DIRECTORIO FRANCISCANO
ENCICLOPEDIA FRANCISCANA

PEQUEÑA ENCICLOPEDIA FRANCISCANA

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MADRID, Alonso de (1485?-1570?). Franciscano, maestro de espiritualidad, escritor de ascética y mística, de gran influencia en el siglo XVI y siguientes. De su vida tenemos muy pocos datos seguros. Suele decirse que nació en Madrid entre 1480 y 1485, pero algunos estudiosos lo hacen gallego o burgalés. Perteneció a la Provincia franciscana de Castilla la Nueva o en ella pasó la mayor parte de su vida religiosa, aunque algún autor dice que profesó en la Provincia de Santiago. Debió de ingresar en el noviciado hacia 1505 y ser ordenado sacerdote hacia 1510. Residió algún tiempo en Salamanca, donde fue confesor de Ambrosio de Morales.

Alonso de Madrid dejó varios escritos: Memorial de la vida de Cristo, Tratado de doctrina cristiana, Siete meditaciones de la Semana Santa. Y las dos obras que le han dado más fama, traducidas a muchas lenguas y repetidas en innumerables ediciones, por separado o conjuntamente: Arte para servir a Dios (Sevilla 1521) y Espejo de ilustres personas (Burgos 1524). El Espejo puede considerarse como complemento o apéndice del Arte, ya que aquél es la aplicación de la doctrina y principios de éste al sector de las personas que por su estado y condición el P. Alonso discierne como «ilustres».

Si en el estudio de la gramática y de la lógica -argumenta Fr. Alonso-, que son artes bajas, se gastan años y aun la vida para ser en ellas perfecto, ¿cuánto mejor empleada será la vida en alcanzar con perfección Arte tan soberana? La obra, Arte, es una de las primeras que expone ordenada y sistemáticamente las normas de la lucha ascética por la conquista de la perfección, y está escrita con acierto pedagógico y penetración psicológica. Se divide en tres partes. La primera propone los avisos, medios y principios generales que deben guiar al servicio de Dios; la segunda es de orden práctico y habla de los ejercicios y virtudes con que debe alcanzarse la meta; la tercera trata del amor a Dios, al prójimo y a nosotros mismos, que constituye el motivo y término de todo el combate espiritual. Arte para servir a Dios recoge una doctrina tradicional dispersa y la ordena para el hombre de su tiempo. Fr. Alonso es uno de los grandes teóricos del amor puro, al que se llega por la voluntad y el servicio. Suya es la fórmula del obrar cristiano: con amor y por amor, con que comenta la palabra de Cristo «Ven y sígueme»: «Quiere aquí decir a cada uno y a todos que cumplamos cuanto está escrito para nuestra doctrina, haciéndolo no solamente con amor, pero con amor y por amor juntamente, porque éstas son las pisadas que Él nos amonesta seguir. Por tanto, no basta cumplir algo de lo escrito, pero todo; no basta para bien servir, obrar con amor, pero con amor y por amor... Seguir a Cristo es obrar lo que Él obró para nuestra doctrina y en la manera que Él obró, y la manera que Él obró fue con amor y por amor, porque ésta es la más alta manera».


MAMPEL AMELA, Ezequiel (1844-1927). Franciscano, religioso laico, escultor. Fr. Ezequiel Mampel nació en Forcall, provincia de Castellón en España, el 17 de diciembre de 1844. Vistió el hábito franciscano en Cocentaina el 15-V-1880 y un año después, terminado el noviciado, hizo la profesión. En todos los conventos donde estuvo de familia se mostró siempre modelo y ejemplar de virtud, siendo en extremo respetuoso para con todos, especialmente para con los sacerdotes, a los que mostraba una profunda veneración. Escultor de oficio, los superiores lo ocuparon casi continuamente en la construcción de imágenes. Su taller parecía el taller de Nazaret, donde siempre se respiraba silencio y oración, y mientras modelaba en el leño los emblemas de la santidad, iba también grabando en su alma los moldes de la virtud, esforzándose por asemejarse a aquellos que con tanta unción reproducía en sus obras. Lleno de méritos y de años, se durmió santamente en el Señor, en el monasterio de Santo Espíritu del Monte (Gilet, Valencia), el 8 de noviembre de 1927.

Este aventajado discípulo de D. Modesto Pastor, además de acudir solícito a las demandas de nuestros conventos, a los que dotó de imágenes, altares y de cuanto se relaciona con el bello arte, trabajó también para insignes bienhechores de los frailes y para numerosas asociaciones religiosas de los pueblos de la región, en cuyos altares se veneraron buen número de sus imágenes rebosantes de unción religiosa. El crítico de arte P. Bernardino Cervera distingue dos etapas en el proceso de la actividad artística de este santo religioso: «Abarca la primera como el primer tercio de su vida artística, en que tiene viva la visión de las formas reales y su fuerza expresiva, encarnando en sus imágenes cierto individualismo peculiar, y un robusto modelado... A partir de este lapso de tiempo, nuestro artista no abandona la expresión de su temperamento individual, pero a la manera del que obra impulsado por un recuerdo vago, va descuidando la forma, se amanera; en cambio, envuelve sus imágenes en un ambiente de beatitud tal, que sus cuerpos parecen como absorbidos por el espíritu» ( Acción Antoniana, nº extr. de 1929, p. 98). De las numeras obras de este artista se han salvado de la devastación marxista de la década de los años 1930, el San Francisco de D. Paco Gozálbez de Cocentaina, que pertenece a la primera época, y el Cristo Crucificado del convento franciscano de Cocentaina. [Conrado Ángel, Religiosos ilustres..., Petra 1988, p. 263].


