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Beato
Ceferino Giménez, «El Pelé» (1861-1936), Del Mensaje de la Conferencia Episcopal Española |
. | Ceferino Giménez Malla, «el Pelé», es una de las figuras significativas del pueblo gitano, que coronó una vida cristiana auténtica con el martirio. Nacido de familia de gitanos nómadas en 1861, experimentó las carencias de la pobreza en su infancia. Después de casarse con Teresa Giménez Castro se establece en Barbastro y cambia su suerte, consiguiendo una posición desahogada como tratante de caballerías. En este oficio gozó de un amplio reconocimiento por su saber y honradez. Fue miembro de distintas obras de apostolado en Barbastro: Conferencias de San Vicente de Paúl, Adoración nocturna, Terciarios franciscanos y Jueves eucarísticos. Llegó a ser grande su fama de hombre caritativo. Se distinguió por su preocupación por los niños y, siendo analfabeto, se manifestó como un gran catequista que gustaba de reunir a los pequeños, gitanos y payos, para hablarles de Dios. En toda la comarca era tenido como hombre de ley y consejo. A finales de julio de 1936 es arrestado junto con un sacerdote joven por salir en su defensa; esta circunstancia podía llevarle a la muerte. Seguramente Ceferino hubiera podido salvar la vida entregando su rosario a un miliciano amigo que quería ayudarle, pero prefirió ser testigo fiel de su fe. Corona así con el martirio una vida de oración, de amor profundo a la Virgen María la «Majarí Calí», de servicio incondicional a la Iglesia, de entrega total a los demás, sobre todo a los que más necesitaban de él, sin hacer distinciones entre gitanos o payos. El don de Dios brilló de una forma especial en su calidad humana, en sus actitudes ante la vida y en las circunstancias que rodearon su muerte, ocurrida junto a la tapia del cementerio de Barbastro en los primeros días del mes de agosto del mismo año. Es de resaltar un dato significativo de la vida de Ceferino: su amistad con don Florentino Asensio Barroso, obispo de Barbastro. Pocos días antes de su muerte, ambos se vieron en la Adoración nocturna organizada clandestinamente en casa de don Florentino. La comunión en la fe les impulsó a los dos a forjar una amistad nada corriente entre un obispo y un gitano. Por dar testimonio de esta fe mueren casi el mismo día en circunstancias similares. La Providencia ha querido que ambos sean reconocidos y beatificados juntos el 4 de mayo de 1997, tal vez como signo último de una amistad que puede ser un mensaje claro para el entendimiento entre payos y gitanos. Su beatificación, momento de acción de gracias La próxima beatificación es una ocasión propicia para dar gracias a Dios por la figura de Ceferino Giménez. Su vida y martirio son un don para toda la Iglesia y especialmente para los miembros del pueblo gitano. La infinita bondad y misericordia de Dios, reveladas plenamente en Jesucristo, se han reflejado en la persona de Ceferino y, a través de él, iluminan la cultura del pueblo del que era miembro. Ceferino es un testimonio sencillo, pero inequívoco, de fe cristiana vivida en comunión con la Iglesia. En este tiempo de cultura pluralista, caracterizado también por la confusión en convicciones y prácticas religiosas, su vida y muerte son un signo de fortaleza y esperanza, así como un claro ejemplo de fidelidad. Este acontecimiento aporta la novedad de que Ceferino Giménez Malla es el primer gitano que alcanza la meta gloriosa de la beatificación. Él fue un verdadero gitano, cumplidor y maestro de los valores de su cultura. Con ello se subraya, una vez más, que a todo hombre se le ofrece, dentro de su cultura, un camino de fe y de gracia, por el que puede transitar hasta las más altas cimas de la perfección. Por eso los obispos españoles invitamos de forma especial a los miembros del pueblo gitano a seguir el ejemplo de Ceferino que, siendo válido para todos, encarna los valores de su cultura: el respeto y atención a los mayores y la familia, el amor a la libertad, el orgullo de las propias tradiciones, la vivencia de lo religioso y la búsqueda de la paz. El pueblo gitano, en estos momentos de dificultad especial para él, por el poder asimilador de la sociedad mayoritaria y el espíritu individualista y consumista que ésta difunde, debe aprovechar este acontecimiento histórico para profundizar en las propias raíces y en las mejores tradiciones de sus mayores, y conjugar el amor a la cultura propia con una actitud solidaria con toda la sociedad. Por todo ello damos gracias también al Santo Padre por permitirnos venerar públicamente a Ceferino Giménez Malla, gitano, laico, casado y miembro de un sector social tradicionalmente marginado, como un modelo de identificación y estímulo para el trabajo apostólico seglar, familiar y de sacrificio constante en las tareas cotidianas de la existencia. Sobre todo, le damos gracias por su interés en ofrecerlo como modelo para el pueblo gitano. |
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