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FRANCISCO, MAESTRO DE
ORACIÓN |
. | Capítulo IV [Anschauliche Einladung. Die Aufforderung zum Lob Gottes, en Franziskus, Meister des Gebets, Werl/Westf., Dietrich-Coelde-Verlag, 1989, 60-73]. La Exhortación a la alabanza de Dios(=ExhAlD) es uno de los opúsculos de san Francisco menos divulgado y conocido. Su reconocimiento como una obra auténtica del Santo de Asís y su inclusión en las ediciones críticas de los Escritos de Francisco es todavía reciente. Este hecho se debe, en parte, a haber quedado un tanto eclipsada por el Cántico de las criaturas, del que la ExhAlD puede considerarse un precedente. En la siguiente transcripción del texto presentamos entre comillas las citas literales de la Biblia o de la Liturgia y en cursiva las adiciones de Francisco. Así podrán distinguirse claramente las citas literales, las no literales y los añadidos del Santo. 1. «Temed al Señor y dadle honor» (Ap 14,7). 2. Digno es el Señor de recibir alabanza y honor (cf. Ap 4,11). 3. Todos los que teméis al Señor, alabadlo (cf. Sal 21,24). 4. «Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo» (Lc 1,28). 5. Alabadlo, cielo y tierra (cf. Sal 68,35 - Salterio Romano). 6. Alabad todos los ríos al Señor (cf. Dan 3,78). 7. Bendecid, hijos de Dios, al Señor (cf. Dan 3,82). 8. «Este es el día que hizo el Señor, exultemos y alegrémonos en él» (Sal 117,24 - Salt Rom). ¡Aleluya, aleluya, aleluya! «¡Rey de Israel!» (Jn 12,13). 9. «Todo espíritu alabe al Señor» (Sal 150,6). 10.«Alabad al Señor porque es bueno» (Sal 146,l); todos los que leéis esto, «bendecid al Señor» (Sal 102,21 - Salt Rom). 11. Todas las criaturas, bendecid al Señor (cf. Sal 102,22). 12. «Todas las aves del cielo» alabad al Señor (Dan 3,80; cf. Sal 148,7-10). 13. Todos los niños, alabad al Señor (cf. Sal 112,l). 14. Jóvenes y muchachas, alabad al Señor (cf. Sal 148,12). 15. «Digno es el Cordero, que ha sido matado» (Ap 5,12), de recibir alabanza, gloria y honor (cf. Ap 4,11; 5,12). 16. «Bendita sea la santa Trinidad e indivisa Unidad» (Introito de la misa de la Santísima Trinidad). 17. «San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate» (Del versículo aleluyático de la misa de san Miguel arcángel). ORIGEN DE ESTA MEDITACIÓN GRÁFICA Gracias a la Crónica de la Orden de Mariano de Florencia (1523), conocemos algunos pormenores interesantes de la ExhAlD. Este opúsculo estaba escrito sobre una tabla de madera colocada delante de un altar a modo de antipendio [paramento con que se adorna la parte delantera del altar]. Mariano vio con sus propios ojos este antipendio a principios del siglo XVI en un eremitorio de las cercanías de Cesi de Terni, en Umbría. Además de Mariano de Florencia, otro historiador, en este caso anónimo, nos relata, al igual que Mariano, que Francisco escribió de su puño y letra, sobre una tabla, varios versos con los que invitaba a todas las criaturas a alabar al Creador, que Francisco había mandado pintar varias criaturas sobre la citada tabla, y que ésta había sido conservada como una preciosa reliquia en una capilla del eremitorio. Por desgracia, esta tabla pintada sobre la que Francisco escribió la ExhAlD se perdió con el tiempo. El eremitorio fue clausurado. Desconocemos si alguien se llevó consigo aquel valioso autógrafo o si se había estropeado con el correr de los años. El hecho es que el original se ha perdido. Así y todo, podemos hablar de suerte, puesto que ambos historiadores nos han transcrito el texto consignado sobre aquella tabla que ellos contemplaron personalmente. Para comprender mejor la ExhAlD es importante tener también en cuenta que la iglesita del eremitorio estaba dedicada a la Madre de Dios. Además, según atestigua Mariano, aquella capilla se parecía muchísimo a la de la Porciúncula y probablemente estaba dedicada a María con la advocación de «Nuestra Señora de los Ángeles», la misma que la de la capillita preferida de Francisco. Esto explicaría por qué en el texto se nombra repentinamente a