MANERO, Pedro (1599-1659). Franciscano, Ministro general de la Orden, Obispo de Tarazona. Nació en Cariñena (Zaragoza) el año 1599, de familia distinguida y noble. Hizo sus primeros estudios en el convento franciscano de su pueblo, y, todavía joven, vistió el sayal de los observantes en el convento de San Francisco de Zaragoza. En la Orden ejerció casi todos los cargos: guardián del Colegio de San Diego y del convento de San Francisco en Zaragoza, profesor de Artes y Teología, provincial de la Provincia de Aragón, secretario y definidor general de la Orden, y Ministro general de la misma elegido en el Capítulo celebrado en Roma el año 1651. También la Iglesia le confió oficios de responsabilidad: calificador de la Santa Inquisición, examinador sinodal de varias diócesis, y, antes de que acabara su generalato, Obispo de Tarazona, de cuya sede tomó posesión el 13 de agosto de 1656. Y es de destacar que, habiendo ejercido tantos y tan diferentes empleos, en todos ellos mereciera alabanza de superiores y de súbditos, dicen las crónicas.

El P. Pedro Manero, tanto en su Provincia como al frente de la Orden, fue un hombre amante e impulsor de los estudios. Reunió una selecta librería de más de catorce mil volúmenes, que se dispersaron a su muerte. Organizó en Madrid el Archivo general de su Religión. Se preocupó de promover la recolección de materiales para proseguir la historia y el bulario de la Orden, y promulgó las oportunas normas sobre la manera de hacer las informaciones históricas que cada provincia debía llevar al Capítulo general y de organizar los archivos generales y provinciales. El P. Manero tuvo también actuaciones de gobierno y de consejo para con Sor María de Jesús de Ágreda en torno a su obra La Mística Ciudad de Dios. Falleció en la sede de su diócesis el 5 de diciembre de 1659. Sintieron su muerte especialmente los pobres, a quienes socorría largamente, hasta llegar a darles, no teniendo a mano otro socorro, su anillo episcopal o un candelero de plata de su oratorio.

Fray Pedro Manero hizo excelentes traducciones de Tertuliano: Apología... contra los gentiles, en defensa de los cristianos, Zaragoza 1644, con un amplio, docto y erudito prefacio; De la Paciencia, con la Exhortación a los cristianos presos en las cárceles, Madrid 1657; la propiedad y belleza de esta versión mereció alabanza de la Real Academia española. También escribió obras propias: Vida de la V. Juana de Valois, Madrid 1654. Expositio Regulae Fratrum Minorum, Gante 1664. Escribió asimismo documentos propios de sus cargos, sermones panegíricos y morales, cartas y otras piezas literarias.


MARE, Guillermo de la. Teólogo y filósofo franciscano, inglés, que floreció en la segunda mitad del s. XIII y de cuya vida tenemos pocos datos concretos. Murió a finales de aquel siglo. Estudió y fue maestro en París y en Oxford. Fue gran amigo de R. Bacon y total defensor y continuador del pensamiento de san Buenaventura. Escribió un Comentario a los dos primeros libros de las Sentencias, Cuestiones disputadas, Quodlibetos sofísticos y Declaraciones, etc. Como fiel discípulo de Buenaventura, sigue la corriente agustiniana y los principios metafísicos y noéticos de su maestro.

Pero el nombre de Fr. Guillermo de la Mare ha pasado a la historia del pensamiento franciscano y tomista precisamente por su obra polémica Correctorium fratris Thomae (h. 1277-1279), donde selecciona 117 tesis de la doctrina tomista (más aristotélica), contraponiéndolas a la doctrina de la escuela franciscana (más agustiniana). La emulación doctrinal entre las dos Órdenes, dominicos y franciscanos, y sus diversas concepciones metafísicas y cosmovisiones motivaron notables tensiones entre los miembros de las dos escuelas. Hasta tal punto que ambas Órdenes tomaron posiciones oficiales para calmar los espíritus encrespados. Esto explica que el Capítulo general franciscano de Estrasburgo (1282) asumiera la obra de Guillermo y urgiera el consultar el Correctorium a todos los que leyeran a Tomás de Aquino. La reacción de los dominicos no se hizo esperar, pues en 1282-1284 replicaron con un montón de respuestas que han pasado a la historia con el nombre de Correctoria Corruptorii. De este modo, las réplicas y contrarréplicas de las dos grandes Órdenes mendicantes formaban parte integrante de una cultura creadora y dinámica. [Cf. J. A. Merino, BAC-525].


