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Carta del papa Juan Pablo II al Ministro
general de la Orden Franciscana sobre la Custodia de Tierra Santa
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. | Al Rvdmo. P. Fr. Hermann Schalück, O.F.M., Ministro general de la Orden de Frailes Menores. En este período de Adviento, que nos introduce a la celebración litúrgica del Misterio de la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo, me es grato dirigirle un saludo especial a Vd. y a todos sus Hermanos, especialmente a aquellos que viven y trabajan en la Tierra santificada por la presencia física del Señor, recorrida por Él para anunciar el Evangelio del Reino y teñida, finalmente, con la púrpura de su Sangre preciosa. Se cumple, en efecto, precisamente en este año que toca ya a su fin, el 650º aniversario de la Bula Gratias agimus, por la que mi Predecesor el papa Clemente VI confió la custodia de los Lugares que recuerdan los misterios de la Redención a los hijos de San Francisco, que ya se encontraban allí desde los tiempos de su Fundador y Padre. Desde entonces los Franciscanos no han interrumpido su benéfica presencia, a pesar de no pocas dificultades, empeñándose generosamente por la conservación de las antiguas memorias, la erección de nuevos Santuarios, la animación litúrgica y la acogida de los peregrinos. La obra de los Frailes Menores, sin embargo, no se ha limitado a estos aspectos, aunque sean importantes. Conscientes de su vocación primaria (1 R 16,5ss), se han prodigado en el servicio de los hermanos, sosteniendo a los pobres y débiles, instruyendo a los más jóvenes, acogiendo a los ancianos y a los enfermos, por amor de Aquel que tanto nos amó (LM 9,1). A la actividad pastoral han añadido la cultural, fundando Centros de estudio de la Palabra de Dios y de divulgación de la rica cultura del Oriente cristiano. De este modo han profesado su fe y su esperanza (cf. 1 Pe 3,14-17) con un testimonio que ha llegado no pocas veces al derramamiento de la sangre en el martirio o al sacrificio de la vida en la asistencia a los afectados por epidemias. Mis venerados Predecesores no han dejado de expresar un público reconocimiento por esta obra providencial de animación cristiana. Me complace recordar, en particular, la Carta Quinque ante, con la que Pío XII, el 1 de julio de 1947 (cf. Acta Ordinis Fratrum Minorum 67 (1947) 113-114), quiso expresar su aliento al Ministro general, con motivo del VI Centenario de la institución de la Custodia, y las afectuosas declaraciones de Pablo VI que, a la vuelta de su peregrinación a los Santos Lugares, testimonió «grata admiración a los beneméritos hijos de San Francisco que a lo largo de siete siglos han desarrollado con tanta abnegación el precioso y fecundo servicio de un fiel apostolado» (Acta Custodiae Terrae Sanctae 9 (1964) 79). Siguiendo sus pasos también yo quiero hacer llegar a los celosos Frailes de la Custodia de Tierra Santa y a toda la Orden de los Frailes Menores mi férvida exhortación a proseguir por el camino abierto por sus Hermanos con la misma generosidad y dedicación evangélica (cf. Mt 13,52), dando a la Iglesia un luminoso ejemplo de fidelidad al encargo recibido y ofreciendo a los fieles de estos lugares, y a cuantos a ellos se dirigen en devota peregrinación, un testimonio de amor y adhesión a Cristo, Redentor del hombre. Al invitar a los queridos Frailes Menores a perseverar en este noble y apreciado servicio a la Iglesia y a las almas, invoco sobre ellos la abundancia de las gracias y recompensas divinas, al tiempo que imparto de corazón a Vd. y a la entera Familia de los Frailes Menores la propiciatoria Bendición Apostólica. Vaticano, 30 de noviembre de 1992, Fiesta de San Andrés Apóstol, en el decimoquinto año de nuestro Pontificado. [Selecciones de Franciscanismo, vol. XXII, n. 64 (1993) 3-4] [L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 5-III-93] |
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