María y al arcángel san Miguel. Por otra parte, la tradición del eremitorio relaciona la oración con la dedicación de la capillita, es decir, del altar, como cuyo antipendio fue pensada. Es posible, pues, que la ExhAlD fuera compuesta para el día de la dedicación de la capillita; ello explicaría por qué se dice: «Este es el día que hizo el Señor...». FRANCISCO, AUTOR DE ESTE OPÚSCULO Los dos cronistas citados atestiguan haber visto personalmente el antipendio y que sobre él estaba escrita, de puño y letra de Francisco, la ExhAlD. Para afirmar este segundo dato se basan sobre una larga tradición oral transmitida de generación en generación entre los hermanos residentes en el eremitorio, tradición que ambos cronistas quieren fijar por escrito. Una tradición tan viva y transmitida en el seno de una fraternidad tan pequeña, no puede ser una invención. Por otra parte, el texto contiene varias razones internas que corroboran que nos hallamos ante un opúsculo auténtico de Francisco: -El autor emplea el salterio romano. Francisco utiliza también este salterio en su Oficio de la Pasióny en otros escritos. -Al igual que en otros escritos de Francisco, en este texto hay italianismos (v. 3: «timete» en vez de «timetis»; v. 15: «recipere», en vez de «accipere»). -Todos los versículos de la ExhAlD pueden encontrarse, uno por uno y de forma prácticamente literal, en otros escritos de Francisco. -La ExhAlD refleja la espontaneidad típica de la oración del Santo de Asís. En resumen, en la Exhortación a la alabanza de Dios puede verse una obra auténtica de san Francisco que «por su estilo y contenido ha mantenido intacta hasta nosotros su originalidad» (K. Esser). No puede afirmarse con seguridad cuándo escribió Francisco esta tabla. El eremitorio fue regalado por un abad benedictino en 1213 (es, pues, un regalo de los benedictinos, al igual que la capilla-madre de la Porciúncula), pero no hay duda de que la capilla no fue edificada en seguida. Por otra parte, el estilo simple y un tanto desmañado de este opúsculo confirma que es uno de los primeros escritos del poeta umbro. Además, Francisco utiliza el salterio romano, del que se sirvió hasta 1223, año en que lo sustituyó por el galicano. Eso quiere decir que escribiría la ExhAlD antes del año 1223, probablemente antes incluso de su viaje a Oriente Medio en 1219. Con todo, no importa demasiado la fecha exacta de su composición. Lo más importante es su contenido. Y eso es lo que vamos a ver a continuación. COMENTARIO DEL TEXTO UNA LAUDA: ORACIÓN Y LLAMAMIENTO V. 1: «Temed al Señor y dadle honor» (Ap 14,7). Francisco empieza esta oración con el llamamiento del Apocalipsis: «Temed al Señor y dadle honor». Esta llamada constituye el lema de toda la predicación de Francisco y de sus primeros compañeros. Francisco no era sacerdote y, por tanto, no le estaba permitida la predicación doctrinal. En su tiempo, la predicación sobre la fe y los dogmas estaba reservada a los obispos y a los sacerdotes delegados para ello por los obispos. No obstante, surgieron personas que ponían en tela de juicio este monopolio de la Iglesia oficial para proclamar la Palabra y que, de hecho, proclamaban el Evangelio por su cuenta. Bastantes de ellos se extraviaron en su predicación y cayeron en la herejía. Otros se abstuvieron de la predicación doctrinal limitándose a la predicación moral; idearon y ejercieron una nueva forma de predicación, la predicación exhortativa, la admonición, que proclamaban en los lugares públicos y siempre que se les presentaba ocasión para ello. Predicadores itinerantes, laicos muchas veces, exhortaban a la gente a la conversión y a vivir una vida evangélica. Su predicación se centraba en la praxis, no en la doctrina. Estos predicadores de la penitencia, muchos de los cuales respaldaban sus palabras con una conducta y vida ascética ejemplares, desempeñaron un papel importante en la renovación de la Iglesia y atrajeron a multitud de seguidores. La misma Iglesia oficial se dio cuenta de la utilidad de esta