DIRECTORIO FRANCISCANO
SANTORAL FRANCISCANO

7 de febrero

San Gil María De San José (1729-1812)

por Luis Ruiz Gutiérrez, o.f.s.

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Francisco, Antonio, Pascual, Domingo, fueron los nombres que le impusieron el día de su bautizo en la pila sacramental. No podían ser más acertados, ni más premonitores estos «nombres tan franciscanos».

Nace en un barrio de Tarento (=it. Taranto), cercano a Pendio La Riccia, el 16 de noviembre de 1729. Educado cristianamente por piadosos padres, Cataldo Pontillo y María Gracia Procaccio, transcurrió su adolescencia y su primera juventud en el trabajo, como apoyo y ayuda al mantenimiento de su familia.

Una vez muerto su padre en plena juventud del muchacho, tuvo que hacerse cargo de los gastos del hogar hasta que su madre contrajo segundas nupcias. Libre de todo tipo de cargas materiales y morales, a los 25 años ingresó como hermano lego en el convento de los franciscanos alcantarinos de Lecce. Es enviado a Galatone (Lecce), donde hace el noviciado; cambia su nombre por el de Fray Egidio María de San José. Terminado el noviciado es destinado a Nápoles en 1759, donde de forma voluntaria se encierra en un retiro durante un tiempo fortaleciendo su vida espiritual y monástica. Este retiro se encontraba en Capurso (Bari), cerca del santuario de Nuestra Señora del Pozzo, de la cual fue devotísimo. Recala finalmente en la ciudad partenopea de Chiaia, en el convento de San Pascual [en la actualidad: Convento S. Pasquale a Chiaia, Piazza S. Pasquale, 80121 Nápoles]; aquí vivió 52 años hasta el 7 de febrero de 1812, día de su santa muerte. Tenía 82 años.

Durante su larga vida se distinguió en la humildad, la simplicidad, la pobreza, la caridad hacia los indigentes y enfermos. Tuvo dedicación especial por los marginados de los bajos fondos napolitanos.

En su vida religiosa admiraba y trataba de imitar a dos santos de la escuela reformada franciscana, San Pedro de Alcántara y San Pascual Bailón. Su gran amor a la Santa Eucaristía le llevó a tener como ejemplo de su vida de fraile franciscano al hermano lego aragonés, el pastor Fray Pascual Bailón, patrón de los Congresos Eucarísticos. Siendo niño Fray Egidio gozó de la aparición de estos dos santos españoles que le predijeron que encontraría la santidad en el claustro seráfico.

Como buen hijo de San Francisco tuvo filial amor a la Santísima Virgen, con especial devoción a Nuestra Señora del Pozzo, venerada en el santuario de Capurso (Bari).

Fray Egidio enlaza el trabajo con la oración, la huerta, la cocina, la portería. Se cumple en él uno de los preceptos de la Regia Franciscana y que en otro tiempo y hoy incluso lo sigue siendo en la Orden amiga de los Benedictinos, «Ora et labora». Pero estos trabajos los hace de puertas adentro del convento, hasta que un día la Santa Obediencia lo lanza al contacto del mundo y sus gentes. El oficio de limosnero hace que los napolitanos empiecen a conocer todo el conjunto de virtudes que atesora el pobre y humilde hermano lego franciscano. Las alforjas se llenan por la caridad de las gentes, a cambio Fray Egidio obra prodigios curando milagrosamente cuerpos y almas de sus bienhechores.

Las voces populares llaman ya al fraile limosnero «el taumaturgo» y es tanta su fama y tan querido por su pueblo que por dos veces la turba se arremolina ante las puertas del convento cuando los superiores pretenden en nombre de la obediencia trasladar a Fray Egidio a otra ciudad.

El 7 de febrero de 1812, en la misma ciudad y en el mismo convento donde vivió 52 años y después de 57 años de vida religiosa entregó su alma al Creador. «Loado seas, mi Señor, por la Hermana Muerte». La noticia recorre como un reguero de pólvora las calles de la ciudad que se conmueve ante la noticia.

Excepcionales fueron los honores y la veneración que le tributaron los miles y miles de fieles que acudieron al convento a ver por última vez al su querido limosnero Fray Egidio. Su cuerpo fue expuesto durante tres días a la solicitud de sus muchos seguidores. Todas las clases sociales, profesionales, eclesiásticos, artistas, pobres, tullidos, necesitados... en fin, toda Tarento y todo Nápoles fueron testigos del cariño a este hijo preclaro de Nuestro Seráfico Padre San Francisco de Asís.

Su entierro fue exponente claro del fervor popular, del amor y del cariño que gozaba Fray Egidio María de San José.

El 24 de abril de 1868 el Santo Padre Pío IX atestiguaba las virtudes heroicas de Fray Egidio María y el 21 de febrero de 1886 el Papa terciario franciscano León XIII firmaba el Decreto de Aprobación. Fue beatificado el 5 de enero de 1888. [El día 2 de junio de 1996 fue solemnemente canonizado en la basílica de San Pedro].

Luis Ruiz Gutiérrez, OFS,
San Egidio María de San José,
en Santuario, n. 109 (Mayo-Junio 1996)32-33.

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