MARGIL DE JESÚS, Antonio (1657-1726). Franciscano, misionero en América.


MARÍA DE LA PASIÓN (1839-1904). Fundadora de las Franciscanas Misioneras de María.


MARIMÓN, Juan de (1733-1813). Franciscano, sacerdote. Nació en Igualada (Barcelona) el año 1733. Pronto debió de trasladarse a Perú, pues el 19 de noviembre de 1751 vistió el hábito franciscano en el convento de los Descalzos de Lima. Terminados los estudios y recibida la ordenación sacerdotal, fue lector de prima de teología en la Universidad de San Marcos de Lima, definidor de su Provincia, Provincial de la misma (1788-1791), consultor teólogo por parte del Real Patronato, examinador sinodal y calificador del Santo Oficio. En calidad de teólogo elegido por el virrey Amat, tomó parte en el VI Concilio provincial de Lima (1772), en el que sostuvo una célebre polémica con el P. José Miguel Durán sobre el tema del "probabilismo", al que se opuso. Dejó escrito un Papel dirigido al Concilio provincial limense (1772). En 1774 fundó la Casa de Ejercicios Espirituales de los Descalzos en Lima, de la que fue director hasta su muerte acaecida el 24 de septiembre de 1813.


MARQUES, Antonio Francisco (1927-1997). Franciscano, primer obispo de Santarém (Portugal). Fray Antonio Francisco Marques nació el 15-VI-1927 en Caldelas, parroquia de Caranguejeira y diócesis de Leiría-Fátima (Portugal), en el seno de una familia muy cristiana y devota de san Francisco. Ingresó en el seminario franciscano de Montariol en Braga el año 1940, y empezó el noviciado en Varatojo el 7-IX-1945. De 1946 a 1948 estudió filosofía en Montariol y Lisboa, donde también cursó la teología en 1948-1952. Se ordenó de sacerdote el 20-VII-1952. Pronto fue nombrado párroco de Carnide en Lisboa, y durante 19 años desarrolló una intensa pastoral lleno de celo sacerdotal impregnado de las virtudes franciscanas de acogida y disponibilidad. En julio de 1972 fue elegido superior provincial. Eran momentos difíciles. En la transición posconciliar se acentuaban el abandono de las tradiciones conventuales, las salidas de la Orden y la disminución de vocaciones. Sobrevino en Portugal la Revolución del 25 de abril de 1974. La independencia de Guinea-Bissau y sobre todo de Mozambique creó serias dificultades a la presencia misionera de la Provincia en esos países. En Mozambique trabajaban cerca de 120 hermanos, una tercera parte de los efectivos de la Provincia. Más de la mitad regresaron a Portugal. En esos tiempos revueltos, el nuevo provincial afrontó la situación con serenidad y privilegió los contactos personales y fraternos con los frailes. En 1974-75 fue también presidente de la Conferencia Nacional de los Institutos Religiosos (CNIR).

El 16-VII-1975 se erigió la diócesis de Santarém, por división del patriarcado de Lisboa, y el P. Marques fue elegido su primer obispo. No realizó grandes obras materiales. Prefirió construir la comunión diocesana en el día a día con su presencia activa y fraterna junto a los sacerdotes, los seminaristas, los religiosos, los pobres, los jóvenes y la tercera edad. Fomentó el espíritu de familia entre el clero y promovió la inserción pastoral de las religiosas, a las que entregó la administración de varias parroquias. En el ámbito de la Conferencia Episcopal se destacó en la presidencia de las comisiones de Acción Social y Caritativa y de Liturgia. Cuidó la edición portuguesa de los libros litúrgicos y puso empeño en la dignificación del culto divino, en colaboración con otros episcopados de lengua portuguesa. En octubre de 1994 participó en el Sínodo de los Obispos sobre la Vida Consagrada, celebrado en el Vaticano, y desde abril de 1995 perteneció a la Comisión Episcopal del Jubileo del Año 2000. Muró en Oporto el 28 de agosto de 1997. [Cf. Acta OFM, 1997, 291s].

MARSTON, Rogerio ( 1303). Franciscano inglés, maestro y escritor, uno de los más notables representantes de la escuela franciscana inglesa de finales del s. XIII que, como otros hermanos suyos en religión, se formaron, y algunos enseñaron, tanto en París como en Oxford. Estudió en París durante los agitados años académicos de 1269 a 1272, y allí se encontró con los maestros franciscanos y dominicos más destacados de entonces, entre ellos y en particular J. Peckham. Después pasó como maestro a Oxford en 1277, y a Cambridge en 1285. Más tarde fue elegido Ministro provincial de su provincia de Inglaterra, oficio que desempeñó de 1292 a 1298. Murió el año 1303.