predicación penitencial. Por eso, Inocencio III concedió a los hermanos menores la autorización para proclamar esta exhortación a la penitencia (1 Cel 33). Es interesante tener en cuenta, además, que Francisco no se limitó a la exhortación, sino que añadió la alabanza: exhortatio et laus. En la Regla de 1221 hay un capítulo dedicado a esta forma de predicación. Empieza con las siguientes palabras, que son como un programa: «Y esta o semejante exhortación y alabanza pueden anunciar todos mis frailes, cuando quiera que les pluguiere, entre cualesquiera hombres, con la bendición de Dios» (1 R 21,l). A continuación propone un modelo de cómo deben predicar los hermanos. Esta manera de predicar introdujo un estilo nuevo, un género literario nuevo: la lauda, que incluye la alabanza y la exhortación. Por consiguiente, la lauda tiene un pensamiento mucho más amplio que la predicación penitencial de bastantes amargados predicadores de la penitencia de aquel tiempo, que arremetían contra la Iglesia; también es más amplia y gozosa que la predicación apologética o dogmática de los predicadores oficiales. La alabanza de Dios y la exhortación a los hombres constituyen los dos pilares sobre los que se basa la predicación franciscana. Ambos aparecen muchísimas veces en los Escritos de san Francisco, incluida la ExhAlD. Ésta empieza de forma casi idéntica a la del modelo de alabanza y exhortación expuesto en la Regla no bulada: «Temed y honrad, alabad y bendecid, dad gracias y adorad al Señor Dios omnipotente en Trinidad y Unidad, Padre, e Hijo y Espíritu Santo, creador de todas las cosas» (1 R 21,2). Este modelo de predicación y la ExhAlD tienen muchos paralelismos. La Exhortación a la alabanza de Dios es como una mezcla de alabanza y de exhortación, una lauda, un canto exhortativo. No es, en primer lugar, un diálogo entre Francisco y Dios, sino un canto de alabanza a Dios en el que Francisco se vuelve hacia los hombres. Su oración a Dios es al mismo tiempo un llamamiento a los hombres para que teman y honren al Señor. V. 2: Digno es el Señor de recibir alabanza y honor (cf. Ap 4,11). A la exhortación del v. 1 sigue su motivación: Dios es digno de recibir alabanza y honor. El vocablo latino «laus», «alabanza», es uno de los términos que se remontan al mismo Francisco. Aquí añade éste la palabra «alabanza» a un versículo tomado del Apocalipsis (cf. Ap 4,11). El término alabanza es el que más veces aparece en la ExhAlD, sobre todo en forma verbal: «laudate», «alabad», siete veces (vv. 3. 5. 6. 10. 12. 13. 14), y « laudet», «alabe», una vez (v. 9). Como substantivo, alabanza, aparece en este versículo y en el v. 15. Una razón, pues, importante para considerar la ExhAlD como una lauda, como un canto de alabanza y de exhortación. V. 3: Todos los que teméis al Señor, alabadlo (cf. Sal 21,24). De nuevo resuena el tema del temor de Dios. En el v. 1 se exhortaba a los hombres a temer al Señor; ahora se exhorta a cuantos esto hacen, a alabarlo. Si se compara este versículo con Sal 21,24, se comprueba cómo Francisco lo amplía añadiéndole el adjetivo «todos». Francisco tiene la tendencia a hablar a todos. V. 4: «Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo» (Lc 1,28). Este versículo suscita de inmediato una pregunta: ¿por qué aparece aquí de repente la Virgen María? Un primer motivo lo tenemos en el hecho de que la capillita estuviera dedicada a la Virgen María, como hemos indicado antes; del texto se infiere, además, otra razón: tras hablar en los vv. 1 y 3 del temor del Señor, el orante fija su pensamiento en María, el más sublime ejemplo de ese temor de Dios, y la saluda espontáneamente con el saludo del ángel san Gabriel (Lc 1,28). ¡Santa María de los Ángeles! IMPULSO CÓSMICO V. 5: Alabadlo, cielo y tierra (cf. Sal 68,35 - Salt Rom). Concluido el tema del temor de Dios, el orante dirige su mirada al universo: cielo y tierra deben alabar a Dios. Así lo indicaba ya el salmo 68,35. Pero, en vez de emplear el subjuntivo, «Alaben», que es una forma indirecta, Francisco