, fue encontrado por sus hermanos unas horas después en la carretera de Fortuna, término de El Esparragal, en el lugar llamado Cuello de la Tinaja. El cadáver fue enterrado en el cementerio de N. P. Jesús de Espinardo (Murcia), hasta que el 28 de febrero de 1942 sus restos, con la debida autorización de la Dirección General de Sanidad del Ministerio de la Gobernación (Madrid), fueron trasladados al panteón de religiosos de la iglesia de la Merced de los franciscanos de Murcia. Actualmente sus restos reposan en una capilla dedicada a los mártires franciscanos testigos de la fe, en la misma iglesia de la Merced de Murcia. [Fuente: María Encarnación González Rodríguez, Los 522 mártires del siglo XX en España de la Beatificación del Año de la fe. Madrid, Edice, 2013, pp. 125-128] |
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