Rogerio Marston nos dejó, entre otras, las siguientes obras: Cuestiones disputadas (De emanatione aeterna, De statu naturae lapsae y De anima) y cuatro Quodlibetos, aún inéditos. Marston se adhiere decididamente a la corriente agustiniana y es fiel seguidor de Buenaventura y de Peckham, del que se sirve más frecuentemente. Ello motiva el que defienda las tesis clásicas de la escuela franciscana: el hilemorfismo universal, la pluralidad de formas sustanciales, las razones seminales, la materia prima como entidad positiva, la forma corporeitatis, la colligantia potentiarum, el conocimiento inmediato e indirecto de los seres singulares, la primacía de la voluntad sobre la razón, la iluminación divina, etc. Tiene a san Agustín y a san Anselmo como las grandes autoridades indiscutibles, y los llama auténticos doctores y santos, en oposición a los filósofos paganos. En su tratado De anima sigue la psicología agustiniana del conocimiento. La teoría gnoseológica de Rogerio Marston es bastante singular, pues comienza con Aristóteles y termina con Agustín. Hace hincapié en la importancia de la voluntad y la libertad como fuerzas fundamentales del desarrollo sobrenatural del creyente a fin de que el amor mantenga la primacía en la existencia. Por eso la teología entraña un aspecto afectivo, propio de la sabiduría cristiana. [Cf. J. A. Merino, BAC-525].


MARTÍ MAYOR, José (1918-2001). El P. José Martí y Mayor nació en Lérida (España) el 28-V-1918, hizo la profesión temporal en la provincia franciscana de Cataluña el 26-VIII-1934, y fue ordenado de sacerdote en Chipiona (Cádiz) el 19-VI-1943. Toda su vida sirvió a Dios, a la Iglesia y a la Orden como profesor en colegios de su provincia y en los cargos que ésta le confió, de modo particular el de archivero, bibliotecario y cronista provincial. Movido por su vocación de archivero hizo estudios sobre la restauración de libros y documentos y también estudió biblioteconomía. Tuvo especial interés en la conservación y restauración de los 120 incunables de la sección de franciscanismo de su Archivo Provincial y publicó un estudio sobre los mismos en AIA. También publicó estudios sobre los conventos catalanes, por ejemplo: El ms. 4-001 de los franciscanos recoletos catalanes de Escornalbou (1580-1686), en Archivo Ibero-Americano 51 (1991) 177-200. Preparó la nueva edición de la Crónica de la Provincia franciscana de Cataluña, I Parte, del P. Jaime Colls (1981), y II Parte, del P. Francisco Marca (1987). Cuidó la edición del Floreto de san Francisco, y la reedición de Visionarios, beguinos y fraticelos catalanes del P. Pou. Es autor de muchos artículos; de los publicados en Archivo Ibero-Americano indicamos: Provincia franciscana de Cataluña. Exclaustración y Restauración (1835-1878), 43 (1983) 245-284 y 44 (1984) 101-134; Labor literaria y cultural del P. Ramón Boldú, 44 (1984) 429-453; Las misiones del Oriente peruano y el P. Narciso Girbau y Barceló, OFM, 46 (1986) 865-883; Nuevos documentos para la historia de la orden franciscana seglar en Cataluña, 47 (1987) 213-218. Por otra parte, creó, junto con el P. José Pijoan, el Instituto Franciscano de Apostolado y Cultura (IFAC), impulsó los Cursos de Estudios Franciscanos y en 1988 fundó la Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos (AHEF), de la que fue secretario general hasta su muerte. Siempre se distinguió por su gran amor a la historia y vida de la Orden franciscana, especialmente en Cataluña. Antes de morir pudo ver el último volumen del Diccionari d'História eclesiástica de Catalunya, en el que había colaborado con más de medio centenar de voces.

Cuando los médicos le diagnosticaron un cáncer de hígado, él lo aceptó con entereza cristiana y le pidió a su guardián que le administrara los sacramentos. Y le dijo a su provincial: "He procurado dejarlo todo bien ordenado y limpio. Ahora sólo le pido al Señor que me deje descansar en su Paz Eterna. Desde el cielo intercederé por la provincia". Murió en Barcelona el 28-V-2001. [Cf. Acta OFM, 2001, 248s].


MASEO DE MARIGNANO (-1280). Compañero de san Francisco.


MAYRONIS, Francisco de (? - 1328). A este franciscano provenzal, filósofo y teólogo, se le dan diversos apelativos: Meyronnes, Mayrone, Mairón, etc. Nació en Digne (Alpes de Haute-Provence) antes de 1288, y murió en Piacenza (Emilia, Italia) el 26 de julio de 1328. Fue maestro de teología en París a partir de 1320, sucediendo en la cátedra al también franciscano Francisco de Marchia o de la Marca en 1323. Cuando los hijos de Carlos II de Nápoles, entre ellos el futuro san Luis obispo, estuvieron cautivos en Barcelona, tuvieron por maestros a Frailes Menores, especialmente a Mayronis, que hacía también de médico.