emplea el imperativo «Alabad», que es un llamamiento directo y personal. V. 6: Alabad todos los ríos al Señor (cf. Dan 3,78). Después de exhortar a todo el universo, Francisco elige uno de los elementos del globo terráqueo, los ríos, y los invita expresamente a alabar a Dios (piénsese en la «hermana agua»). También en el presente caso añade el adjetivo «todos», reflejo del impulso universal de su oración. V. 7: Bendecid, hijos de Dios, al Señor (cf. Dan 3,82). En tercer lugar aparece el ser humano, que ha sido colocado en el universo como corona de la creación. El versículo de Daniel sobre el que se basa éste, dice: «Hijos de los hombres, alabad al Señor» (Dan 3,82). Francisco, en cambio, escribe: «Hijos de Dios». La dignidad del hombre, criatura de Dios, hijo, hija de Dios, Francisco la subraya también en otros lugares de sus Escritos (cf. Adm 5,1; 1CtaF 1,11-13; 2CtaF 48-60; CtaO 11; 1 R 22,26-30). Nos hallamos, por tanto, ante un pensamiento genuino del mismo Francisco, con el que llegó incluso a matizar textos litúrgicos conocidos. Pues el texto de Dan 3,57-88 es el Cántico de los tres jóvenes, que formaba y sigue formando parte de los laudes del domingo. Sin duda alguna, Francisco lo sabía de memoria, como demuestran también sus Alabanzas que se han de decir en todas las horas. ENTRADA DEL REY EN EL SANTUARIO V. 8: «Este es el día que hizo el Señor, exultemos y alegrémonos en él» (Sal 117,24 - Salt Rom). Aleluya, aleluya, aleluya. «¡Rey de Israel!» (cf. Jn 12,13). El v. 8 alude tal vez al día de la bendición de la iglesita, es decir, al día de la consagración de su altar. Francisco emplea así mismo el salmo 117,24 en su salmo de maitines de Pascua y en el de Navidad (cf. OfP 9,5 y 15,6). Estos paralelismos confirman que la ExhAlD es un opúsculo auténtico de Francisco. Un dato muy revelador de la espontaneidad de la oración del Santo: inmediatamente después de autoinvitarse al júbilo y la alegría («exultemos y alegrémonos»), Francisco pone en práctica su invitación; de su corazón brota un triple «aleluya» que desemboca en la aclamación: «¡Rey de Israel!» Es la aclamación con que fue acogido Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén (cf. Jn 12,12-15). Así es como quiere recibir al Señor que entra en su casa el día de la consagración de la iglesita. Rinde honor a Aquel cuya presencia en la Iglesia experimenta y vive. Este versículo muestra cómo «bautiza» Francisco los salmos, cómo los cristianiza, relacionándolos con Jesús y completándolos con citas del nuevo Testamento. El antiguo Testamento no basta para colmar su oración. La Liturgia de las Horas incluye en la actualidad cánticos del nuevo Testamento. Pero no fue siempre así. Este dato permite valorar adecuadamente el hecho de que Francisco inserte ideas del nuevo Testamento en su rezo de los salmos. Esta mezcla de elementos antiguos y neotestamentarios aparece con especial claridad en la ExhAlD, que es un ejemplo de cómo podemos orar empleando «toda» la Biblia. LLAMAMIENTO A TODOS LOS SERES VIVIENTES V. 9: «Todo espíritu alabe al Señor» (Sal 150,6). Después del largo v. 8, comienza una nueva serie de llamamientos. El v. 9 es el más corto de la ExhAlD. Su formulación genérica suena como un título. Reproduce textualmente el salmo 150,6, con el que se refiere a todos los seres dotados de espíritu, ángeles y hombres, es decir, a todos los seres que alientan. V. 10: Alabad al Señor, porque es bueno (Sal 146,1); todos los que leéis esto, bendecid al Señor (Sal 102,2 - Salt Rom). Aquí se expresa, una vez más, una razón por la que hay que alabar a Dios: «porque es bueno». ¡Cuántas veces repite Francisco en sus Escritos que sólo Dios es bueno! Baste reproducir aquí, por su semejanza y entre tantas otras citas posibles, el siguiente fragmento de la Paráfrasis del Padrenuestro. «Que estás en los cielos: en los ángeles y en los santos; iluminándolos para el conocimiento, porque tú, Señor, eres luz; inflamándolos para el amor, porque tú, Señor, eres amor; habitando y llenándolos