Francisco de Mayronis fue admirador y discípulo de Escoto durante su estancia en París como estudiante (1304-1307), pero un discípulo original y fecundo. Un escotista del siglo XV, Guillermo de Vaurouillon, hace gran elogio de él y le sitúa a la altura genial de Enrique de Gante y de Gil de Roma, aunque también le critica por su excesivo afán de distinguir, dividir y argumentar en cuatro puntos aun en los casos en que podría hacerse en tres. Por su sutileza dialéctica se le llamó en su tiempo padre de las formalidades y maestro agudo de abstracciones: doctor illuminatissimus y también magister abstractionum. Su crítica se extendía por igual tanto a los grandes maestros como a los menores.

Entre sus numerosas obras hay que destacar los dos comentarios a las Sentencias, comentarios a la Isagoge de Porfirio, a la Física de Aristóteles, a La ciudad de Dios, etc. De particular interés son sus obras de carácter político.

De acuerdo con la metafísica de su maestro Escoto, identifica la esencia y la existencia, distinguiendo toda una serie jerarquizada de modos intrínsecos de la esencia. Pero se separa de su maestro al no admitir que las ideas no sean formalmente idénticas y absolutamente coeternas con Dios. Según las conclusiones de Lapparent, los estudios políticos de Francisco de Mayronis defienden la teoría de una monarquía universal, de la que el jefe debiera ser el Papa y no el Emperador, en oposición a lo que sostenía Dante. El Papa resultaría ser, tanto en lo espiritual como en lo temporal, el jerarca de todo el mundo. En cuanto a la cosmología, Mayronis habla de una vis impressa, que continúa el movimiento impreso por el motor, de tal modo que cesando el proyectante continúa el movimiento. [Cf. J. A. Merino, BAC-525].


MEDIAVILLA (Middletown), Ricardo de (1249?-1308?). Franciscano, llamado doctor solidus, maestro y escritor, filósofo y teólogo, que floreció en la segunda mitad del s. XIII. Tenemos muy pocos datos de su vida. Desconocemos dónde y cuándo nació y murió, si es inglés (Middletown) o francés (Menneville o Moyeneville), aunque parece más probable lo primero. Algunos autores indican como fecha probable de su nacimiento el año 1249. Nada sabemos de su juventud y desconocemos el lugar y fecha de su ingreso en la Orden franciscana. Realizó en Oxford sus primeros estudios, derecho canónico y ciencias experimentales. En 1278/79 pasa a estudiar teología en París, donde obtiene el título de bachiller y de maestro en teología, y a partir de 1284 es maestro regente de la cátedra de los franciscanos. Es un profesor que participa activamente en las controversias culturales de su tiempo, no sólo frente a la famosa condena de 1277, sino también en las discusiones entre el tomismo y la filosofía franciscana. Aunque Ricardo es fiel a las tesis bonaventurianas, no es una inteligencia fácilmente sumisa, pues a veces las critica, a veces las matiza, a veces se separa de ellas y se acerca al tomismo. Es muy probable que conociera a R. Bacon y, como él, se sintiera atraído por las ciencias experimentales. Es uno de los maestros a quienes el General de la Orden encomendó el examen de las doctrinas de Pedro Juan Olivi. En 1286 dejó la enseñanza porque fue enviado a Nápoles como preceptor de los hijos de Carlos II de Sicilia, entre ellos san Luis de Anjou. Es dudoso que Ricardo los acompañara cuando estuvieron como rehenes en Barcelona, donde permanecieron hasta 1295. Su muerte suele situarse entre 1300 y 1308.

Las principales obras de Ricardo de Mediavilla son: Comentario a las Sentencias, Cuestiones disputadas, tres Quodlibetos, Quaestio de gradibus formarum, Postillae a los evangelios y a las cartas de san Pablo. Ricardo es un espíritu penetrante y sin prejuicios, que ha recibido con agrado el ascendiente del tomismo y que sabe pensar de manera personal. Tiene un espíritu abierto y conciliador, aunque, como dice Hocedez, tiende a seguir generalmente la opinión común y tradicional como la más segura. Siguiendo la tradición franciscana, sostiene la imposibilidad de la creación desde toda la eternidad, la composición hilemórfica universal de los seres creados, la pluralidad de formas y el primado de la voluntad sobre el entendimiento. El entendimiento es como el siervo que alumbra, con su luz, el camino del señor. La voluntad es capaz de autodeterminación y puede ir en contra del juicio del entendimiento. La voluntad, facultad del amor, orienta la razón hacia su bien. La voluntad es superior a la razón como el amor es superior al conocer, ya que el bien es más sublime que el ser y que lo verdadero. Ese primado de la voluntad se manifiesta en una actividad que es libre por esencia y que quiere necesariamente sin ser coaccionada por otra facultad. Por otra parte, para P. Duhem, Ricardo es un precursor de la ciencia moderna. El pensamiento filosófico de Ricardo representa sin duda una etapa hacia el escotismo, que se abrió al aristotelismo, pero ciertamente no fue nominalista. [Cf. J. A. Merino, BAC-525].


MEDINA, Miguel de (1489-1578). Franciscano, teólogo humanista, políglota (dominaba el latín, griego, hebreo y caldeo), especialista en S. Escritura, polemista en defensa de la fe. Nació en Belalcázar (Córdoba, España) el año 1489, de familia noble. Estudió artes en Córdoba e inició los estudios teológicos antes de hacerse fraile. A los veinte años tomó el hábito franciscano en el convento de Hornachuelos, de la Custodia de los Ángeles. Por aquel tiempo el cardenal Cisneros fundó la Universidad de Alcalá y estableció el Colegio de los Santos Ángeles para todos los franciscanos españoles. Allí fue enviado Fr. Miguel de Medina para completar su formación; luego se doctoró en Toledo. Terminados los estudios, se quedó en Alcalá y, con los debidos permisos, pasó a la Provincia de Castilla. En 1558 concurrió a la cátedra de S. Escritura de la Universidad de Alcalá, y la ganó.

En 1562, Felipe II, siguiendo la propuesta de dicha Universidad, envió al P. Medina, como teólogo, al Concilio de Trento. Los Legados del Concilio le encomendaron la corrección de las Centurias de Magdeburgo, tarea que le ocupó varios años. Ejerció cargos importantes en su Orden y asistió al Capítulo general celebrado en Roma el año 1571, en el que fue candidato sólido para ministro general. Ya de regreso en España y acusado de errores luteranizantes, la Inquisición ordenó la detención de Medina y el secuestro de todos sus libros. En octubre de 1572 fue encarcelado y todas sus pertenencias fueron confiscadas. El proceso fue largo, pues concluyó en febrero de 1578. El 28 de abril de aquel año, Medina enfermó gravemente en la cárcel y solicitó que lo trasladasen a su convento de San Juan de los Reyes en Toledo. Así se hizo el mismo día, y el 1 de mayo de 1578, después de haber hecho profesión de fe y haber perdonado a sus enemigos, murió. Ya difunto, un decreto del Tribunal del S. Oficio lo declaró inocente y lo absolvió de todas las acusaciones, ordenando que se le restituyera cuanto se le había secuestrado.

La primera obra del P. Miguel de Medina fue el Apologeticum (1558) en defensa del franciscano Juan Wild Fero y refutando a Domingo de Soto; la polémica entre Soto y Medina duró años. Su obra más importante es De recta in Deum fide (1563). También escribió en latín sobre las indulgencias, el purgatorio, el celibato, temas bíblicos y las Centurias. En castellano escribió tres obras de un tema que tuvo que practicar largamente: Carta sobre San Mateo cap. 18,3-4, editada junto al Tratado de la cristiana y verdadera humildad (1570); Ejercicio de la verdadera y cristiana humildad (1570). La primera es una preciosa exposición de la doctrina sobre la infancia espiritual («Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos») por vía de humildad, que supone gran virilidad de espíritu. En la segunda «se habla de la naturaleza, excelencias, propiedades y frutos de esta santa virtud, y se descubre la fealdad y malicia de la soberbia». La tercera es un estudio en que «se da forma para que el hombre cristiano, de cualquier estado que sea, desterrado todo género de soberbia y altivez de este mundo, pueda no solamente aprovechar en esta virtud, pero venir a la cumbre y alteza de su perfección».


MENDIETA, Jerónimo de (1525-1604). Franciscano, sacerdote, misionero, escritor. Tenemos pocos datos seguros de su vida y actividad. Nació en Vitoria hacia el año 1525. Desconocemos cuándo y dónde ingresó en la Orden franciscana. Estudió artes y teología en Bilbao, donde recibió la ordenación sacerdotal. En 1553 se embarcó para México en compañía de otros franciscanos, y se incorporó a la Provincia del Santo Evangelio. Dada su facilidad para las lenguas, pronto empezó a ejercer el apostolado en Tlaxcala, Toluca, Calinaya, Tepemaxulco. Por su cultura y facilidad de pluma ayudó a sus superiores y a relevantes dignidades civiles y eclesiásticas en la redacción de cartas e informes. Volvió a España en 1570 y desde Vitoria dirigió un Informe al Presidente del Consejo de Indias, haciéndole una relación de 238 franciscanos con indicación de su edad y de las lenguas que sabían; él dominaba la lengua mexicana y la otomí.

En 1573 regresó a México, donde le confiaron el cargo de guardián en varios conventos y el de definidor de su Provincia. Se ganó un gran prestigio por su vida ejemplar, por su discreción y por su capacidad intelectual, y debido a ello gozó de gran influencia ante Felipe II, el Consejo de Indias y los virreyes de Nueva España. Su labor apostólica, acorde con su carácter activo y emprendedor, se extendió a casi todo el territorio de la Provincia del Santo Evangelio: las diócesis de México, Puebla y Antequera, que llegaba desde el Pacífico hasta el Golfo. Escribió sermones varios en lengua mejicana, una muy nutrida correspondencia, una Relación de la Provincia del Santo Evangelio (1585), en colaboración con los padres Pedro de Oroz y Francisco Suárez, y su obra más importante y célebre Historia Eclesiástica Indiana (1596). Murió en el convento de San Francisco de la ciudad de México el 10 de mayo de 1604. [Cf. AIA 1914 y 1915; 66 (2006) 414-632].