para la bienaventuranza, porque tú, Señor, eres sumo bien eterno, del cual viene todo bien, sin el cual no hay ningún bien» (ParPN 2). No carece de importancia la frase «todos los que leéis esto», introducida por Francisco entre las dos citas bíblicas. Demuestra que, a diferencia del Cántico del hermano Sol, esta lauda fue consignada por escrito inmediatamente después de su composición. Además, confirma que el texto estaba escrito sobre una tabla, visible y leíble por cuantos pasaban por delante de ella. Revela, así mismo, una cierta conciencia de su propio valor. Francisco valora lo que escribe. Y no se arredra de exhortar a todos los lectores: «¡Bendecid al Señor!». Una vez más añade el adjetivo «todos». Con él nos está exhortando también a nosotros, a cuantos leemos ahora el texto. ¿Cómo cumplimos su exhortación? V. 11: Todas las criaturas, bendecid al Señor (cf. Sal 102,22). Seguidamente el orante se dirige a todas las criaturas. Este versículo se basa sobre el salmo 102,22, pero su redacción es propia de Francisco, que añade al versículo sálmico las palabras «Todas las criaturas». En esta ampliación de Francisco está resonando ya el Cántico de las criaturas. V. 12: «Todas las aves del cielo», alabad al Señor (Dan 3,80; cf. Sal 148,7-10). Este versículo cita a las aves como representantes, en cierto modo, de todas las criaturas. Por las biografías primitivas sabemos que Francisco sentía predilección por las aves y que incluso les predicó (cf. 1 Cel 58; LM 12,3; 3 Cel 20), como inmortalizaron Cimabue y Giotto. Pues bien, aquí tenemos, reflejada en sus propios Escritos, una expresión de esta predilección de Francisco. Vale la pena advertir que, si bien el orante se sirve de palabras tomadas del Cántico de los tres jóvenes y del salmo 148, las combina y les da su propia forma. Este versículo responde plenamente al pensamiento y a la sensibilidad del Santo de Asís. V. 13: Todos los niños, alabad al Señor (cf. Sal 112,1). Este versículo se basa sobre el salmo 112,1, donde se dice: «Niños, alabad al Señor». Una vez más, el cantor añade su típico «todos». V. 14: Jóvenes y muchachas, alabad al Señor (cf. Sal 148,12) Tras hablar a los niños en general, invita a los jóvenes, el siguiente grupo según la edad, citando expresamente a ambos sexos, muchachos y muchachas. Dado que Francisco no continúa enumerando aquí otros grupos de personas, clasificados según la edad (como hace, por ejemplo, en 1 R 23,7), puede colegirse que, aunque sólo se cite nominalmente a los jóvenes, esta exhortación a la alabanza de Dios va dirigida a todas las personas. ALABANZA AL CORDERO Y A LA TRINIDAD V. 15: Digno es el Cordero, que ha sido matado (Ap 5,12), de recibir alabanza, gloria y honor (cf. Ap 4,11; 5,12). Después de los versículos en los que el autor se dirigía directamente a los lectores de la lauda, el v. 15 retoma el v. 2 e indica con nuevos matices por qué hay que alabar a Dios: porque es digno de recibir alabanza. Si en el v. 2 el orante contemplaba a Dios, sin más especificaciones, en el 15 contempla a Jesucristo, «el Cordero, que ha sido matado». La línea de pensamiento de la oración de Francisco desciende del Dios Altísimo al Hijo de Dios, que se entregó a la inmolación. De este modo, Francisco se acompasa a la humildad de Dios, que se rebajó y se hizo Cordero. Este versículo enlaza dos temas: la salvación por la sangre del Cordero, por una parte, y, por otra, el conjunto de ángeles y santos que proclaman la gloria del Cordero delante de su trono. La liturgia de los últimos tiempos, de la que participa Cristo glorioso, tiene el punto de arranque en su inmolación en la cruz. Francisco se incorpora a esta liturgia y ora: «Digno es el Cordero...». V. 16: «Bendita sea la santa Trinidad e indivisa Unidad». Con el v. 16 el orante imprime un carácter trinitario a toda su lauda. Francisco prosigue el cántico de alabanza de la Iglesia triunfante, glorificando con su propio canto personal a la santa Trinidad. Y para ello se sirve de un texto que él conocía