MOLINA, Pedro Juan de (1697-1775). Franciscano descalzo, superior general de su Orden. El P. Pedro Juan de Molina nació en Onil, provincia de Alicante (España), el 4-IX-1697. Después de estudiar humanidades, vistió el hábito franciscano en el convento de San Juan de la Ribera de Valencia, junto con un hermano suyo llamado Antonio. Terminados los estudios teológicos fue nombrado lector, primero de artes y luego de teología. Sus dotes humanas y morales le hicieron ganarse el aprecio de sus superiores, que pronto le encomendaron cargos de confianza. Sobresalió en la oratoria sagrada. Fue enviado a Roma como secretario de los descalzos y postulador de la causa de beatificación del entonces venerable Andrés Hibernón, y allí trabajó con celo y provecho. Gracias a sus trabajos, la Provincia de San Juan Bautista, que era la suya, pudo fundar en Roma el convento de Sancti Quaranta el año 1731. Asistió al capítulo general celebrado en Valladolid en 1740, con voto que le dio el papa, y en el mismo fue elegido procurador general de los descalzos de España y de los recoletos de Francia, cargo que desempeñó 10 años consecutivos con tal acierto que mereció elogios de Benedicto XIV.

En el capítulo general celebrado en Roma el 16-V-1750 y presidido por el papa, fue elegido ministro general de la Orden. Terminado su gobierno el 5-VI-1756, gobierno que ejerció con gran acierto y sabiduría, fue nombrado comisario general cismontano. De nuevo, en el capítulo general celebrado en Mantua el 29-V-1762, fue elegido ministro general. El papa le concedió para todo su generalato autoridad de comisario-visitador apostólico. Con la publicación de una patente dio nuevo impulso a los estudios de elocuencia y de S. Escritura. De otro lado, encaminó sus esfuerzos a perfeccionar la legislación de la Orden: en 1761 el papa aprobó el Códice de leyes para las Provincias Descalzas, y luego, en 1765, la Compilación de los Estatutos para la Familia Cismontana, que, en 1768, al ser aprobados por el capítulo general de Valencia, recibieron el nombre de Colección Valentina. Durante su segundo mandato, debido a las circunstancias sociales, tuvo que sufrir muchos sinsabores. En el capítulo general celebrado en el convento de San Francisco de Valencia el 21-V-1768, le sucedió en el oficio el P. Pascual Frosconi de Varese.

Libre de cargos y oficios, se retiró al convento de Nuestra Señora del Rosario de Villareal (Castellón), donde llevó una vida de piedad y observancia ejemplares, sin rehuir el fregar y barrer. Murió el 28-VII-1775 y fue enterrado en el suelo, ante la puerta del camarín de san Pascual Bailón. [Conrado Ángel y A. Llin].


MONTECORVINO, Juan de (1247-1328). Franciscano, misionero, primer arzobispo de Pekín.


MOTA, Rafael (1933-1999). Franciscano, sacerdote, escritor. El P. Rafael Mota Murillo nació en Fuenteobejuna (Córdoba) el 19 de diciembre de 1933. Siendo aún niño ingresó en el Colegio Seráfico de la Provincia franciscana de Granada. Terminado el noviciado en Lebrija, hizo la profesión en 1950. Cursó la filosofía y la teología en Chipiona (Cádiz), y recibió la ordenación sacerdotal en 1956. En los años siguientes simultaneó la docencia en distintos colegios con los estudios de música; en 1960 terminó en Sevilla la carrera de piano, y en 1972 la de composición, que completó en el Real Conservatorio de Madrid. De 1976 a 1992 residió en la madrileña casa "Cardenal Cisneros", trabajando en la revista Archivo Ibero-Americano. Fruto de su estudio e investigación publicó varios trabajos sobre musicología e historia franciscana de América (cf. AIA 60, 2000, 172-173). En 1991 se incorporó a la comunidad de Grottaferrata (Roma) como colaborador de la revista Archivum Franciscanum Historicum y continuador de la colección Bullarium Franciscanum. En plena actividad lo sorprendió allí la muerte el 6 de diciembre de 1999.


MOTOLINÍA. Nombre dado por los nativos a Fray Toribio de Benavente (-1565), franciscano, misionero en América, por su vida sencilla y pobre.