muy bien y que está tomado del introito de la misa de la santísima Trinidad. En efecto, dicha misa, que se celebraba con frecuencia como misa votiva en los días feriales, era, valga la expresión, el formulario de misa más importante en tiempos de Francisco. Éste participaba de la devoción popular a la santísima Trinidad. Era «muy devoto de la santísima Trinidad» (TC 29b y 60c). Este dato podemos observarlo también en el modelo de predicación que hemos citado antes y donde, entre otras cosas, se dice: «Temed y honrad, alabad y bendecid, dad gracias y adorad al Señor Dios omnipotente en Trinidad y Unidad, Padre, e Hijo, y Espíritu Santo, creador de todas las cosas» (1 R 21,2). Todos los hermanos podían predicar este tipo de exhortación y de alabanza. Francisco mismo lo predicó, como muestra la Exhortación a la alabanza de Dios. La ExhAlD es realmente un ejemplo, una concretización del modelo de predicación que Francisco había propuesto a sus hermanos. Desde este punto de vista, no tiene nada de sorprendente el que mencione aquí a la Trinidad. Su exhortación a todas las criaturas a alabar a Dios desemboca y se funde armoniosamente en la liturgia ante el trono del Cordero, a la que Francisco se une alabando a la «santa Trinidad e indivisa Unidad». PROTECCIÓN ESPIRITUAL V. 17: «San Miguel arcángel, defiéndenos en el combate». Tras la doxología, el v. 17 resulta un final insólito. Recuerda la oración imperada que se recitaba a san Miguel arcángel después de las misas hasta no hace muchos años. Este versículo, como el 16, proviene del misal, concretamente del versículo aleluyático. Francisco lo toma directamente del misal, o tal vez de la devoción popular. En su época, de hecho, la devoción al arcángel san Miguel estaba muy extendida, tal como le correspondía al «Príncipe del ejército celestial» (¡y no sólo del celestial!). El calendario litúrgico de Inocencio III incluía las dos fiestas de la Iglesia en honor del arcángel san Miguel, los días 8 de mayo y 29 de septiembre, fiestas que los franciscanos celebraron desde el principio de la Orden. Pero la misa en honor de san Miguel no sólo se celebraba aquellos días; también se celebraba muchos otros como misa votiva. Eso explica el que Francisco conociera este versículo y lo insertara en su lauda. La súplica a san Miguel, además, enlaza muy bien con la liturgia de los ángeles y santos contemplada por Francisco en el v. 15. Por otra parte, téngase en cuenta que la capilla del eremitorio estaba dedicada a «Santa María de los Angeles». Así como en el v. 4 el orante saluda a la Virgen María, en el 17 pide la protección de san Miguel. Con este versículo conclusivo, el orante regresa, por así decir, a la vida de cada día. Y ésta es combate entre el bien y el mal. Miguel tiene que ayudamos a vencer esta guerra. La petición al vencedor del combate de Dios es como una jaculatoria. Hay que estar espiritualmente armados para superar los peligros que la vida trae consigo. UN PRECEDENTE DEL «CÁNTICO DEL HERMANO SOL» Vale la pena que nos fijemos en los seres a los que la Exhortación invita a la alabanza divina. Así percibimos la gran amplitud de la serie de los invitados a la alabanza y la dimensión cósmica de esta sencilla loa, datos que la emparentan con el Cántico del hermano Sol. Forman parte de la serie de seres humanos
que deben alabar a Dios: Junto con los hombres, también el
universo entero debe alabar a Dios: Todo el universo y todos los hombres, por tanto, son invitados por la ExhAlD a la alabanza divina. En ese inmenso coro no faltan tampoco los ángeles y los santos. Sólo que no pueden ser exhortados a la alabanza, puesto que ya han alcanzado la perfección. La actitud adecuada hacia ellos es la veneración y la súplica. Así, la ExhAlD venera a María con el saludo del arcángel san Gabriel y suplica la protección del arcángel san Miguel. En María, la Reina de todos los santos, y en san Miguel, el Príncipe del ejército celestial, está representado, en la alabanza a Dios, el mundo de todos los santos y de todos los ángeles. De modo prácticamente idéntico al del Cántico, la ExhAlD es un testimonio de esa liturgia cósmica a la que Francisco invita al universo en general y a todas las criaturas en particular. El Cántico posee mayor fuerza poética, más policromía y sonoridad que la ExhAlD. Pero el vasto impulso universal de la oración de Francisco no aparece por primera vez en el Cántico. Si se tienen en cuenta las veces que Francisco añade, en la ExhAlD, el adjetivo «todos» a los versículos sálmicos, si pensamos en la mención explícita de tantos grupos de personas y de criaturas que en ella se hace, y nos fijamos en cómo la ExhAlD vincula el mundo terreno con el mundo celestial de los ángeles y de los santos, puede incluso afirmarse que esta lauda posee un impulso universal más patente y destacado que el Cántico de las criaturas. Con todo, no menos típico que ese aliento cósmico es el hecho de que Francisco nunca pierda de vista lo particular y lo pequeño. Así, con cierta predilección por lo pequeño, cita, de entre los hombres, a los niños y jóvenes, y, de entre las demás criaturas, a las aves. Ama en lo grande lo pequeño. Lo pequeño e insignificante es importante para él; a sus ojos, se vuelve grande, importante y valioso. Una muestra de ello nos la brinda el hecho mismo de que una sencilla tabla de madera, que ha de colocarse delante de un altar, le dé pie para escribir unas pocas líneas que exhortan a cuantos pasan por delante de ella y a todo el universo: «Temed al Señor y dadle honor». ORIENTACIONES PRÁCTICAS 1. Podemos dejar, en un primer momento, que cada uno de los versículos vaya penetrándonos y, luego, ver cuál es la tónica de toda la ExhAlD. 2. Aparentemente, esta oración carece de estructura lógica. Pero, si nos fijamos más detenidamente, encontramos ciertas líneas de pensamiento: de arriba abajo, del temor a la glorificación, de la exhortación a la alabanza, de la alabanza a la súplica. Comprueba estos pasos y, basándote en ellos, divide la lauda en estrofas. 3. Las breves citas bíblicas cobran mayor relieve si las releemos en su contexto. De este modo, cada versículo puede sugerir una meditación bíblica más amplia. 4. El hecho de que Francisco entremezcle citas del antiguo y del nuevo Testamento nos invita a preguntamos cómo recitamos nosotros el oficio divino, la Liturgia de las Horas, que en la actualidad contiene cánticos del nuevo Testamento, además de los salmos. 5. Hacer un día de retiro (o de desierto), individual o comunitario, tomando la ExhAlD como único punto de reflexión y meditación. 6. Precisamente por ser tan sencilla, esta lauda de Francisco nos alienta a imitarle; por ejemplo, sentémonos en un lugar agradable y bonito, y exhortemos, de palabra o por escrito, a cuanto nos rodea a alabar a Dios. 7. La tabla antipendio sobre la que Francisco escribió su Exhortación a la alabanza de Dios induce a pensar en esas tablillas sobre las que hay consignado un lema o un pensamiento y que podemos encontrar en muchos lugares destacados como Tierra Santa, Roma, Asís, La Verna, Zugspitze... Generalmente llevan la marca «M. B.», es decir, Madre Basilea (Schlink). Las Hermanas (evangélicas) de María, de Darmstadt, se dedican al apostolado confeccionando estas tablillas-mensaje, con las que exhortan a los hombres a pensar en Dios y a darle gracias. Al igual que Francisco, invitan a quienes transitan ante ellas: «Todos los que leéis esto, bendecid al Señor». Podríamos, solos o en grupo, confeccionar alguna tablilla-mensaje, o escribir un pensamiento sobre una piedra, o componer, al estilo de Francisco, una meditación gráfica sirviéndonos para ello de madera, cartón u otro material que pintamos y sobre el que consignamos un pensamiento... y colocarlo luego en un lugar visible. * * * Exhortación a la alabanza de Dios (ExhAlD) Temed al Señor y dadle honor. [En Selecciones de Franciscanismo, vol. XXI, núm. 61 (1992) 65-76] [En L. Lehmann, Francisco, maestro de oración, pp. 61-74] |
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