MURILLO, Diego, (1555-1616). Gran predicador y poeta, autor espiritual que tuvo mucha influencia en las casas de formación de los religiosos y en seminarios. Nació en Zaragoza el 1 de mayo de 1555, de ilustre familia aragonesa, recibió esmerada educación religiosa y cursó estudios universitarios. De corazón ardoroso y apasionado, pasó su juventud en devaneos y fiestas, cantando en sus rondas nocturnas, como inspirado poeta que era, a una joven llamada Aurora, de la cual no fue correspondido. Un día que regresaba a su casa cansado de sus andanzas nocturnas, entró en la iglesia del convento franciscano de Santa María de Jesús a la hora en que los religiosos cantaban maitines. El hecho influyó de tal manera en Diego que aquella misma noche resolvió abandonar el mundo por lo que, pocos días después, se presentaba al superior de la comunidad franciscana pidiéndole humildemente ser admitido en la Orden; esto sucedió hacia 1576. Hizo con fervor el noviciado y la profesión religiosa, estudió Artes y Teología, y recibió la ordenación sacerdotal. Sus primeras actividades públicas hicieron lucir sus dotes de poeta.

Fray Diego Murillo vivió casi siempre en Zaragoza, donde estuvo dedicado a la predicación, a la formación de los novicios y a la enseñanza de la teología. Predicó en Zaragoza en las exequias que la ciudad dedicó a Felipe II en 1598, y también en la beatificación de Santa Teresa. Ocupó varios cargos en su Provincia observante de Aragón: predicador general y definidor, guardián en los conventos de Zaragoza (San Francisco, Santa María de Jesús y Colegio de San Diego) y también ministro provincial. En 1600, siendo todavía definidor, hizo un viaje a Roma, seguramente para intervenir en el Capítulo general de aquel año. También estuvo en Madrid donde trató con la infanta sor Margarita de la Cruz. En medio de tantas ocupaciones, le sorprendió la muerte en el convento de Santa María de Jesús de su ciudad natal el 13 de agosto de 1616.

Fray Diego Murillo dejó en sus sermones, saturados de erudición sagrada y profana, una rica y ordenada suma de temas teológicos, morales y ascéticos, tratados con sencillez y llaneza. Publicó varios volúmenes de Discursos predicables sobre los Evangelios. También, Vida y excelencias de la Madre de Dios, Zaragoza 1610 y 1614; Fundación milagrosa de la Capilla angélica y apostólica de la Madre de Dios del Pilar, y excelencias de la imperial ciudad de Zaragoza, Barcelona 1616; Divina, dulce y provechosa poesía, Zaragoza 1616. Mención especial merecen: Instrucción para enseñar la virtud a los principiantes, Zaragoza 1588, y Escala espiritual para la perfección evangélica, Zaragoza 1598, obras muy estimadas y leídas en los noviciados y casas de formación religiosa y eclesiástica, por su profundidad y serenidad de criterio.


MUSMECI GRASSO, Pedro (1921-2008). Franciscano, misionero en Perú. Fray Pedro Musmeci Grasso nació el 3 de noviembre de 1921 en Acireale (Catania, Italia). De joven abrazó la vida religiosa franciscana, comenzó el noviciado el 10-X-1937, hizo la profesión temporal al año siguiente en la provincia del del Santísimo Nombre de Jesús de Sicilia, y recibió la ordenación sacerdotal el 25-VII-1948. El 29 de octubre de aquel mismo año llegó a Perú junto con el resto de los misioneros que fundaron la Custodia del Nombre de Jesús en Piura, donde realizaron una gran labor de evangelización y civilización en favor de aquellos pueblos. Fr. Pedro fue uno de los pilares de la misión a lo largo de su prolongada y fructífera permanencia de 30 años en Perú. Desde el principio ejerció un apostolado directo entre los nativos en las parroquias y obras a que lo destinaron.

Reconocido siempre por su sensibilidad social, amor a los niños y denodada lucha por los más pobres, es el fundador del "Hogar San Antonio", que atendió a centenares de niños desamparados entre 1963 y 1977, especialmente a los niños que quedaron huérfanos en 1970 debido al terremoto de Huaraz. Personalmente viajó hasta esa devastada ciudad para llevarlos a Piura, y hacerse cargo de ellos tanto en el Orfanato San Antonio (varones) como en el Hogar Santa Rosa (mujeres). En coordinación con las madres Franciscanas de la Inmaculada había propiciado en 1964 la fundación del "Hogar Santa Rosa", institución que hasta el día de hoy continúa atendiendo a decenas de niñas huérfanas. También los ancianos y las religiosas que cuidan de ellos en el Asilo de Ancianos, recibieron, durante toda su permanencia en Piura, su amor y su atención preferente.

En 1963 fundó el colegio San Antonio, del que fue director por largo tiempo, que atiende hasta hoy los niveles educativos de primaria y secundaria y cuenta con más de 1.000 alumnos, gozando de un sólido prestigio en la ciudad de Piura. Polifacético, fue uno de los artífices de la reconstrucción del templo de Canchaque; de la construcción del convento San Antonio de Piura y de la primera fase del convento Santa María de Jesús, de Lima. Reconocido y galardonado por su interés por las vocaciones nacionales, por las que luchó incansablemente ya desde los primeros tiempos, dejó su huella en las vocaciones que fructificaron por espacio de varias décadas. Regresó a Italia en 1978, pero volvió a visitar Piura en 1985, en 1991 y en 1998. Murió en Catania el 8 de mayo de 2008. [Manuel Rosas Castillo].

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